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lunes, 26 de octubre de 2009

Capítulo 18 El descubrimiento de Herson

La mañana siguiente a la visita de Raúl a la Cámara y a su extraña incursión bajo la lluvia, Herson se dirigió a la reunión matutina, para dar algunas explicaciones por la ausencia del Emperador y la de Julia, quien se había quedado cuidándolo un poco más para después irse a la Clínica de la Comunidad, pero la única persona que se encontraba en espera de la reunión era Mindell Quintana quien leía algunos diarios en apariencia concentrada.

-¿Dónde esta Grosso Mindell?- Inquirió Valdés

- No tengo idea, soy el primero en llegar, pero ya es tarde, lo más seguro es que no venga, ¿Tu sabes donde están los demás Valdés?- contestó Quintana.

- Raúl y Julia atienden otros asuntos- mintió Valdés, aunque la verdad es que no le gustaba hacer esto, pero deseaba darle tiempo a Ruiz para que él mismo explicara al Consejo sus acciones y cualquier otra cosa que pudiera aclarar el por que de su comportamiento de la noche anterior y de esta manera no lo metiera en dificultades que pudiesen agrandar el problema.

- Vaya, pues yo únicamente me presenté para saber que nuevas traía Raúl de la Cámara, hay unos rumores muy infundados y hasta estúpidos acerca de una nueva crisis, la verdad es que me gustaría saber si los Grandes y su camarilla tienen alguna respuesta a esto, en este medio es muy importante la imagen que se proyecta ¿no crees Valdés? Una imagen fuerte y despreocupada del porvenir es lo que se necesita para no generar desconfianza entre los socios, colaboradores y filiales, y espero que nuestro Emperador, tenga en mente eso, ¿es muy importante que sea conciente verdad?- Farfulló Quintana con una voz metálica y muy baja, como si quisiera poner a prueba a Valdés, o incitarlo a algún comentario.

Herson sintió un sabor amargo en la boca, entre ambos, Quintana y él, jamás había existido la mejor de las relaciones, pero se llevaban estrictamente en lo profesional, honrando su papel de pilares, pues Herson estaba consciente de que ser amigos entre los propios pilares, o entre todos ellos, quizás no era la forma correcta de conducir un monstruo tan grande como la Comunidad, así que se las arreglaba para respetar a sus compañeros por sus habilidades y aunque no ponía en tela de duda ni un segundo la “magia” de Mindell con las finanzas, esta ocasión, él si creía en los rumores “estúpidos” de los que se hablaba y no estaba dispuesto a asumir una actitud tan falsaria en esos momentos, lo que aunado a su irritación por los comentarios que asimiló como en contra de Ruiz, le contestó a Mindell de una forma más a la defensiva.

- Estará consciente como siempre lo está Mindell, pero no creo que esté de acuerdo con tu postura, él es un hombre íntegro y sabe cuando debe tener precauciones y cuando los rumores “estúpidos”, lo son únicamente por ignorarlos, tu no estabas aquí todavía cuando la Gran Crisis se avecinaba, pero los rumores eran parecidos, y tristemente las actitudes de los líderes hacia ellos fueron las mismas que las que tu planteas, fue por eso que tantas y tantas nuevas promesas desaparecieron y muchísimas personas entraron a la miseria total, en cambio nosotros sobrevivimos, tomamos una actitud desconfiada hacia los que nada hicieron y previmos las eventualidades, aún así fuimos casi consumidos, pero no dudo que hubiéramos desaparecido totalmente de haber actuado como ahora sugieres.

- Me parece Herson que estas generalizando, y una persona que sabe…- titubeó un segundo Quintana, rojo de ira, pero se contuvo- que sabe de su área, que es la economía, se da cuenta que ninguna ocasión es igual y que lo importante es saber leer las señales, en esa ocasión, aunque no estaba aún entre sus filas, si supe leer esos signos y le previne a mis entonces patrones, quienes fueron necios e imbéciles para escucharme y fueron arrastrados con la crisis, por lo que yo considero que merecían su destino…

- ¡No infieras que el quedar en la miseria y perderlo todo pueda ser cosa de “merecer” o no un evento!- interrumpió enérgicamente Valdés- la justicia es lo que menos existe en esta clase de crisis, quizás tuvieron responsabilidad por no preocuparse y actuar, en vez de quedarse aparentando estabilidad, pero ¿cómo puedes juzgarlos si propones lo mismo ahora Quintana?

