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jueves, 26 de febrero de 2009

Capítulo 13 De Consejos y mentiras

Raúl caminaba lentamente entre miradas que hurgaban más allá de su fisonomía, muchas voces tenues provocando murmullos, manos que cubrían bocas desconocidas para apagar sus sonidos y expectación generalizada, todo ello en su camino hacia la sala principal. Lía por su parte se encontraba curiosa preguntándose hasta donde la llevaría esta primera incursión al mundo del emperador y los que como él gozaban de riqueza y de un estatus bien definido.

Los últimos retenes, consistentes en dos personas finamente uniformadas en la entrada a la sala principal, habían sido cruzados, y en el fondo del recinto se divisaba el mítico templete desde el cual los cuatro grandes dirigían a la Cámara hegemónicamente. La luz a diferencia de las otras salas, era discreta, de manera tal que los rostros de los demás asistentes eran difusos y ninguna expresión podía verse en ellos; Raúl atribuyó tal fenómeno no a la visibilidad, sino al hecho de que esas personas se habían entregado a los grandes, vendiendo su personalidad y hasta su esencia en pos de un sitio cercano a los más opulentos y el resultado era una cara sin forma, un hombre sin rostro.

Ruiz continuó su paso sintiendo la proximidad de Lía a su cuerpo que se traducía en una calidez notoria mientras caminaban, y por un momento recordó que esa calidez en antaño le había dado fuerzas y templanza para resolver sus retos, pero que ahora era un aspecto más del que debía cuidarse. En esos pensamientos estaba cuando se encontró directamente enfrente de los cuatro y la voz de uno de los dirigentes, el que estaba ubicado a la extrema derecha en la mesa de marfil comenzaba a sonar como un estruendo.

-Raúl Ruiz, ha sido llamado aquí por un motivo en especial, pero antes de que hablemos nosotros, es nuestro deseo saber que es lo que piensa usted de nuestro llamado.

Raúl apenas reparó en esas palabras, pues estaba casi consternado al ver que los cuatro rostros de los grandes se parecían mucho, de hecho era como si estuviese frente a una sola entidad y no ante cuatro personas cuyo único poder radicaba en la inmensa influencia de su dinero. Mientras tanto Lía con la seguridad que la caracterizaba se colocó al lado del Emperador en una pose relajada, esperando escuchar las impresiones de ambos bandos.

- Mi impresión ante el llamado no es más que de expectación, pero dejaré la incertidumbre para volver inquisitiva mi presencia preguntándoles el motivo por el cual ustedes consideran que mi persona ha hecho los méritos suficientes para acceder a esta sala, pues de todos los miembros es conocido que su sistema a pesar de ser en ocasiones aleatorio, se basa en los logros de los miembros de la Cámara.
- Nada de aleatorio tienen sus logros señor Ruiz, interrumpió el hombre de la derecha, es de todos sabido que usted sobrevivió a la gran crisis a diferencia de los otros jóvenes que de su generación surgieron, pero aunque eso en sí es impresionante, lo que más nos intriga es la manera en que lo hizo. No fue sino gracias a las propias inversiones de sus empleados que logró salir a flote, de alguna manera, a pesar de que les paga el mismo salario que nosotros a nuestros empleados, a pesar de que sus prestaciones no son distintas, a pesar de que son solo empleados comunes, usted ha conseguido algo que no podría ser comparado más que con el fanatismo, pues ellos de una manera inexplicable han dado sus utilidades y algunos hasta sus ahorros para salvarle las empresas a usted, lo han secundado y apoyado inclusive, cuando fue llamado a los Tribunales Judiciales por hacer uso de las utilidades de ellos, esa confianza ciega que usted les ha generado, esa manera tan fanática en que lo siguen, esos vistosos nombres con que les llaman a usted y a sus socios sus empleados, todo eso nos interesa y en tal virtud ha sido convocado a este recinto, pues antes no habíamos conocido un caso como el suyo.
- No podría concebir la palabra fanatismo como base de mi Comunidad, ni me extrañaría de esas acciones en lo absoluto, lo poco común en este caso, hubiera sido no ser apoyado por los comunitarios, ¿o acaso no lo ven así? Así son las familias, las que están bien integradas, que no han sido víctimas de la segregación y del desgaste de los valores, pueden separarse, pero no dejarán de apoyarse mutuamente, tendrán problemas y los resolverán dialogando y haciendo convenios, necesitarán dinero y el que lo tenga se lo dará al que no, necesitarán comprensión y la recibirían a manos llenas y no se dividirán sus logros entre unos pocos, sino que los compartirán con los demás miembros.
- Todo eso suena muy lindo señor Ruiz, pero no encaja con el sistema en que vivimos, nosotros somos visionarios, a las “familias” como usted llama, les quitamos lo que estorba, de nada sirve un miembro que retrasa, de nada sirve uno que no es productivo, no se puede sustentar a uno que traiciona o miente, no se puede esperar al que es más lento, nosotros no limitamos nuestras acciones a algo que pueda ser irracional, los negocios no se tratan de eso, se tratan de ganancias y crédito, se tratan de utilidades y productividad, se tratan de empleados y patrones, no de personas, no de lazos, no de familias.
- En ese caso no comprendo que les llama la atención de mi estrategia, si ustedes están tan convencidos de que su sistema es el correcto, por que no simplemente lo siguen y se quedan a observar como triunfan ante el mío y como me rezago y pierdo todo el dinero de mis comunitarios por ser tan sentimental.

