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martes, 8 de diciembre de 2009

Capítulo 25 Lía y Quintana

El hogar de Ruiz se convertía en una reclusión solitaria para Lía, llevaba varios días sin si quiera saber de él, inquieta y aburrida viendo como las horas que se marchitaban, reflejaban su paso en la luz diurna del lugar, mientras ella solo se limitaba a investigar por ahí y por allá en los rincones de la casa.




Ese ejercicio le fue vano, no había ahí nada que no conociera desde antes de Raúl, así que se preguntó por un momento, cuáles eran las cosas que habían cambiado en él, como para que hubiera preferido irse de ese modo, dejando incluso su ropa y pertenencias, y todo para no enfrentarla.



Por fin, cuando su naturaleza inquieta e hiperactiva le obligó a tomar acción en el asunto y estuvo harta de esperar sin éxito, decidió salir a conocer la Comunidad y a su gente y así tal vez, con algo de suerte, encontrar a Ruiz.



La Comunidad estaba ubicada en una extensión inmensa de terreno y era habitual ver a muchas personas trabajando en los detalles del mantenimiento, quienes la miraban con extrañeza, pero la saludaban amablemente.



Los días anteriores a su salida, ella se limitaba a comer lo que había en el refrigerador y la alacena de Raúl, pero cuando este comenzaba a agotarse, se preguntó de que manera conseguiría comida ahí, si no llevaba consigo nada de dinero, pues como era su costumbre, cada vez que cambiaba su residencia, se gastaba todo con propósito de obligarse a conseguir más.



La naturaleza destructiva de Lía, no era óbice para que no apreciara las mejores cosas materiales que podía ofrecer el hombre, por eso su dieta también era muy especial, y el estar comiendo cosas enlatadas y refrigeradas era un suplicio para ella. Algunas de las cosas que prefería comer eran ensaladas exóticas, frutas de temporada, y muy poca carne, si era posible solo una o dos rebanadas de jamón de pavo del más fino, o un corte de ternera o borrego. Detestaba la comida rápida, las pastas, los pasteles y la comida grasosa, pero era capaz de comer lo que fuera si era extremadamente necesario.



El primer lugar que quiso investigar era lo que parecía ser un enorme comedor, donde precisamente se estaba llevando a cabo la hora de la comida. Los olores que desprendía aquel lugar eran suculentos y había un agradable bullicio de comunitarios que también aprovechaban ese descanso para convivir armoniosamente. Al momento de entrar, algunos comensales dirigieron su mirada hacia ella, pues no era alguien conocido y eso resultaba extraño, lo que se aunaba a su belleza que era de notarse y algunos comenzaron a murmurar a ese respecto, en una situación similar Lía hubiese salido de ahí fingiendo indignación, pero tenía mucha hambre y no sabía de otro sitio cercano donde pudiera comer, y menos aún sin dinero.



De repente un hombre se levantó de entre las enormes mesas que estaban dispuestas a lo largo del comedor y le hizo señas con una mano en alto. Ella reconoció a la persona, como el sujeto que Raúl le había presentado la noche en que regresaban de la Cámara, y recordaba que su nombre era Mindell Quintana.



Al acercarse lo reconoció plenamente y se puso alegre por que eso significaba que podría comer gratis y sin mayor problema.



- Por favor tome asiento señorita, ¿gusta comer con nosotros? No hay comida a la carta, pero en realidad no podemos quejarnos del sazón del buffet, es muy bueno –dijo Mindell con tono servicial y acercándole una silla a Lía- dígame entonces ¿Comerá?

- Sí por favor, me gustaría una ensalada, si es que tuvieran – dijo Lía usando un tono suave que denotaba fragilidad y que acostumbraba utilizar cuando quería algo de algún hombre- si fuera usted tan gentil de averiguarlo, le estaría muy agradecida.

- ¡Faltaba más! En un momento regreso – le dijo Mindell presuroso.



Aquella era una escena extraña para los Comunitarios que la observaban, por que primeramente y como ya se ha dicho, desconocían a Lía Alarcón y no se explicaban por que un Pilar la había llamado a la mesa, y además de eso, Mindell Quintana, jamás acostumbraba ir a comer con ellos, ni les hablaba, ni mucho menos intimidaba y su presencia durante varios días seguidos en el Comedor Comunal, era muy exótica.



Ninguno de los presentes podía saber que Quintana había estado buscando una oportunidad para acercarse a solas a Lía Alarcón, para poder conocerla a modo y averiguar un poco de sus planes, formulando uno propio para que lo ayudara o no le estorbara en su caso, y que la noticia de la internación del Emperador en la Clínica de la Comunidad, le había dado la idea de ir al Comedor todos los días que fueran necesarios, para esperar pacientemente a que ella apareciera, pues tendría que hacerlo forzosamente al quedarse sin alimento la casa de Ruiz, y entonces él tendría la oportunidad que deseaba.



Quintana era muy sagaz, podía descubrir con solo verla el hambre que tenía Lía y lo fingido de su tono en comparación con la primera reacción que mostró al conocerlo, también podía deducir que si ella había esperado tanto para acudir al Comedor se debía a que era una mujer muy orgullosa, y estaba cuidando sus acciones de una manera muy esmerada, quizás por que quería demostrarle a Ruiz una supuesta dependencia, o quizás por que pensaba que tenía que ser muy precisa en la primera interacción que tuviera a solas con los miembros de la Comunidad, fuera la razón que fuera, todo aquello le sería útil a Mindell para sondearla.



Alarcón por su parte tenía un poco de interés en Quintana, el mismo que tenía por todos los demás Pilares, por que sus relaciones con Raúl podrían ser un obstáculo para su permanencia en la Comunidad, pero al conocerlo, pudo ver únicamente a un tipo que solo le merecía indiferencia, sin ningún atractivo y con una mirada molesta y asechante como las que debían tener los roedores observando un pedazo de queso.



Mindell regresó con Lía y le llevó un plato con algunas variedades tipo buffet que había ese día, incluyendo la ensalada.



- Muchas gracias, ¿usted ya comió? – le inquirió ella-

- Justamente estaba terminando señorita, pero dígame, ¿Qué le ha parecido la Comunidad?

- Es un lugar muy grande, podría perderme si no tengo guía – le dijo con un tono insinuante Lía, pero se arrepintió rápidamente, por que Quintana le desagradaba mucho a la vista y no tenía ánimos de estar fingiendo en un recorrido que podría realizar sola - sin embargo esperaré a que Raúl me lo de personalmente cuando pueda hacerlo.