- Te repito compañero que no es lo mismo, simplemente por que en esta ocasión, no existen de ninguna manera señales que pongan en evidencia la proximidad de una crisis tan grande o aún más, como dicen los exagerados rumores entre el medio, la mayor parte de las empresas utilizan el modelo de los Cuatro Grandes y ese modelo pudo superar la crisis también, no olvides que incluso ellos se afianzaron en sus posiciones en la Cámara empresarial después de la crisis…

- ¡Claro que la afianzaron! Ellos fueron avisados de las devaluaciones antes de que ocurrieran por los esclavos que tienen en el Congreso del País, los mismos inconscientes, corruptos y ladrones que provocaron la crisis de aquel tiempo, fueron apoyados por el Gobierno, quien volvió sus deudas particulares en deuda pública para todos los habitantes y hasta nosotros les pagamos para que pudieran mantener sus lujos. Claro que se afianzaron, por que ellos mismos vieron que nadie sobreviviera además de los que se les unieron sumisamente, de esa manera y al no tener competidores fuertes, ellos quedaron como los “estoicos triunfadores de la crisis” y claro, quien podría poner en duda su modelo económico, si éste les fue otorgado por sus compinches en el poder y hasta la fecha les ha servido a costa del país. Pero las señales sí están ahí Mindell, quizás no sean evidentes en números y especulaciones, pero si lo son en factores reales, como la pobreza en aumento, la degradación de las instituciones, la ignorancia en que nos sumen los medios, el continuo malestar de la clase obrera y de los grupos marginales y el obvio desgaste del modelo que actualmente sustenta todas esas abominaciones- dijo fuerte y confiadamente Herson interrumpiendo nuevamente a Mindell-.

- Todo lo que dices no es más que una vaga apreciación subjetiva tuya Valdés, pobres siempre ha habido y habrá, inconformes siempre ha habido y habrá, corrupción siempre habrá habido y habrá, además de que no puedes demostrar de ninguna manera que en verdad los Grandes estén coludidos con el Gobierno y éste les sirva de apoyo para sustentar su modelo, esos son solo dichos de gente rojilla que cree en fantasías para pasar su ocio, el modelo de los Grandes va en aumento y el nuestro puede ir en declive total si no nos actualizamos Valdés, te digo que lo nuevo es la emisión de acciones que propongo, lo que nos dará la solvencia para el porvenir, y no permitiré que el Emperador sea tan necio como los otros que han desaparecido, por que precisamente para eso me contrató, para suplir sus deficiencias, que claro que tiene, y si no soy capaz de hacer mi trabajo, no tiene caso que estuviera aquí, así que sugiero que dejes las cosas económicas en mis manos y te dediques a tu área, yo convenceré finalmente al Consejo y al Emperador de lo que es conveniente y yo tomaré las riendas de… -Calló Quintana por un momento titubeante- la sección económica de la Comunidad, ya que ese es mi trabajo, esa es mi área y no interfiero ni espero que interfieran de las demás áreas.

Mindell se levantó y se marchó apresuradamente, Herson se quedó impávido ante lo que había dicho Quintana, la ira iba pasando poco a poco, pero en su lugar se quedaba la incertidumbre y desconfianza, pues Herson casi podía asegurar que Quintana estaba equivocado, y que además de eso, sus intereses eran contrarios a la Comunidad, pero no podría demostrarlo fácilmente, después de todo solo él había escuchado lo que había dicho, y a pesar de que hubiera podido decirle a Raúl, la intervención de Raúl de forma arbitraria, únicamente fundada en el dicho de Herson, lo haría ver nuevamente visceral, despótico y totalitario, y eso era lo menos que necesitaba, así que se encontraba en un problema difícil. En esos pensamientos se encontraba cuando una silueta se proyectó frente a él, una silueta de mujer que poco a poco fue reconociendo, se trataba de Lía Alarcón.

