Vistas de página en total

martes, 30 de agosto de 2011

Gamble III

Nuevamente las hojas que se levantaban en sutil vuelo distraían su atención, era una imagen recurrente y sin embargo, por mucho que se repitiera, siempre tenía una particularidad más que notar, que capturar en la memoria para darle forma con la mente y convertirla en poesía improvisada para aquella a quien esperaba.

Él no sabía como describir esa sensación en su pecho, la emoción de la conquista y del flirteo, de solo arrojar un poco el anzuelo y obtener siempre la pesca de lo incierto, de la aventura por sí misma, de la competencia que se repetía una y otra vez a lo largo de su vida.

De niño en los juegos, de adolescente en las materias, de joven adulto en las mujeres, las cuales siempre tenían algo distinto que ofrecer; las maduras experiencia, pues sentía que ellas veían su tiempo marcharse a prisa y por tanto no tenían humor para juegos y coqueteos, eran directas con lo que querían y no se andaban por las ramas, casi siempre divorciadas sabían demasiado acerca de las conversaciones trilladas como para entrometerse en alguna, las jóvenes ingenuidad, un montón de ilusiones disfrazadas de control e indiferencia, de desdén y sensación de mujerismo fatal que rayaba en lo tierno desde su punto de vista de conquistador.

Muchas y muy variadas, y sin embargo ninguna menospreciada o insultada, todas ellas tenían su sitio, un lugar en sus ideas que lo tenían siempre ocupado en sus textos, sus canciones, sus anécdotas, todas ellas diseñadas con precisión para alcanzar sus metas; habría alguno que cuestionara sus formas, pero nadie sus resultados, y es que, como antes, en su infancia, lo que importaba era ganar, sacar algo de cada esfuerzo, llenarse de uno mismo en la victoria y nunca flaquear en la derrota, como cuando había derrotado a sus rivales uno por uno a los golpes, en las máquinas y en otros juegos, como cuando había sacado la casta entre sus amigos y primos teniendo novia antes que sus otros contemporáneos, como cuando había deslumbrado a todos en un concurso de canto, así se sentía salir a cazar nuevamente, esa emoción inundándolo todo y diciéndole que al final él saldría victorioso a pesar de los pronósticos.

-          Disculpa la tardanza, tuve problemas para salir del hospital temprano- dijo ella entre sofocada y nerviosa, demostrando en sus mejillas sonrojadas algo más que el cansancio de la carrera emprendida.
-          No hay espera más dulce que la que conlleva algo valioso, y no se de nada más valioso que esa sonrisa de tu boca que me vienes regalando apenas llegas…
-          Tú siempre hablando en verso, se me hace que así le dices a todas eh…
-          Quizás, pero no a todas les puedo escribir versos como este que te tengo a ti, ¿y sabes por qué no?
-          ¿Por qué señor don Juan?
-          Por que no todas me inspiran lo que tú…

La tarde transcurre entre risas nerviosas y versos lindos, ella no lo sabe, pero en ese momento su simple presencia inunda el pecho de él con la sensación de que ha nacido una nueva aventura…

Gamble II

Esa noche cálida él observaba a través de la ventana hacia el mar, mientras sostenía un puro sabor vainilla al que le hacía los honores. ¿Por qué era tan difícil ser él mismo?  Compenetrarse con los demás, que le parecían tan diferentes, a pesar de compartir un mismo plano en sus existencias.
El oleaje le recordaba lo pequeño que era en comparación con el océano rugiente de almas que constituye la vida misma y entre tantas ellas, parecía que ninguna lo comprendía plenamente, ni siquiera sus camaradas que lo acompañaban a cada una de sus aventuras  parecían entender, cuando llegado el momento, se perdía en su abstracción para meditar acerca del porvenir, pero sobre todo, de sí mismo;  tampoco aquella con la que empezaba a compartir trozos de su alma le daba la seguridad de ir a su lado en aquel viaje incierto que le deparaba el futuro.
Sentirse extraño aún entre aquellos que parecían sus iguales  era constante en sus días, sin embargo,  por alguna razón entre los tres que compartían con él esa imagen, sentía confianza y por un breve instante, no se sentía solo en ese camino tan complejo que había decidido recorrer.
-          El camino que tú has elegido es el más difuso, porque decidiste hacerle frente a este gran muro de la “realidad”, quizás yo no pueda seguirte el paso, pero estaré apoyándote, los que te queremos, estaremos ahí ganes o pierdas.
-          ¿Y si no llego a ningún sitio?
-          Descubrirás que el camino en sí mismo es el verdadero reto.  
La conversación rondaba su mente y la noche seguía su paso, nuevamente el oleaje se hacía presente comenzando a arrullarlo, a pesar de haberlo llamado “viaje a ninguna parte” como una broma a las situaciones que vivían y a la música que escuchaban, lo cierto era que se convertiría en un parteaguas que los marcaría a todos… 

martes, 2 de agosto de 2011

Gamble

Ella escondió su mirada nuevamente, pero qué caso podría tener si su alma yacía desnuda enfrente de él, mientras tanto los ojos de él se movían nerviosamente, como impedidos de quedarse quietos, pues la estática para su mente incontenible, era igual que la muerte, ambos sabían que todo terminaba, pero ninguno quería hablar, ambos se negaban a comenzar su epitafio, el epílogo de una historia que jamás volvería a ser contada, como nunca regresan las hojas que se marchitan en el otoño, como jamás vuelve aquella mirada que solo se regala una vez en la vida.
- Dime al menos qu estás segura y me retiraré contento con la frente en alto.
- Es que no lo estoy, no puedo saber si me estoy equivocando, no quiero pensar si me estoy equivocando.
-Tienes razón, he formulado mal mi petición, al menos dime si es esto lo que quieres, lo que te dicta el alma, ese espíritu libre y a la vez condecendiente que te habita.
-  Te repito que no lo se, lo único que se es que te voy a extrañar, que ahora mismo he comenzado a hacerlo.
- Eso querida mía, no es una respuesta, pero considero que no puedo exigirte ni exigirme nada más que esto, después de todo lo único cierto es esta incertidumbre, después de todo lo único que tenemos es el azar y nuestras pretendidas decisiones... así que si de menos has decidido, yo me marcharé como te prometí, sin aspavientos, sin dolores, ni mucho menos reproches, solo con la imagen de tu felicidad que es mi premio.
- No se si voy a casarme a fin de año, no se que vaya a ocurrir, lo único que se es que he comenzado a añorarte, a depender de ti, a confiar en tu escencia, sin necesidad de oir tus palabras.
- En cambio lo que yo se en este momento es que mi corazón nuevamente está partido en dos mitades, una desea fervientemente volver a esperarte y prometer que estaré ahí si me necesitas, pero la otra no está dispuesta a pasar por eso, la otra sabe que no lo soportaría, que no es lo que me merezco y esta vez, debo dejar que gane la cordura en vez de la apuesta.
- Entonces no puedo decir nada más, no podría obligarte ni detenerte, no podría decirte si me estoy equivocando.
- Pero si puedes irte y dejar que me vaya...

Dejar ir es una virtud que pocos tienen, pero todo pasa y nada permanece, ahora ambos caminan juntos, pero saben que están más distanciados en su cercanía de lo que nunca volverán a estar y que como la tarde, aquello también se termina.