- Ya veo, usted debe ser una amistad muy cercana a nuestro “Emperador” – soltó Minell perniciosamente- ¿cómo se conocieron?

- Digamos que somos muy afines, eso es todo – dio como seca respuesta Lía, con un aire de suficiencia-.

- Comprendo – farfulló Mindell, tragándose la insolencia con calma- debido a esa cercanía y afinidad que señala ¿entonces me imagino que ya ha ido a visitarlo verdad?







La pregunta que le hacía a Lía, era un método para poder saber que tan bien se llevaban y de qué iba su relación exactamente, puesto que si ella lo ignoraba, significaba que él la estaba rechazando y esquivando, y eso le daría una oportunidad para poder utilizarla en sus planes.



- Por supuesto - mintió Lía – ¿y usted? Por que siendo uno de los llamados “Pilares” seguramente ha estado yendo a verlo a diario, sería imperdonable que una de sus “manos derechas” estuviera ausente.



Mindell tragó bilis ante este nuevo embate, la realidad es que no se había parado por la Clínica, y tampoco sabía el estado exacto en que se encontraba Ruiz o si estaba consciente o no, y como ésta se encontraba dentro de los linderos de la Comunidad, Lía hubiera podido dirigirse a ella, tan solo preguntando a cualquier persona como llegar, lo que hacía creíble su dicho. Por eso no podía saber si ella mentía, pues tampoco había comentado mucho el tema con los demás Pilares, por que Herson y Julia se mostraban resentidos con su propuesta de la intervención del Consejo General y además estaban ocupados en la búsqueda de Octavio Grosso, Quintana estaba atrapado por lo que Lía decía y si fuera la verdad, ella tenía una relación estrecha con Ruiz en ese momento, y la misma era tan fuerte, que hasta se atrevía a ser insolente con uno de sus Pilares, sin ningún tiento, convencida del apoyo de Ruiz.



- La verdad es que él me comisionó para asuntos urgentes, usted y yo sabemos lo responsable que es y la importancia que le da a este negocio –mintió Quintana esta ocasión-.

- Claro que le da importancia, pero también es una persona muy emotiva, ¿Cuándo irá a verlo? – Contestó Lía mientras degustaba la ensalada y sin inmutarse en su tono ni por un momento-.

- Iré a la Clínica esta noche, parece increíble que estando tan cerca y dentro de la Comunidad, las múltiples ocupaciones me lo hayan impedido – dijo Quintana, esperando no ser descubierto-.

- Entiendo. – dijo Lía, mientras abría un poco los ojos en un gesto de asimilar la situación- Bueno, he terminado de comer, le agradezco el favor de su compañía, nos veremos en la noche entonces, señor Quintana, como usted sabe, debo volver a la Clínica, a hacerle compañía a Raúl, pero no se preocupe, le contaré esta conversación, para que él sepa que se está ocupando con éxito de los encargos que le dio, seguramente él comprenderá que por eso no ha asistido.



Lía se marchó dejando las porciones en su plato que no eran ensalada y caminando rítmicamente, mientras que la estela de su fina fragancia podía aspirarse incluso en las mesas aledañas a la de Quintana; él ni siquiera dijo algo más, pues cuando pudo reponerse Lía ya se había marchado. Por lo que le había comentado Julia, Ruiz estaba delicado, pero por lo que Alarcón le había dicho, estaba consciente, luego entonces, ya los otros Pilares le habrían dicho de su actitud, y el Emperador ya había tenido varios días para tomar cartas en el asunto, antes de que él pudiera mover todos los hilos para preparar al Consejo General, además, por lo que se notaba, Lía Alarcón se llevaba muy bien con Ruiz, y no podría utilizarla en sus planes, y para poner el punto en lo mal que estaba la situación, ahora ella lo acusaría con Raúl y sería peor la situación al saber éste su mentira. No quedaba más remedio que darse prisa y continuar con lo que había ideado, y para eso debía marcharse rápidamente a la segunda empresa más importante que mantenía la Comunidad, pues desde ahí podría encontrar apoyo en un viejo miembro de la disidencia, Enrique Hernández, quien podía serle útil en el Consejo General que se formaría próximamente.



Por otro lado Lía, que no había pensado en la posibilidad de que Ruiz estuviera enfermo o grave y a eso se debiera su ausencia, se daba prisa por encontrar y llegar a la Clínica de la Comunidad, pues aunque estaba tan segura de sí misma que podía asegurar que había convencido a Mindell, todo tendría complicaciones si no comprobaba el estado de Raúl y utilizaba su probable debilidad a su favor, así que comenzó a correr un poco y se aprestó nuevamente al encuentro con Ruiz.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Capítulo 24 Liliana Lara

Liliana atendió de prisa la llamada de los comunitarios que esperaban por su ayuda, bajó desde la habitación de Grosso por ambos, y los encontró en la sala de espera con rostros desencajados, su primera impresión al ver al Emperador fue que no se veía tan atractivo como Octavio y tampoco llamaba tanto la atención, tal vez hasta podía pasar desapercibido ante la gente, si no fuera por esos ojos casi grises tan extravagantes, mientras que Julia le pareció una mujer bella a secas, pero no le dio mayor importancia, pues estaba preocupada por la salud de su falso marido y ella era la clave para que todos pudieran pasar a verlo.




- El apareció en el bar en donde trabajo y me invitó a salir, yo accedí y después de acabar mi turno fuimos a divertirnos por la Ciudad – contestó Liliana Lara ante las preguntas de Raúl- habíamos visitado dos bares y le pedí a Octavio que paráramos, después de todo el médico le había indicado que dejara de beber, al menos por un tiempo…

- ¿Quieres decir que ya había visitado a un médico? – Increpó Ruiz extrañado- No nos hemos enterado, es decir, ni siquiera me dijo nada- comentó en voz baja a manera de excusa, mientras analizaba que en realidad el tampoco le había dado tiempo Grosso para que se lo dijera, al estar muy ocupado entre Lía y su propia y decadente salud.

- Bueno, él es muy renuente e imagine que lo sería más ante esa clase de indicaciones –dijo Liliana observando a Raúl con pena, como si le hubiera confiado un secreto que él no debería saber y entreabriendo sus verdes ojos nerviosamente- pero yo creí que ustedes lo sabían, bueno, no los conozco, pero son los mejores amigos de “Tavo”, él me ha hablado mucho de ustedes.