- ¡Herson Valdés! Que novedad es verte, aunque no sorpresa, pues estaba segura que serías uno de los socios de Raúl, tu siempre estuviste apoyándolo y eras su mano derecha, así que debes ser muy importante para su proyecto- dijo alegremente Lía mientras lo miraba escrutándolo-.

- La única sorpresa, y por cierto, indigna, es verte aquí Lía, creía que hasta tú podías ser capaz de tener algo de integridad y dignidad, pero no sería de un caballero decirte las demás cosas que opino de tu presencia y no sería útil para mí quedarme en tu compañía para seguir tu juego, cualquiera que este sea, así que te demostraré tu importancia largándome de este lugar y pidiéndote que mientras no estés aquí por la aprobación del Consejo, te constriñas al lugar que Raúl te dio como posada, y ahí le esperes- dijo muy contrariado Valdés, quien no soportaba el hecho de tener que pasar por dos momentos agrios tan próximos y decidió marcharse.

Lía ni siquiera se inmutó, sabía que Valdés sería un obstáculo, pero no insalvable, así que le divirtió su ira y pensó en desobedecerlo y dar una vuelta por la extensa Comunidad, mientras averiguaba el paradero de Raúl.

jueves, 22 de octubre de 2009

Capítulo 17 Redención

Octavio pasó varias horas relegando trabajo, su malestar no desaparecía y aunque quería distraerse de él, solo podía enfocar más su atención en ello, por esa razón sabía que no rendiría lo mismo en sus labores y se encontraba deseoso de que sus colaboradores lo hicieran.

Mientras tanto, acudió a su oficina, cosa rara en él, se quitó los zapatos y el saco sport, y se reclinó en el sofá que se encontraba en un rincón de la misma, con vista a una pantalla plana de tamaño considerable, que a pesar de su lujo era pocas veces usada por alguien, solamente por él en días raros como ese, o por algún secretario furtivamente, en busca del resultado de algún juego deportivo, o una serie de novedad, pero ese día Grosso se acomodó plácidamente, o al menos lo más que le permitían sus dolencias y comenzó a ver ociosamente algo que pudiese distraerlo al menos un poco del molesto hormigueo punzante de su abdomen.

En medio de las patéticas programaciones de la televisión, que naturalmente no conseguían distraerle de su molestia y por el contrario le provocaban más nauseas, lo único que le quedó era fijarse en la publicidad, su área, su pasión, y extrañamente también su disgusto más grande, cuando como en ese momento, veía comerciales basura, un desperdicio de dinero y minutos al aire que seguramente resultaría en una campaña fracasada para la marca que los había comprado; asimismo se fijaba en algunos comerciales de cerveza y otros embriagantes, y además de la sensación de un picor excitante y sediento en su paladar, también éstos le allegaban memorias más alegres, cuando, como en la publicidad que veía, él también estaba en bulliciosos bares y fiestas madrugales, bebiendo y sintiéndose tan libre, como nadie más podía serlo, tan grande y tan joven como cualquier actor de los comerciales, o quizás más, tan poderoso como el mismo Ruiz, o quizás aún como los Cuatro Grandes.

El alcohol en su vida era más que una bebida o un pasatiempo, era un amigo, un apoyo, una burbuja que le mantenía lejos de los problemas y a veces de él mismo; así que pensando en sus diarias tropelías acompañado de su “amigo”, su memoria se remontaba más y más atrás en el tiempo, y de esa forma pudo ver los días de su niñez, cuando su padre era tan importante, tan rico, tan grande, tan ausente, tan voraz, tan frío, tan extraño, y tan irreal, quizás tan irreal como las pinturas con las que engalanaba su hogar, cuadros de autores renombrados, que aunque para un niño de la edad de Octavio, eran sumamente difíciles de apreciar, si eran capaces de infringirle miedo como para tocarlos, bajarlos, o hacerles alguna maldad, pues su madrastra siempre le amenazaba con el latente “no lo hagas o te las verás con tu padre”, entonces para Grosso esa amenaza hacía que su sangre se helara y que sus pequeñas piernas temblaran por horas buscando reprimirse en una necesidad de tranquilizarse y dejar eso atrás, para continuar con sus andanzas de niño.