Los grandes se miraron entre sí y a penas en ese momento Ruiz pudo adivinar una expresión en ellos, la ira, la cual rápidamente fue disipada, pues era bien sabido por ellos mismos que ningún sentimiento debía mezclarse en sus negociaciones.

- Señor Ruiz, no podemos dejar de notar los cuatro que sus ojos son de color gris, una coloración extraña, pero a la vez intermedia, ¿no lo cree así? Ni negro ni blanco, solo una mezcla de ambas que se queda en un intento de llegar a ser algo serio y definido. Así es como lo vemos a usted, con su ilusiones y sus filosofías no llegará a tener el color completo, no será usted ni blanco ni negro y se quedará en el simple campo de los que deambulan en busca de su supervivencia, nosotros en cambio sabemos lo que es el blanco y o que es el negro, nosotros podemos encausarlo a usted para que logre salir de su posición y nunca más vuelva a preocuparse por el dinero, y si tanto le preocupan sus colegas y empleados, hasta podría ir por ahí manteniéndolos y aún así conservar más que suficiente para una vida de lujos, todo eso puede ser suyo, conservar su exótico estilo, pero definirse, unirse al blanco o al negro, ser poderoso y hasta quizás, en el futuro, llegar a ser como nosotros, y todo eso, como usted bien sabe, no se lo ofrecemos gratis ni por su propia persona per se si no que por que nosotros deseamos tener empleados así, que entreguen su existencia por nosotros, que se conformen con migajas sin ningún comentario mientras nos producen millones.
- ¿Para qué desean eso? Ustedes me han dicho que son visionarios y tienen la doctrina correcta para ser exitosos, ustedes me han dicho que inventaron el crédito y la productividad y que podrían dar la más grande de las cátedras a esos respectos, ustedes me han dicho que son dueños de los matices más definidos de la vida y que han sido dueños tanto del negro como del blanco, todo eso lo tienen, de todo eso son dueños y dirigentes “cuatro grandes”, ¿para qué pueden desear empleados así?
- Nosotros lo queremos todo señor Ruiz, es la propia naturaleza del hombre desear más de lo que ya tiene, puesto que la utopía del hombre que lo tiene todo a demás de inexistente debe ser muy aburrida. Queremos los incrementos que usted tiene en sus utilidades y sus ganancias de manera periódica, queremos su “Comunidad” señor Ruiz.

Raúl sintió un estremecimiento mientras escuchaba esto, por que sabía hasta donde eran capaces los grandes de actuar por algo que deseaban, y aunque no les temía, su objetivo era proteger a la Comunidad y sus integrantes y lo que menos podía permitir eran represalias en contra de los comunitarios derivadas por su causa, por lo que, una vez superado el estremecimiento, volvió a arremeter.

- ¿En concreto qué desean de mí señores?
- Que considere una absorción de sus empresas, una fusión si gusta, las ganancias para usted son muy considerables y tendría el aval de nuestras corporaciones protegiendo a sus queridos empleados, y ganaría tanto dinero que podría conservar su estilo de vida extravagante.

El Emperador recordó la propuesta de Mindell y el rechazo de ella, y a su cabeza la asaltó una idea oscura, pues quizás Mindell podría haber… No, imposible, rechazó en su mente el Emperador, pensando que lo que debía hacer ahora era apoyarse precisamente en sus pilares y no desconfiar de ellos. Además, ¿cómo podría Mindell llegar hasta la Sala Principal antes si ni él lo había hecho?

- Señores un tema así no puede ser discutido de esta manera y estarán de acuerdo conmigo en eso, sin embargo les adelanto que es plenamente conocido que en sus fusiones y absorciones de empresas, cambian todo el esquema y despiden gente al por mayor de acuerdo a sus intereses, cosas que no podría aprobar y de hecho no lo hago, así que me retiraré de la reunión.
- Al menos hemos llegado a su mente señor Ruiz, y sabemos que meditará nuestra propuesta, de lo demás puede usted marcharse.