Lara decía la verdad, no conocía a esas personas que estaba conduciendo a la habitación de Grosso, pero tenía la seguridad que eran lo más cercano a parientes que él tenía y por tanto eran los indicados para cuidar de él, además de que ella había faltado al trabajo y estaría en riesgo de perderlo si continuaba en el sanatorio y aunque Octavio le importaba mucho más, no tenía otra fuente de ingresos y era peligroso perder el empleo.



Raúl inquirió que Liliana era una de las conquistas de Grosso, pero el hecho de quedarse con él tanto tiempo, hablaba de que ella lo quería mucho o al menos realmente estaba interesada en su Pilar, lo que le hizo tomarle simpatía al instante. A la vista de Raúl, Liliana era completamente el tipo de mujer que gustaba a “Tavo”, pero él sabía que nunca se tomaba las relaciones con seriedad y probablemente no debería hacer una amistad estrecha con Lara, pues seguramente dejaría de verla pronto.



- Comprendo, pero ¿Cuál es su estado? – Inquirió Raúl-.

- El médico dijo que es el hígado, sufre de una enfermedad llamada cirrosis y aunque no entendí muy bien, él me dijo que era aún tratable, pero que si “Tavo” continúa bebiendo, podría llegar a complicarse enormemente y hasta podría morir – dijo Lara con un tono angustiado y lloroso- yo no quiero que le pase nada malo, ustedes tienen que hacer algo, a mí no me escuchará, ¡Por favor señor Ruiz, señorita Jaimes, ayúdenlo!

- Haremos lo que esté en nuestras manos señorita Liliana – dijo Ruiz meditabundo-

- Yo puedo tratarlo también, darle indicaciones, dietas, todo para evitar que necesite trasplante – comentó Julia rápidamente.



Al llegar a la habitación, ambos Comunitarios se impresionaron viendo a Grosso en tan deplorable estado, su piel se veía muy pálida, había sangre en las comisuras de su boca y su vientre se veía hinchado, tenía suero conectado a las venas de la muñeca y dormía con un gesto de dolor.



- Despierta a ratos, pero no habla mucho, creo que está muy cansado para hacerlo, yo he estado a su lado cuanto he podido, pero, aunque me duela tengo que volver al trabajo, mi turno de hoy es nocturno y salgo en la madrugada, me gustaría que me permitieran seguir viéndolo – comentó Liliana entre sollozos, mientras sus manos se entrelazaban fuertemente y sus rodillas se flexionaban hacia delante – por favor, si es que se lo llevan de aquí, díganme donde puedo verlo, no causaré muchas molestias.



- No se preocupe Liliana, una persona que se interesa tanto por uno de nuestros Pilares y le brinda tales cuidados y cariños, siempre tendrá el derecho de estar con nosotros en la mansión – dijo Ruiz con tono paternal – Julia, por favor acompáñala y procuren revisar cuáles son los trámites para trasladarlo a nuestra Clínica, como ella se ostentó como su esposa, seguro que requeriremos de su consentimiento…



- Perdónenme por decir que era su esposa –dijo Liliana abriendo mucho sus exóticos ojos- es que si no lo hacía… ¡Ellos me iban a impedir quedarme a cuidarlo!



- No tenga cuidado, nosotros no juzgamos su actitud, solo he hecho un juicio acerca de lo que será necesario para llevarnos a Octavio, o “Tavo”, como usted le dice.



Liliana se sonrojó e hizo un gesto de deferencia mientras salía del cuarto, Julia la acompañaba pensando en que aquella mujer expresaba corporalmente todo lo que no decía con los labios; sus manos, sus ojos y en ocasiones hasta sus piernas actuaban de forma armónica manifestando una emoción, y todo esto lo había podido ver en el poco tiempo que llevaba de conocerla. Jaimes asimiló la cortesía del Emperador como un coqueteo y se sintió un tanto molesta, pero desechó la idea rápidamente, pues necesitaba trabajar en equipo con Lara si querían llevarse a Octavio de aquel lugar.



- En verdad lamento si he causado una molestia, quise comunicarme con el Emperador antes pero…

- ¿Incluso sabes que le decimos así? ¿Qué tantas cosas te dijo Octavio Grosso?

- Pues él me comentó que Raúl Ruiz es conocido por sus trabajadores como el Emperador, pero que a él le causaba un tanto de gracia ese apodo, sin embargo siempre esta diciendo que es una persona muy especial y yo me lo imaginaba… no se, algo diferente…

- ¿En que aspecto? ¿Creíste que sería alto y muy blanco quizás? O a lo mejor pensaste que tendría los ojos de color azul o verde como los tuyos – dijo Julia en un tono de profunda irritación que no podía disimular-

- No, simplemente lo imaginé distinto, disculpa si te he ofendido…

- No, discúlpame a mí, estoy muy nerviosa – Julia tenía un mar de sentimientos encontrados y muy poco espacio para organizarlos, pero su reacción contra Liliana sobrepasaba el límite de lo que se podía permitir, ella no entendía por que trataba de esa forma a una mujer trabajadora que había arriesgado su empleo y se había privado seguramente del sueño durante largo tiempo, por un mujeriego incorregible, como lo era su co-Pilar, pero sabía que contrariamente a su actuar, debía estarle muy agradecida y hasta admirada por su sacrificio- hoy en día no se ven personas tan amables como tú, -le manifestó Julia más tranquila- te agradezco también profundamente, él es una persona muy apreciada e importante para nosotros y no has hecho más que cuidarlo.

- No ha sido nada, él también es importante para mí, pero no quisiera que se lo dijeras, cuando despierte totalmente seguramente estará confundido, si no sabe que me he quedado todo el tiempo con él cuidándolo será mejor para mí, aunque después quiero visitarlo de todos modos…

- Pues es algo complicado Liliana, si no quieres que se entere de tu estancia, quizás no deberías ir a verlo después, pero ¿por qué no quieres que se entere? – Dijo Julia inquisitiva-.

