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sábado, 4 de julio de 2009

Capítulo 15 La soledad

La soledad, el miedo a la soledad o su deseo mismo, la terrible voracidad del egoísmo que aflora por los poros para no sentir que desapareces solo, para no soñar vacío sin una respiración que calme tus temores, sin un cálido roce que te haga olvidar los misterios de la muerte, sin un arañazo en el frío de la vida misma.

La soledad, la compañera común de las dos personas que caminan lado a lado, que estando tan juntas a penas y pueden notar que hay algo que emana como un calor humano, dos personas que no pueden soportarse, por ingratitud o por gratitud, por cobardía o por valentía, por decisión o por destino, que si no son la misma cosa, al final sí convergen, y que terminan conducidos a una patética compañía, un disfraz de sinsentidos que llaman la comunión de sus días.

- Quiero estar contigo Raúl, me da miedo tu casa sola, no me acostumbro, es muy pronto, tú me conoces, soy tan friolenta.
- No sigas pretendiendo que puedo conocerte Lía, no abuses de la extraña razón que aún no comprendo de aceptarte en mi morada,  tan solo quédate quieta, al menos esta noche permite que las cosas que habitan mi mente se dispersen, después si quieres habla, grita, que a fin de cuentas no se si podré escucharte.
- Esa razón es la que quiero conocer, quizás sea todo menos eso: “razón”; a lo mejor no lo sabes, pero sí me conoces, eres la única persona ante quien pude mostrarme vulnerable.
- Te pido de verdad que lo dejes, ya en un principio lo he rogado, ahora lo reitero, no sigas con palabras que nacen muertas, deja que esta noche los cantos se disipen y solo haya silencio, el silencio de la soledad que reina y reinará por siempre en nuestras vidas.
- Soledad, es a lo que más le tememos, tu y yo Ruiz, por eso es que fuimos…
- ¡He dicho que te detengas! No hables cuando no sabes que provocarás, deja de lado tu maldita manía de libertad inicua, esa que te lo permite todo con tal de no herirte, de no involucrarte, de no retenerte, de no sacrificarte; ya basta por favor mujer.
- Es por eso que tus ojos son grises, por que siempre te detienes, te anclas a los demás, te importan, pero en el fondo eres como yo, no te gusta sentirte solo, odias la idea de dejar la existencia sin que nadie lo note, sin que tenga sentido, sin que valga de algo la pena, tus ojos son grises porque, como te han dicho hace unas horas, no has decidido darles el color que merecen, la libertad que tanto te hace falta y que tanto te redituaría.
- Repudio la libertad, si esa libertad me impide conocer aspectos más profundos de la vida, ¿de qué me sirve estar a salvo si no pruebo las mieles de los matices tan opuestos de la vida? Si no puedo amar intensamente por temor a ser herido, si no puedo confiar con todo mi corazón por miedo a que me traicionen, si no puedo realmente ser libre, por servirle a una libertad que me esclaviza.
- Te sirve para vivir con la meta en ti mismo, para poder desarrollarte como se te de la gana y solo para tu persona, para estar por encima de los crédulos que se conforman, que se flagelan pensando que su manera de ser les traerá algo; nada encontrarán al final de su mojigata existencia, solo alguien que los traicione, otro más que los use, muchos que los difamen, y absolutamente nada que los reivindique.
- Una vez pensé que eso es todo lo que había, mentiras, poder, dinero, sexo y vísceras, una vez también tomé la vereda del utilitarismo para servirme de otros y prosperar yo mismo, una vez fui algo distinto del “Emperador”, y esa ocasión fue cuando te marchaste Lía.
- ¿Insinúas que ahora tu vida es mejor que la mía? ¿Que encontraste un sentido mayor y más profundo en tu existencia y que estas como iluminado por esos conocimientos?
- No, aún no he encontrado lo que busco, aún sigo moviéndome todos los días en ese universo que es tu credo.
- Entonces… ¿Cómo logras seguir pensando que hay algo más?
- Lo creo, por que he decidido creerlo, buscarlo, encontrarlo, y hasta ese momento, no me interesa si mi mirada es gris, o si la gente me usa, no me interesa si estás aquí para obtener mis bienes, no me interesa si la gente se ríe de mi a mis espaldas, ni me asusta en lo absoluto si estoy equivocado, por que como te dije, yo ya lo he decidido, no escaparé al primer contacto del dolor, ni viviré a través de los otros usándolos, ni me conformaré con todos esos objetos materiales que puedo tener si quisiera, no me conformaré con tus expectativas, por que…
- ¿Por qué Raúl Ruiz?
- Por que no soy como tu, siempre seremos diferentes.
- Te equivocas, pero podrás descubrir tu error, estoy segura, ¿sabes por qué? Por que yo aprendí a no temerle más a estar sola, a que ese estado me sea útil, a que de esa forma no haya más puntos que me vulneren, ni más dolores que me sofoquen. Sin embargo, ya lo ves, estoy aquí contigo por que reconozco lo que vales y lo que eres Raúl, y por que no te tengo ni te tendré miedo, a ti no Raúl, a ti no podría ni siquiera odiarte.

Lía sujeto las manos del Emperador y por un segundo sintió el mismo temblor trémulo de antes, pero Ruiz se marchó y la dejó nuevamente sola en su casa, desapareciendo entre la noche y los edificios de la Comunidad, como si fuera parte de ese paisaje, como una estatua, como la escarcha que en las mañanas recubría todas las ventanas.