La madrastra de Octavio era una mujer joven y muy bella, se había casado con su padre unos pocos años después de su nacimiento y muerte de su verdadera madre, y la comunicación que mantenía con el entonces niño Octavio, era básicamente para reprenderle, atemorizarle y correrle de su vista.

Así las cosas y mientras los años pasaban y los juegos iban haciéndose más escasos, Grosso se preguntaba lo que sería tener un padre, uno como los que tenían varios de sus compañeros de colegio, esos que a pesar de ser considerablemente ricos también, dedicaban horas y hasta días importantes de sus vidas con sus familias, paseando a sus hijos, comprándoles juguetes, jugando con ellos, en fin, todas esas cosas que empezaban a causarle una añorancia importante, a pesar de que se repetía a sí mismo que eran tonterías que no necesitaba, pues después de todo, a pesar de que jamás había estado para compartir una comida con él, su padre era el más respetado de los patriarcas del colegio al que asistía; a pesar de que nunca le había acariciado el cabello por las noches de tormenta, su padre era “la persona que más te quiere en este mundo y hace todo por ti, así que debes dejarlo hacer sus cosas y no molestarlo”, esto a concepto de su madrastra; a pesar de que solo lo conocía como una imagen vaga en su mente, como un hombre gigante que estaba siempre de paso y corriendo por las habitaciones, diciendo maldiciones a la servidumbre y apartándolo si osaba estorbar en las cosas de adultos, él era la imagen de muchos cuadros de su mansión y eso, según su madrastra, debía serle suficiente para respetar su efige.

Octavio se preguntó entonces como era capaz de extrañar a un hombre que no conocía, y se hizo el firme propósito de no necesitarlo, o de necesitarlo lo menos posible, y aunque lo más natural era que buscase el cariño faltante en su madrastra, le resultó peor, pues ella siempre estaba con otra gente, sí en la casa, sí a su vista, sí cerca de él, pero siempre ocupada, siempre en pláticas, en juegos de canasta, en la televisión, en la cancha de tenis con el instructor o en la alberca pero sola, para aliviar sus tensiones.

Octavio entonces no tenía con quien ir, pero seguía convenciéndose de que no hacía falta, después de todo le iba bien, en el colegio sus amigos le envidiaban y respetaban, los maestros no se metían con él, pues las donaciones de parte de su padre, eran un salvoconducto para cualquier reprimenda, todo lo que deseara de objetos materiales estaba a su alcance, y si tenía hambre, sed, frío o alguna dolencia, solo tenía que mandar llamar a la criada para que ella fuera quien le resolviera el problema. Sin embargo, a pesar de que parecía que todas las dificultades se rebajaban a poder llamarle a la servidumbre, había otra que no se podía quitar de encima, la molesta y odiosa soledad, por que ya no era divertido jugar solo, comer solo, salir solo, ya no era divertido fijarse como sus amigos se iban acompañados de sus madres o padres, mientras él caminaba al auto, donde el chofer parecía ser mudo y los demás empleados estaban penados por su madrastra para que no hablaran con él, ya que le parecía que podían maleducarlo con sus bajezas. Entonces, aunque se sentía mal por hacerlo, comenzó a espiar a su madrastra, a verla desde el barandal, mientras ella charlaba con otras mujeres, a observarla mientras jugaba tenis, a quedarse dormido viéndola, cuando ella miraba televisión y a vigilarla desde su ventana mientras ella se asoleaba en la piscina, pues así al menos podía hacerse a la idea de que se acompañaban, de que su madrastra y él alejaban a sus mutuas soledades, y esto lo pensaba, por que en sus furtivas visiones había observado a su madrastra beber y maldecir, beber y quejarse de su suerte, beber y abrazar al maestro de tenis para que se quedara al menos una hora mas, con muy poca suerte; así que Octavio pensaba que ella también se sentía sola, solo que de una forma diferente, de una forma que no podía comprender, pues aún era un niño, y no se imaginaba la terrible soledad que da cuando te rodeas de tanta gente, personas sin rostro, sin voz, que son aún peores que la más cruda ausencia. Pero cuando quiso decirle a su madrastra que no estaba sola, que él también se sentía así y que ambos podían estar mejor juntos, solo recibió una bofetada y un insulto: “niño estúpido, no intentes meterte en el mundo de los adultos, no me estorbes, aprende y haz tus cosas, tus deberes y tus obligaciones, por que eso le debes a tu padre que nos da todo, no vengas con tonterías a verme, estoy realmente ocupada, así como tu también deberías estarlo con tus deberes del colegio”.