- No quiero que se entere de que… en verdad lo quiero – contestó Lara agachando la cabeza y volviendo a estrechar sus manos a la altura de su regazo- es que cuando salimos… el siempre me aclara que no quiere estar con nadie en serio, y que solo estamos juntos para pasarlo bien, pero yo no pude seguir con su ritmo y me enamoré, aun sabiendo que no estaba bien…



Julia comenzaba a exasperarse con las prolongadas pausas y gestos de su interlocutora, pero esta última confesión le había causado empatía, por lo que se tranquilizó y le contestó a Liliana:



- Vaya y si te has equivocado, él es mi socio, compañero y amigo, pero no por eso soy inconsciente de su forma de ser, soy su doctora y había notado sus nefastos hábitos desde antes, pero Raúl me ha prohibió obligar a nadie a someterse a tratamiento, por que supone que es parte de la libertad de las personas curarse o no, claro, siempre y cuando no afecten a los demás, quizás tenga razón, pero lo que es indudable es que ya no podremos quedarnos de brazos cruzados, asimismo sé de su inestabilidad emocional y lamento decirte esto, pero yo no me quedo callada y menos con alguien que merece mi gratitud, de ser posible trata de controlar tus sentimientos alejándote, pues podrías llevarte una cruel desilusión, si por otro lado persistes, te deseo mucha suerte y te pido que te fortalezcas anímicamente.

- Eres tal y como dijo “Tavo” – contestó Liliana con una sonrisa desdibujada en el rostro- una doctora sincera y apasionada, te confieso que nunca antes me habían regañado desconocidos, pero siento como si ya los conociera, así que no resulta tan extraño, después de todo conozco sus formas de ser muy bien por lo que he escuchado. Yo también lamento decirte que aunque se que puedo sufrir mucho, no puedo alejarme de él, ya no… - Lara hizo una larga pausa y una lágrima nació en sus prístinos ojos- ¡Yo quiero estar con él ahora! ¡No quiero que se muera, entiendes!



Julia se asombró nuevamente ante la pureza de sentimientos de la benefactora de Grosso, estaba claro que ella no hacía miramientos en cuanto a decir lo que sentía, pero le faltaba constatar una cosa antes de dar su brazo a torcer y considerar a Liliana como una persona viable para el proyecto.



- Liliana dime una cosa, ¿Te ha contado Grosso en que trabaja exactamente?

- Pues, él me dijo que es Comunicólogo y que hace la publicidad y relaciones públicas para una o varias empresas, pero no me ha dicho muy bien los detalles de las mismas, solo sé que trabaja con ustedes y que los estima mucho aunque no les diga, que admira a su Emperador puesto que es una persona muy noble y ha sido caritativo, y que su meta es trabajar unidos como si fueran una unión o algo así; a mi me gusta mucho eso de que sean unidos, pero no le he preguntado más.

- Y ¿A que lugares van cuándo salen?

- A él le gustan mucho los bares, como yo trabajo en uno no me gustan tanto, siempre le digo que cuide su dinero, pero no me escucha, gasta mucho, cuando puedo yo le ayudo con lo mío o a pagar algo de lo que consumimos, pero si esta consciente de ello se enoja, a mí no me gusta ser abusiva con lo del dinero, por eso le propongo que vayamos a otra clase de lugares, pero pocas veces acepta. Una ocasión me llevó a un lugar que llamó “El bosque de la soledad” o algo por el estilo, eso me encantó, fue tan bello y romántico…



Julia había saciado su curiosidad, la muchacha que tenía al lado no tenía idea de las percepciones de Grosso, pues de otra forma jamás le hubiese ayudado a pagar nada ni aconsejado que no gastara tanto, también le agradaba el proyecto y no le gustaban los bares, así que todo parecía ser perfecto para que fuera una sana y recomendable pareja para su compañero, a pesar de que era algo joven para su gusto, el único inconveniente era precisamente Octavio, pues era el quien podía simplemente desecharla como a todas las demás, posibilidad que enojó un tanto a Julia, quien ya había descansado al saber que la enfermedad de su compañero aún tenía tratamiento y por lo tanto que no habían llegado demasiado tarde.



- Ya veo Liliana, no creas que no comprendo tu situación, yo también comienzo a saber algo de lo que significa querer a una persona con la que no tienes posibilidades, y aunque suene cursi, te apoyaré en lo que se pueda…



En la habitación de Octavio, Raúl yacía al lado de la cama de su Pilar y lo miraba pacientemente, pensando que quizás esto no estaría sucediendo si se hubiere dado tiempo para escucharlo antes, en forma privada, dándole la atención que se merecía como una de sus prioridades, entonces sintió que se estaba equivocando mucho y eso era peligroso, a lo mejor era tiempo de retirarse por un periodo y quizás debía dejar las decisiones importantes al Consejo General… pero no, él debía sacar a la Comunidad de cualquier aprieto, pues era su obligación, por eso era el Emperador y ahora más que antes, tenía que confiar en sus habilidades para salir del obstáculo.



De pronto su amigo abrió los ojos, Octavio tenía la mirada apagada y un gesto triste, su rostro era toda una oda a la depresión e invitaba a sumirse en la misma a Raúl, quien jamás lo había visto sin una sonrisa, aunque fuera leve, en la boca.



- Octavio, estas fuera de peligro y ya estoy aquí, junto con Julia, pronto te sacaremos y te cuidaremos en la Clínica de la Comunidad, saldrás con bien de ésta amigo – le soltó Ruiz con voz queda-.

- No digas mentiras R-Raúl, me siento muy mal – balbuceó Grosso- además, si vivo, seguramente me quitarán mi estilo, mi propia vida, ¿qué puedo hacer sin ser yo mismo Ruiz?

- No digas eso, el cambiar de hábitos no hará que dejes de ser tu, por que tú no eres solo un estilo de vida, eres más, mucho más.

- Solo se que no quiero una vida así…



Octavio volvió a sumirse en el sueño, Ruiz volvió a bajar la cabeza, era la segunda vez en ese día que se sentía tan débil y no solo por su afección, sino por tener que aceptar que la cirrosis era solo una enfermedad secundaria, y que la que ponía en riesgo de muerte a su Pilar, era una cuya cura sería igual o incluso más complicada que la de la secundaria, el alcoholismo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Capítulo 23 Pensamientos y decisiones

Con un ventanal inmenso que brindaba una magnífica vista de la ciudad frente a él, y varios empleados de la empresa que había ido a supervisar detrás suyo, Herson se mantenía en silencio total, Habían pasado ya varios minutos de que había recibido una llamada y había pedido una breve interrupción en la junta que se llevaba a cabo para atenderla, y sin embargo, no se le veían trazas de querer continuarla, únicamente deslizaba un trozo de papel entre sus dedos y seguía contemplando la panorámica cual si estuviera dentro de un profundo trance.


