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viernes, 24 de diciembre de 2010

Adieu - Cowboy Bebop

Brevedad

La felicidad es solo el conjunto de hermosos pero breves instantes, es imposible ser feliz por siempre, pero como quisiera disfrutar a plenitud los momentos que me regalas con tu mirada y tus labios.

Sin embargo, se que no podrá durar para siempre, la naturaleza del amor es ser efímera, como efímera es la vida de las rosas que te ofrendo cotidianamente, como corto es el instante en que por fin nos conectamos después de tantas discusiones y malos entendidos, como pequeños son los tiempos en los que no hay más obstáculos por librar.

Quizás mis letras también desaparezcan, tal vez llegue el momento en que te causen hastío, aburrimiento, tedio; a lo mejor hasta mis labios llegan a cansarte, por que si la vida misma se va, nuestro sentimiento no podría ser eterno; pero me gusta consolarme en tus brazos y sentir que puedo expandir el brevísimo instante en que me fundo al calor de tu cuerpo y de ese modo, aunque sea también una bana brevedad, alejo al miedo que amenaza con atraparme entre sus redes.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Hermano II

Nos quedamos callados y el silencio se hizo eterno, incómodo, bestial, como si tratara de devorar los sollozos que no derramamos por pudor, por "hombría" por pura compasión; entonces repetiste "tengo miedo" y yo entendí lo equivocado que estaba al haberte dejado de lado, persiguiendo como siempre sueños de opio no correspondidos, pero ese sangriento atardecer que no dejaba de poseer el momento acalló mis fallos y solo continuamos viendo pasar el tiempo.


Pienso mucho en si podrás darme otra oportunidad para poder apoyarte en estos tiempos de incertidumbre, quisiera que creyeras en mi cuando te digo que siempre serás mi hermano, pero las acciones dicen más que las palabras y perdido como me encuentro, estafado, engañado por mi propia estupidez nuevamente, no se si yo mismo pudiera creer en mis lineas.

Hermano

"Sentir dolor solo puede ser una señal de seguir con vida", escuché mientras las luces se hacían borrosas y los rostros difusos por mis lágrimas, quizás nadie en realidad hablaba, quizás solo varias personas mudas de indiferencia pasaban por aquel pasillo pintado de blanco triste y derruido de  aquél hospital que incolume veía pasar gritos, risas y hasta muecas que simulaban gestos amables.

Por la ventana que se asomaba al final de ese pasillo, mis lágrimas se ocultaban de tu rostro y a la vez me impedían ver el paisaje que tú me mostrabas cansadamente, pero lo más difícil era no dejarlas caer en tu presencia para no lastimarte aún más.

Siempre fuiste mi ejemplo a seguir, el tipo que no se cansaba nunca y que podía correr mil aventuras conmigo infundiéndome las fuerzas que a mí me faltaban, el sujeto que siempre tenía el comentario mordaz, la sonrisa franca, la exageración superflua, el chiste nuevo o simplemente la mirada sincera para seguir adelante, ahora tratas de ahogar tus propias lágrimas que también me quieres ocultar para no causarme más remordimiento.

¿Acaso vivimos nuestras vidas de un solo golpe? preguntaste, y yo solo pude hacer una reflexión para mis adentros: en qué momento nos hicimos así de viejos, como para estar los dos lastimados en ese hospital tan conocido, tu interno y yo de visita, cuando lo normal en el statu quo de nuestras historias era que tu fueras a verme en uno de mis ficticios achaques.

Sin embargo aún somos tan jóvenes, aún conservamos la ilusión de hacer nuestros proyectos realidad y así no dejarnos devorar por la vorágine del conformismo y de la vida barata de la comodidad, pero, alrededor de este paisaje desolado y desolador, todas esas metas parecen cual menos inalcanzables.

De pronto rompes el silencio tan incómodo que acalla nuestro mutuo malestar, y me dices a quemaropa "tengo miedo", y yo comprendo que jamás te vi asustado antes, entonces me doy vuelta a la ventana como queriendo escapar a ese paisaje de la ciudad, que momentos antes me has dicho que te parece ver tan cerca, con sus torres y su esmog, con su gente y sus insultos, con sus devenires y sus historias y sin embargo ahora esta tan lejos de tí; y así como así, fingiendo o tal vez solo viendo pasar las horas, llega para cobijar las palabras no dichas el rojo atardecer...