Octavio se sintió traicionado, herido, y más jodidamente solo que nunca, y así termino su niñez, para entrar en la adolescencia, y el recuerdo del valor que su madrastra se daba con la bebida, pues era obvio que el alcohol era lo que la incitaba a hablar tan fuerte, a quejarse, a encerrarse con el maestro de tenis, a correr a las sirvientas casi todas las semanas, fue retomado por él, así que empezó a utilizarlo, y efectivamente, con su ayuda las cosas no parecían tan tristes, con su ayuda su madrastra le importaba un comino, y su padre aún más, con su ayuda sentía que podía botar la casa y los bienes de papá para irse a buscar vida solo y feliz, cuando a él le placiera hacerlo, con su ayuda, no volvió a sentirse solo, ni siquiera cuando todo el emporio de su padre se vino abajo y la persona que antes veía gigante e irreal, por fin se quedó en casa muchas horas, pero no fue posible verlo, no fue posible hablarle, no fue posible conocerlo, porque su padre, ya más viejo que en las pinturas, ya más humano que en los pensamientos del infantil Octavio, ya más acabado, sin respeto, molestado, y agobiado por los cobradores, solo atinó a encerrarse en su despacho por horas que se hicieron días, hasta que una mañana, cuando su madrastra se quejaba amargamente con Octavio en el comedor, y se preguntaba cual sería su triste destino, una detonación acabó con la cháchara de la mujer y también puso punto final en la historia de el padre de Octavio Grosso.

Por eso, ahí acostado rememorando una historia que quizás debería de olvidarse, renegó del imbécil matasanos que lo había atendido, pues el alcohol no lo iba a traicionar como su madrastra, ni lo haría ser un fracasado como resultó su padre a fin de cuentas, el alcohol alejaría la tristeza como siempre lo había hecho, pues su salud no estaba minada, él no era débil, él seguiría siendo el mismo hasta la muerte, y aún la muerte era un concepto lejano en el que no se debía ni se necesitaba pensar. Ignoraría al médico, ignoraría el dolor y se iría a su bar preferido, conquistaría una mujer y la tendría toda la noche, probándose de ese modo que estaba completamente saludable, y si Raúl requería su presencia para contarle de la Junta en la Cámara, inventaría una excusa, lo que fuera en pos de su noche de redención, y del final de ese paréntesis tan innecesario, lo que fuera, con tal de volver a la libertad de siempre.

martes, 20 de octubre de 2009

Capítulo 16 Preocupación

Dando pasos débiles se alejaba de su propia morada, no quería preocuparse de a donde iría, solo pensaba en tomar distancia, en adentrarse en las penumbras y volverse uno con los paisajes de la noche, después de todo su corazón estaba frío como aquella tenebrosidad, y para cerrar el círculo del ambiente parecido con su humor, una leve lluvia comenzaba a tomar fuerza, haciendo que cada gota emulara alfileres centellantes golpeando su cabeza.

Debía pensar que hacer, debía olvidarse de Lía, al menos un momento y comenzar a idear una estrategia para defenderse de los Cuatro Grandes y aunque normalmente se apoyaría en sus pilares, pensaba que no estarían de acuerdo del todo con su frívola decisión de que Lía se quedara, aunque fuera quizás solo por un tiempo, pues sentía que nuevamente había excedido los límites y que abusaba de su autoridad sobre ellos, convirtiéndose poco a poco en el Emperador completamente, y es que, ya no podía delimitar en que momento actuaba y en que momento era rebasado por su personaje, una careta que él mismo había diseñado para poder controlar y manejar su creación, pero que parecía estar controlándolo a él.