Ninguno de los trabajadores se hubiera atrevido a interrumpirle, aún cuando se aproximaba la hora de la salida para varios de ellos y ese retraso podría constituir algún problema para los que tuviesen otros compromisos que atender, por que todos ellos sabían que Valdés se tomaba un tiempo para poder abordar cualquier tema, él jamás hablaba de golpe, sino que tranquilamente pensaba las palabras que utilizaría, de una forma tan pausada que no más de una vez había sido requerido de vuelta a este mundo por su interlocutor; sin embargo esta ocasión ese silencio se veía diferente, no parecía una meditación sobre los temas a seguir tratando, sino una alteración grave por la llamada que había recibido, lo que hacía aún menos prudente una interrupción.

Los trabajadores estimaban mucho a Herson Valdés, gustaban de su presencia y sus inspecciones, por que él era una persona sumamente cordial y accesible, y no se cerraba ante los problemas o las complicaciones de la empresa, sus visitas a esa empresa, eran más apreciadas incluso que las del Emperador, más sin embargo a ambos los respetaban por igual.

Herson había tomado con toda la tranquilidad que podía la noticia que le había dado Julia, en esos momentos había decidido confiar en que Grosso saldría delante de una u otra forma y que no debía preocuparse inútilmente, pues nada ganaba si lo hiciera y en lugar de eso observaba los edificios de la Ciudad, todos ellos obras de la arquitectura moderna conteniendo muchas vidas y muchos problemas únicos, quizás en alguno de ellos, pensaba, habría alguien con problemas mas peliagudos que los que él enfrentaba, pero no por eso podía simplemente ignorar los propios. Las calles transitadas lucían alegremente los múltiples colores de las ropas de las personas que pasaban por ahí y esa alegría de colores brillantes, contrastaba con los gestos de los peatones, que en su mayoría eran malencarados o tristes, y Valdés se preguntó entonces si eso sería todo lo que había que ver en la vida, edificios, calles, autos, personas en su mayoría insatisfechas con sus destinos y sumidas en su egocentrismo y dilemas individuales, cerrando un ciclo que incluía sólo lo mismo, generación tras generación y año con año.

- A la gente le gusta el statu quo - pensó Valdés - prefieren no hacerse la pregunta que yo me formulo, para no tener que dejar los estilos de vida que bien o mal los mantienen existiendo, pareciera que todos apuestan a la comodidad, y se contentan con el ardid popular de “más vale malo por conocido…”, sin embargo todos los días se quejan, sufren y ponen caras de un resentimiento infinito, ¿Por qué no intentarán cambiar sus existencias?, ¿Tantos y tantos años de conformidad y supervivencia los han hecho en su mayoría monótonos y conformistas? No, no debería pensar así, ellos son libres de elegir lo que les plazca y una de las virtudes más grandes que debo fomentar, es la tolerancia que permite que las decisiones de cada quien, no dañen a las de la colectividad. Sin embargo, ¿si yo comulgo con esas ideas de tolerancia, por qué no puedo soportar las ideas que ha traído Mindell? Debería estudiarlas de forma más fría, más objetiva también, por que yo apoyé el manifiesto de la Comunidad y al cerrarme al diálogo con Quintana, lo único que hago es traicionarlo. Como Pilar, mi deber es hacer valer mis habilidades a toda su capacidad para apoyar al proyecto, pero no puedo evitar sentirme ansioso sobre la propuesta de darle entrada al Consejo General, sin embargo…

Valdés continuaba sin decir nada y los empleados poco a poco iban perdiendo su desarrollada paciencia; entre las ensoñaciones que meditaba Herson estaban dos que le resultaban muy importantes, el estado de Octavio y la solicitud de Mindell, pero como ya estaba cierto de que Octavio se encontraba en el hospital y sabía que con preocuparse no lo cambiaría nada, decidió que solo bastaba decidir de que manera tendría que actuar en el Consejo General y si seguiría supliendo a Ruiz por mucho tiempo, aún ante dicho Consejo.

Ante su reiterado silencio los empleados tuvieron que interrumpirlo forzosamente y se despidieron de él proponiéndole que terminaran la junta cuando estuviera menos ocupado, entonces Valdés se dio cuenta de que estaba cometiendo errores al desbalancear sus prioridades y deberes de esa manera, pero ya que había hecho esperar en vano a esas personas, decidió que no debía forzarlos a quedarse más tiempo. En lugar de eso se sentó en la mesa de juntas ya solo, y observó el papel que tanto tiempo había estado jugando de forma inconsciente. Con tantas cosas, ni siquiera había podido hablarle a Bareshka y seguramente ella tomaría eso como una negativa del servicio que había ofrecido, sin embargo Herson pensó que después de todo no sería tan malo si lo cancelaba todo, no eran tiempos propicios para celebrar y había cosas más urgentes, pero en su mente una inquietud sobrepasaba esos pensamientos y era aquella que le cuestionaba si acaso el también prefería el statu quo y esa era la verdadera razón de no hablarle a Bareshka, de ni siquiera haberlo intentado y de utilizar como excusa los problemas recientes.

Llevaba mucho tiempo sin una relación duradera y aunque la de Bareshka solo era una vaga probabilidad, esa mujer lo había atraído poderosamente y el consideraba que la relación ideal de la que estaba en búsqueda, debería precisamente empezar de ese modo, con una atracción apasionada.

Herson daba mucha importancia en su vida al papel pasional y amoroso, hacía las cosas de manera más idealizada que ninguno de los Pilares y perdía el suelo de forma constante por actuar así, era un contraste total con los demás, quienes actuaban de forma más metódica y sobria y además superaba mucho a Raúl Ruiz en el rubro de hacer castillos en el aire con cualquier suceso, en su hábil mente realizaba historias partiendo de cualquier pequeño detalle por insignificante que pareciera, con una calle, con una puerta, con una casa, con una comida, y por lo tanto era natural que se imaginara la más bella historia de amor romántica con esa bella mujer que recién había conocido, pero debido a las circunstancias y quizás hasta a su temor al cambio, o a que simplemente fuera otra persona pasajera en su vida, él estaba apunto de romper el papel y seguir con sus otros dilemas más actuales.

- No puedo hacerlo, no ahora – se decía a si mismo pensando – no la buscaré y no es por que me de miedo que no logre nada, o que ella no sea la que he estado buscando, lo que sucede es que debo ocuparme de cosas más inminentes, más importantes…

Herson se contuvo de forma brusca, había pensado que de hecho, Bareshka no era tan importante como lo que sucedía y eso no tenía lógica con su forma de ser, él que siempre había dado un valor preponderante al amor, aunque solo fuera una pequeña posibilidad, no podía desdeñarlo de ese modo, así que solo podía tratarse de temor, y de ninguna forma podía permitirse tener miedo, debía ser arriesgado, aunque fuera en ese rubro, al cual sí debería darle la misma importancia que a los demás, pero ante esa duda se sintió muy solo.
En esos casos de incertidumbre, él siempre acudía con su amigo Ruiz, entonces escuchaba sus opiniones, no para valorar la suya solo en mérito de la de Raúl, sino que para enriquecerla y sentirse comprendido, pero ahora su amigo estaba ausente, y aunque en parte era por su enfermedad, Herson comprendió que esa no era la única razón. De todas formas todo cambiaría y él lo sabía, pero lo que lo desesperaba era el hecho de que las cosas se moverían de su estado, no por su esfuerzo conjunto, sino por esa mujer tan detestable cuyo nombre era Lía Alarcón.
Solo y ansioso, se decidió a actuar, no cancelaría la celebración y le hablaría a Bareshka, por que solamente Ruiz podría decidir cancelar los proyectos que ya estaban en marcha y ni siquiera el Consejo General en pleno podría evitar que su lealtad continuara con el Emperador.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Capítulo 22 Sentimientos e incertidumbres

La incertidumbre es un veneno que corroe lentamente, penetra por pequeños rescoldos, como si fuera la mordida de una serpiente y va adueñándose de todo el ser. Baja por la espalda como un escalofrío agudo, debilita las piernas hasta el punto de doblarse, quiebra el espíritu y amarga cada día, haciendo que cada uno de ellos sea igual al anterior.
La incertidumbre tiene cura, pero a veces su cura es peor que la propia enfermedad.

- ¿Tu a que le temes Raúl? – Soltó Julia de pronto, quizás con intenciones de romper la tensión que caía como cemento en Ruiz, pero con efectos de un balde de agua fría.

- Le temo a tantas cosas- contestó Raúl sobreponiéndose- a la muerte, a la soledad, al fracaso, pero quizás en esta etapa de mi vida mi mayor temor sea defraudarlos, a todos ustedes, a los que han creído en mí, a los que me han seguido con tanta fe.

- Nosotros te seguimos por convicción, aún si fracasas, tus Pilares no te dejaríamos, ni te aborreceríamos- intervino Julia con rapidez-.

- Pero si fracaso, muchos destinos sufrirán por mi causa. Si tomo una decisión incorrecta, o si actúo de forma arbitraria, toda la Comunidad puede tener problemas, y ustedes que tienen todos sus ahorros y bienes en ella, se verían simplemente desamparados.

- No lo estaríamos, aún tenemos nuestras habilidades, nuestras profesiones y nuestra capacidad para salir avante. ¿Sabes? Yo no te he idealizado, al menos no como el “Emperador”, si te digo de esa forma de vez en vez, es simplemente por una identificación que hago con los Comunitarios, pero el hecho de bautizarte de ese modo, no significa que espero algo de ti siempre, por que si lo hiciera, sería como si mis expectativas de ti superaran incluso a tu ser real, al hombre de carne y hueso que se enferma, que hace muchos corajes, que se equivoca, que desconoce muchas cosas, pero al mencionarte esos aspectos, no lo hago con afán de herirte, sino de que sepas que a mi no puedes decepcionarme ni defraudarme, por que eres una persona que no se traiciona a sí mismo, proteges tus ideales, y precisamente por eso, y mientras sigas así, no podrías simplemente defraudar a nadie.
Raúl notó la frase que Julia quería ocultar: “y mientras sigas así…”, pero no sabía que pensar de ello, no podía adivinar cual sería entonces la postura precisa de Julia Jaimes si un buen día él se cansaba de todo y se marchaba del lugar.
- ¿Pero y si lo hiciera? Si llega el día en que vuelva solo a pensar en mí, a vivir hedonista y egoístamente, a buscar el placer que esta vida pueda dar. ¿Qué harías? – Preguntó él con un tono de voz desganado, como si temiera la respuesta-.

- Sinceramente no lo se, no me creo capaz de juzgarte, tú eres… - Un silencio incómodo lleno los labios de Julia, ella reprendió a su corazón el hecho de permitirse latir tan fuerte por Ruiz, cuando debería estar muerta de preocupación por Octavio, pero así eran las cosas, solamente podía seguir pensando en el sentimiento que poco a poco notaba.

Raúl no dijo nada más, comprendió que debía enfocar sus pensamientos en Octavio, pues aún si con ello no lograra nada, sentía que era su deber moral, además de que le espantaba un poco pensar que sus Pilares le abandonaran por completo si cambiaba, pues eso confirmaría el hecho de que ellos se encontraban ahí por lo que él había llegado a ser y no por lo que en verdad era.

Después de algunas horas de camino, Raúl y Julia llegaron a la Central Médica, donde los edificios al mero estilo del art deco, tenían quizás la intención de disfrazar lo que eran, sanatorios donde el dolor imperaba.

Ruiz bajó de su vehículo rápidamente, dejando las llaves al valet parking y apresurándose a entrar al nosocomio, sin embargo, su cuerpo le recordó la debilidad que sufría y por poco lo derrumba, si no fuera por que detrás de él estaba Julia, quien en el justo momento en que la necesitaba, lo tomó del brazo firmemente. Raúl estaba sonrojado por la febrícula que tenía, Julia también lo estaba, pero no por la misma razón, quizás en otras condiciones Ruiz hubiese notado el rubor de su Pilar, pero ahora, solo atinaba a apoyarse en ella para andar y seguir avanzando en busca de informes acerca de Grosso.
Cuando llegaron a la zona de recepción principal del hospital, Raúl sintió más vértigo y Julia lo depositó suavemente en los lujosos sillones de la sala de espera, yendo después a preguntar a las empleadas acerca de la ubicación de Octavio.
Raúl descansó un momento, pero no podía decidir a que ponerle más atención, a su estado físico, o a su preocupación por su amigo; sí, él había pensado en Octavio Grosso como su amigo y no como su Pilar o colaborador, esto quizás en otra situación no hubiere tenido importancia, pero ahora, tratando de distraerse de ambos problemas que lo sofocaban, él Emperador solo podía atinar en pensar como era su relación con el ausente, es decir, desentrañar la misma, como le gustaba con cada cosa de la vida.