Sus pasos no lo habían llevado muy lejos cuando la lluvia se volvió en tormenta y el frío avasallador hizo que se detuviera en un claro en medio del camino de su casa hasta la estancia común, entonces decidió que acudiría con los pilares, al menos con uno de ellos y que le compartiría sus pensamientos y penalidades, sin embargo su cuerpo aún resentía su juvenil enfermedad y precaria condición así que el frío, la lluvia y la oscuridad hicieron mella en él y lo vencieron, dejándolo tirado en medio del camino y con el agua subiendo lentamente, amenazando con ahogarlo.

En su delirio vio muchos rostros, todos reclamándole algo, todos hinchándose y exigiéndole cosas más allá de su capacidad, cada uno rogando y gritando, llenando el ambiente con gruñidos, quejas, lamentos y órdenes, todos deseaban algo de su persona y lo obligaban a huir, a transformarse, a deshumanizarse, a colorear sus ojos de gris y a forzar su cuerpo que le dolía por entero, entonces de entre todas esas caras, una surgía, pero esta vez acompañada con un cuerpo, unos brazos que parecían ser los más hermosos y firmes que hubiese visto en su vida y que le ofrecían el calor y el refugio que tanto necesitaba, esos brazos, ese cuerpo de mujer lo conducía lejos a un lugar en que los colores discurrían en formas familiares, cálidas, amorosas, a un sitio donde podía andar desnudo, alejado del traje negro, de los documentos, de las máscaras, del mundo que había creado para poder encerrarse en él, y ese sitio se sentía bien, tan bien que no hubiese dudado en dejarlo todo para quedarse ahí y sentir como su sangre se llenaba de sensaciones placenteras y su cuerpo vibraba en sincronía con tanta felicidad, pero de pronto un trueno desgarrador venido de las lejanas penumbras lo desgarraba todo y lo que antes era claro y bello se volvía en una tormenta de llamas y calor abrazantes, y ese rostro de mujer revelaba su verdadera naturaleza, se trataba de Lía, quien nuevamente le traicionaba, le arrojaba a las tinieblas, le dejaba sin ilusiones y vagando perdido nuevamente en mundos que cortaban sus sueños y le obligaban a despertar.

Sus ojos le dolían y la luz de la habitación lo molestaba, poco a poco pudo distinguir correctamente y se percató que estaba en alguna de las casas de los pilares, solo que no sabía bien en cual, aun no podía pensar claramente y sentía mucho calor a pesar de que seguramente estaría helando debido a la noche y la tormenta; de pronto sintió algo más a parte del dolor y la sofocación, una suave mano en su cabello le acariciaba tímidamente, y una dulce voz comenzaba a hablarle.

- No se por que estabas fuera en semejante tormenta, ni se por que te dirigías justamente al lado contrario de nuestros hogares, pero quiero que recuerdes que nosotros somos tus pilares y que nuestro gusto, más que nuestra obligación, es apoyarte y complementarte, sin importar cual sea la crisis, por que por eso nos hiciste pilares, por que querías volver a confiar, creer en alguien más que en ti mismo, y descargar aunque sea un poco de tu peso en alguien de tu entera confianza.
- J… ul ..ia, Juliaa – balbuceo Ruiz de manera muy queda.
- No tienes nada que agradecerme Raúl, soy tu doctora, el Pilar médico de tu comunidad, lo recuerdas, además no solo yo te ayudé, Herson te trajo aquí, se fue hace poco cuando le dije que lo más conveniente era dejarte descansar, pero dijo que estaría pendiente y que mañana te supliría con todo gusto en tus pendientes.
- Mmmm … yo….
- No te canses, al contrario, duerme, la fiebre va cediendo poco a poco, ya te suministre tus medicinas, aunque, la verdad hay algo que me preocupa, y ya que parece que esta valiosa oportunidad de que me escuches atentamente sin poder escapar de tu doctor no se repetirá, aprovecharé la ocasión para contarte. No me gusta que te extenúes tanto, y no lo digo por esto que ocurre ahora, lo digo por que en los últimos meses pareces haber tomado por completo tu papel y te extralimitas en tus actividades, estas enfermo y no te cuidas, solo vas aumentando la presión para ti mismo y te haces más y más dependiente a la medicina, tus análisis no están saliendo nada bien y pareces más demacrado inclusive; se que sientes el peso de la Comunidad en tus hombros, pero creo que deberías dejarlo al menos un tiempo, para que puedas reponerte y de ese modo no sigas acortando tu esperanza de vida, se que suena muy difícil en tu posición, pero te repito que no estas solo, el problema de muchos hombres que detentan poderes y responsabilidades, es el miedo que tienen el relegarlas, se vuelven autómatas creyendo que ellos lo pueden y lo deben hacer por sí mismos, pero eso contradice el espíritu de la Comunidad, con sus miembros que son como piezas de una maquinaria armónica; es por eso que como tu doctora, tu amiga y tu pilar te recomiendo que te vayas por un tiempo al menos de vacaciones. Quizás creas que éste es el peor de los momentos, pues ni siquiera me has dicho que novedades hubo en la Cámara, ni lo que se planea para nuestras nuevas empresas jóvenes, que al parecer, y por lo que ha comentado Mindell, parecen estar causándonos problemas graves en cuanto a su mantenimiento, pero si dejas esperar más tiempo, vendrán otras ocupaciones, otras crisis, otros pendientes, y sentirás que nunca es el momento adecuado para tu descanso. Por otra parte me preocupa un poco lo que nos dijiste sobre la persona que tendrás en tu casa por un tiempo, ya que, aunque pudiese parecer trivial, le diste una importancia suprema al hablarlo al Consejo de Pilares y eso me sonó a que intentas reivindicar tu decisión de “Noboa Han” y los problemas que trajo, pero quizás pudiera resultar contraproducente. Escucha Raúl, necesitas ese descanso, nosotros, al menos Herson y yo, no te juzgamos en el ámbito personal, pero todo el Consejo esta preocupado de que por alguna razón ese ámbito pudiese rebasar sus límites y llegar al profesional y entonces tendríamos problemas, no te juzgo por lo de “Noboa Han”, ni lo haré por la persona que está contigo, aún si, como me temo, quizás tuvo algo que ver con lo de ésta noche, pero sí te pido que seas tu mismo, y que nos confíes lo que te atormenta, para evitar otro problema, otro que pudiese causar otro “grupo disidente”. Descansa por ahora, yo volveré en la mañana, solo piénsalo Raúl.

Raúl hizo un esfuerzo por escuchar toda la conversación de Julia y no pudo evitar recordar el incidente del que ella hablaba.

Después de la Gran Crisis, el Emperador decidió tomar fuerzas, para evitar que el “grupo disidente” tomara adeptos nuevamente, ya que consideraba que esto pondría en riesgo el proyecto de manera grave, sin embargo, para tomar fuerza Ruiz, debía ser más fuerte que los Pilares y también más severo, debía fortalecer la imagen de icono que precisamente lo había salvado de la Crisis, ya que pensaba que entre más fuerte fuera la figura del Emperador, más cohesión habría entre los comunitarios, que se encontrarían agradecidos e identificados con él y con el proyecto y que se esmerarían más aún para que éste subsistiera.

Por esa razón Ruiz sobrepasó sus límites y actuó sobre el Consejo, admitiendo el riesgo de volverse despótico por el poder que se aumentaba, pensando que ese riesgo era valedero en pos de lo que iba a obtener, por esa razón durante algunos meses, tomó decisiones él solo como un administrador único, si se pudiera llamar así, y adquirió una empresa llamada “Noboa Han”, a pesar de que los Pilares le habían informado del riesgo que esto conllevaba, al estar la empresa prácticamente en fase de extinción, y los costos que suponía volver a inyectarle vida a una industria casi muerta. Sin embargo Ruiz adujo que dicha empresa tenía muchos empleados intermedios de la Comunidad, es decir, aquellos que trabajaban en las empresas de la Comunidad pero que no vivían en ella y por tanto no podían considerarse comunitarios, sino que solo laboraban un turno, y que habían declinado unirse por completo a Ruiz, y que entonces comprando “Noboa Han” pudiera esta vez convencer a los trabajadores intermedios para que se volviesen comunitarios, aprovechando sus aportaciones y fuerza de trabajo para solventar el proyecto durante el lapso de recuperación que había dejado como resultado la crisis.