Ruiz creía que una relación no es fácil de explicar, ni de desentrañar y diseccionar para su estudio, simplemente “es”, no se necesita de explicaciones para tener relaciones amorosas o amistosas con alguien, aunque los científicos hablaran de cosas biológicas, fisiológicas, feromonas, hormonas y otras cosas similares, Ruiz pensaba que la afinidad por cuestiones cuantificables, era muy relativa. El mejor ejemplo de eso era su relación con Octavio, por que de hecho no tenían nada, o casi nada en común, no les gustaban las mismas cosas, ni los mismos autos, ni los mismos deportes, ni las mismas comidas, ni los mismos libros, y esto era tan claro como ver en el escritorio de Ruiz solo periódicos y novelas y en el de Octavio la revista de moda acerca de los “socialites” y la “Guía máxima de bares y antros en la Ciudad”. El ser agua y aceite era un tópico que por gastado, ni siquiera tocaban, ellos solamente convivían y lo hacían de forma armónica, al menos hasta que Octavio retaba a Ruiz en algún rubro, entonces todo cambiaba y se volvía competencia, pero sus competencias en realidad no eran serias, eran una extensión de la fiesta en que vivía Grosso, eran una “rivalidad amistosa”. Ruiz tuvo miedo entonces de que eso también desapareciera, pues no sabía cual era el estado de su amigo y la mujer llamada Liliana Lara, había conseguido preocuparlo de verdad.



Julia volvió con Ruiz y lucía molesta, le habían confirmado que Grosso estaba internado, pero se habían negado a darle información alguna sobre su estado, argumentando que solo podían darle datos a alguien que se identificara como su familiar, o a alguna persona a la que el familiar que estaba acompañando al paciente, diera el visto bueno para que accediera. Raúl le preguntó a Julia la forma en que la mujer con quien había hablado había pasado con él, ya que Octavio ya no tenía algún familiar en la Ciudad, al menos que le conocieran, y Julia le dijo que según la empleada que la había atendido, esa persona que acompañaba a Octavio era su esposa.



Raúl no pudo evitar soltar una pequeña risa, pues alguien como Octavio podría ser impredecible, pero casarse no sería uno de los planes que él pudiese si quiera imaginar. Sin embargo Julia solo contestó su gesto con una rabieta contra la empleada y Raúl tuvo que ponerse a meditar alguna solución, y en eso estaba cuando pensó en lo inoportuno que fue el quedarse sin batería en su celular, pues aunque Julia tenía el suyo, él no había podido memorizar el número telefónico de Liliana Lara, por lo que era inútil cualquier esfuerzo de contactarla, a menos que, de alguna manera pudiera cargar el teléfono, y entonces recordó que en esos grandes y lujosos Hospitales solían tener toda clase de máquinas para la comodidad de los familiares de los pacientes, entre las que debería estar alguna diseñada para recargar los celulares, pues de esas máquinas abundaban en los centros comerciales y un lugar tan opulento como en el que estaban, no podría quedarse atrás.



Julia se puso en búsqueda de las máquinas, pero Raúl la siguió, se había hartado de estar sentado y ya se sentía mejor, por lo que ella no pudo negarse.



A pesar de ser solo una Central Médica, era impresionante la magnitud de la misma, por lo que resultaba muy sencillo extraviarse, Raúl caminaba lenta, pero decididamente, sin embargo Julia, fingiendo un interés médico, le ordenó que fuera aún más despacio y todavía tomado de su brazo. Ella se sentía un poco avergonzada, a su edad ponerse como una colegiala enamorada se vería un tanto ridículo, pensó, sin embargo sus relaciones amorosas no solían llevar ese toque romántico que ella misma despreciaba, o creía despreciar, pues en esos momentos le estaba gustando esa sensación calida de llevar a aquel hombre del brazo en una pose quizás algo cursi y hasta romántica. Sus parejas eran hombres atractivos y físicamente fuertes, mucho más que Raúl Ruiz, le gustaba el tipo de hombre que parece estar siempre meditando en algo, haciendo un proyecto alternativo y ecológico, o artístico en su caso, de cabellera larga y vestir despreocupado, de ojos soñadores y penetrantes, e invariablemente de aberración por los compromisos. Julia también repelía la idea del matrimonio, por eso estaba bien cuando su pareja le decía que era tiempo de salir con otras personas, o cuando ella misma se aburría de ellos y los alejaba con indiferencia, sin embargo sus relaciones eran cimentadas en un plano material estrictamente, a ella no le gustaba hablar de su “don” con sus parejas, sentía que no eran ámbitos compatibles, sentía que no eran las personas adecuadas, tampoco había dejado madurar un amor sólido, pues aunque creía en su existencia, simplemente no sentía que fuera tiempo para ello todavía, pero se reía cuando alguien la intentaba tachar de solterona, esos estúpidos clichés, eran para gente incivilizada y anticuada, para gente con “invalidez cerebral” decía. Nunca antes se había permitido pensar en Ruiz como algo más que su amigo y socio, él siempre estaba ocupado y las muy escasas relaciones que Ruiz tuvo después de María del Mar, eran tan solo “citas” o noviazgos que no solían durar más de una semana, para Julia él solo tenía ojos para la Comunidad, era su pareja y su más grande responsabilidad, tal vez por eso es que ni siquiera había pensado en ese aspecto de él, ese que descubrió poco a poco y sin darse cuenta y que a lo mejor, pensaba, tenía que ver con el “lado humano” del Emperador y no con la efigie que él mismo había creado. Ya a sabiendas de que al menos Grosso estaba con vida y conocían su paradero, ambos podían relajarse un poco, pero la preocupación persistía por el estado en el que estuviera o por la razón que lo llevó ahí, sin embargo Julia en secreto se permitió un lujo, el lujo de ir pausadamente tomando el brazo de Ruiz en su búsqueda y sentir que iba al lado del hombre del que se había enamorado, tan sutilmente que ni siquiera podía decir cuando había sucedido.



Ruiz por otra parte se sentía apenado, pero por necesitar la ayuda de su Doctora y Pilar de esa manera, no por alguna discriminación hacia ella, sino por que sentía que tenía que dar el ejemplo de firmeza en esos momentos, y resultaba todo lo contrario. Cuando por fin encontraron la máquina que buscaban y mientras el celular de Raúl de cargaba, Julia le habló a Herson Valdés para informarle del paradero de Octavio y éste se comprometió en ir lo más pronto que pudiera. Después de hablar con su común amigo, Julia le dijo a Raúl:



- Si es posible, deseo atender personalmente a Octavio, por que aunque no es lo más indicado por nuestra relación, siento que puedo dar de mi parte mi mayor esfuerzo y si en algo fallara, aun quedan los demás médicos de la Clínica de la Comunidad para apoyarme.