Así las cosas, ante la decisión inamovible de Ruiz el Consejo tuvo que resignarse y solamente persistió la oposición de Quintana y Grosso, quienes al final de cuentas tuvieron razón, pues la compra fue un completo fracaso y muchos empleados intermedios perdieron una de sus fuentes de trabajo, volviéndose disidentes completamente de Ruiz y teniendo que ser expulsados por sus diversas tropelías contra la Comunidad.

Naturalmente un error tan grande no podía ser perdonado, ni aún al Emperador, quien, si no fue amonestado o sancionado por el Consejo, si lo fue por los Comunitarios en general, quienes dudaron por un tiempo de la capacidad de su líder, hasta que la intervención de los Pilares y el tiempo mismo, volvieron a darle a Ruiz la devoción de su gente. Por esta razón, era natural que Julia estuviera preocupada por su actitud de traer a alguien sin haberlo puesto antes en consideración, pues prácticamente solo había informado al Consejo y no le había pedido su deliberación, lo cual era estrictamente necesario, aún si solo era de forma temporal, aún si Grosso había dicho ante todos que no habría problema alguno; aunque esa mera acción era de notarse, Ruiz dudaba que Julia supiera quién estaba viviendo en su casa, y por ende toda la historia detrás de este hecho, y por lo tanto, no podría estar preocupada por Lía, quien como Raúl sabía, también era una amenaza latente.

Julia salió de la habitación y se dirigió a su estancia, donde Herson la esperaba sentado en un sofá.
- ¿Cómo está? Oí que despertó, pero no me has dicho nada más- dijo Valdés preocupado-.

- Estará mejor, te lo garantizo, pero al menos pude decirle lo que pienso respecto a esta clase de situaciones, y tal como querías, le he dicho que no estabas aquí, pero ¿puedo preguntar la razón?

- Él sigue dentro de su papel de “Emperador” aunque le desagrade el mote, cualquier cosa pudiera interpretarla como un gesto de debilidad, y no quiero eso, además, si lo hubiera visto, me hubiera forzado a mi mismo a preguntarle quién esta en su hogar, aunque por las circunstancias, casi estoy seguro de la identidad de la mujer que esta morando ahí.

- ¿De veras lo sabes? Dímelo entonces, me gustaría saberlo, ¿No será que ha vuelto María del Mar?

- No, ya he descartado esa teoría, María del Mar se fue por el proyecto, por la Comunidad, ella no volvería aquí, y mucho menos pretendería unirse a nosotros, quizás nos odie de hecho. No vi a una mujer tan despechada en mi vida, así que seguramente no es el caso.

- ¿Entonces quien más podría ser? Notaste también la importancia que le dio él a ese asunto, además el guardia me dijo que Raúl fue acompañado por ella a su reunión de la Cámara.

- ¡Vaya! A los comunitarios, como a todo el mundo les gusta hablar, a veces de más, pero eso es una parte inevitable de la condición humana. De acuerdo, te diré que estoy seguro que la persona que esta con Ruiz es Lía Alarcón, y como no sabes mucho de ella, te diré también, amparado por mi condición de humano, que no conocí a una mujer tan vil antes, y que su regreso me parece lo más indicado para sellar su forma de ser tan rastrera, pero también te aclaro que no permitiré que se quede en este recinto y tampoco puedo permitir que Raúl vuelva a equivocarse, como en el caso de “Noboa”, así que aunque me duela intervendré ante el Consejo para echar a esa mujer y quizás de ese modo evitemos que el “Emperador” se trague a nuestro amigo y simplemente vuelva a ser él, Raúl.

- Me impresiona oírte hablar así de alguien, así que te creeré en cuanto a la descripción que me das y a la determinación que tienes, pero tal vez, deberías pensarlo mejor, además me gustaría saber que es lo que me dijiste que tenías que exponer ante el Consejo y pronto.

- Es algo que puede ser terrible, pues aunque no estoy seguro y Mindell sostiene lo contrario, creo que se avecina una crisis que dejará en ridículo a la Grande que ya hemos pasado, y si no tenemos cohesión, unidad y solidaridad, estaremos tan acabados, como el resto de promesas que borró la crisis anterior.