- Es dable lo que pides Julia, además podremos estar más tranquilos, pero antes de eso, debemos saber que es lo que le pasó a Octavio, pues a pesar de que siempre se comporta de forma impulsiva, no le había pasado nada en lo personal antes.

- Tal vez se deba a un aspecto que le he pedido en múltiples ocasiones controlar, pero que siempre se niega a hacerlo.

- Yo también pienso que puede deberse a su alcoholismo social, con esa enfermedad, es muy difícil delimitar para el enfermo cuando ya es un problema casi irreversible.

- Tienes razón Raúl, pero debemos esperar para poder saber que haremos, si él esta incapacitado tampoco podrá intervenir en el asunto del Consejo General…



Raúl bajó la mirada de forma angustiada y procuró recomponerse pronto, pero su estado débil y los acontecimientos tan repentinos que atravesaba, habían mermado mucho su resistencia, por lo que al verlo Julia sintió deseos muy grandes de abrazarlo, al menos para darle un poco de apoyo y fuerzas. Poco a poco se acercó a él y cuando estaba apunto de rodearlo con sus brazos, Raúl alzó la vista y señaló:



- Bueno, con eso será suficiente carga, debo hablar con Liliana Lara.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Capítulo 21 Sueños recurrentes

Raúl y Julia partieron en el auto del primero, a Ruiz solo se le había ocurrido apoyar la búsqueda que ya se realizaba participando también en ella y recorriendo lugares que eran frecuentados por Octavio.

En algunas otras ocasiones del pasado Grosso se había ausentado de la Comunidad sin aviso, pero nunca pasaba más de un día sin que volviera con alguna excusa increíble o descaradamente diciendo la verdad de sus correrías.

Raúl sabía que Octavio era una persona que vivía en fiesta la mayor parte del tiempo, aún cuando trabajaba o cuando opinaba en las reuniones del Consejo de Pilares, pero siempre se tomaba las cosas con seriedad cuando un reto de su área lo exigía, por esa razón Ruiz perdonaba algunas de sus ausencias, aunque trataba por todos los medios de que se disciplinara más; sin embargo el Emperador sentía tristeza cuando suponía que las razones de la constante vorágine de diversión en que se sumía su Pilar, eran consecuencia de un vacío profundo que intentaba llenar con una capa de alegría fingida.

Uno de los lugares que Grosso visitaba y que para variar no era un bar, ni nada festivo que se le pareciera, era una pequeña zona verde ubicada a la orilla de una carretera poco transitada, pero de velocidad elevada, que se encontraba en una colina, en la cual se había improvisado una entrada para dos automóviles máximo y en la que, a base de múltiples pasos y visitas, se había forjado un pequeño senderillo que bajaba por la zona de la colina que no estaba pavimentada y se internaba entre algunos árboles que se hallaban a la orilla de una presa. Ese sitio, a pesar de estar cerca de una carretera de velocidad alta, proporcionaba tranquilidad si uno se alejaba cuesta abajo y cerca de la presa, tranquilidad para meditar mientras se observaba el minúsculo movimiento ondular del agua, provocado por algún mosquito o algún pequeño pez que habitara esos lugares, mientras la espalda se recargaba en uno de los fuertes trocos que se alimentaban de esa tierra húmeda y factible para que la maleza viviera. Cuando la noche alcanzaba a los pocos visitantes y los mosquitos se adueñaban del lugar, solo bastaba regresar cuesta arriba y colocarse encima de una enorme roca que se encontraba cercana al improvisado estacionamiento, y divisar las pocas estrellas que la Ciudad permitía encontrar. Octavio le había enseñado alguna vez el lugar a Raúl y Ruiz le había puesto por nombre “El Bosque de la Soledad”, con un poco de sarcasmo, al ser solo un pequeñísimo lugar natural en la Ciudad,  al que solo se podía acceder en vehículo, y debido a la falta de espacio para dejar más de dos autos, estaba claro que los visitantes debían sentirse formidablemente solos, aun teniendo al lado un montón de automovilistas sin rostro que pasaban velozmente por ahí.

Raúl quiso empezar la búsqueda en ese sitio, quizás no con demasiadas esperanzas de hallar a Octavio, pero sí con el deseo de que ese lugar tan peculiar, en su forma y en los gustos de Grosso, le ayudase a pensar con claridad acerca de su paradero.

- Tengo miedo Raúl, no se que está pasando- dijo Julia con voz entrecortada, mientras Raúl conducía rápidamente para llegar al Bosque de la Soledad.

Julia era una mujer de carácter muy fuerte y a Ruiz le inquietaba que en esos momentos mostrara signos de tan notoria fragilidad, ya que siempre era firme y confiaba mucho en si misma, llegando incluso a ser caprichosa y a denotar cierto aire de superioridad ante los demás, lo que aunado al misticismo de sus actos y estudios y a los rarísimos libros que solía leer, la dotaban de una misteriosa personalidad; pero Raúl sabía que en el fondo se preocupaba mucho por todos los Comunitarios a su manera y esa forma de ser tan misteriosa era lo que le daba un toque único. Raúl pensó que su deber como líder de los Pilares era mantenerse incólume ante las situaciones como la que atravesaba, pero que estaba bien que sus soportes fueran sensibles y mostraran ese lado humanizado, a pesar de que le causara mucha extrañeza el verlo reflejado en una de las mujeres más fuertes que había conocido.

- El miedo es natural e inherente a los humanos, está bien tener miedo, temes por que te enfrentas a algo nuevo y fuera de tu control, pero si lo meditas profundamente sabrás que no existe el control absoluto, ni en la más mínima de nuestras actividades; a veces semejamos ser los dueños de este mundo, los amos y señores, capaces de moldearlo a su imagen y semejanza, quienes a pesar de incontables siglos, pestes, guerras y cambios climáticos, hemos permanecido indestructiblemente para dejar nuestra semilla de superioridad; sin embargo la mayor parte del tiempo somos frágiles personas cuya vida es menos que un suspiro en la existencia de la tierra y más aún, en la existencia de aquello que por desconocer, terminamos nombrando como “universo”. Nuestras cortas vidas a pesar de su efímero lapso, están llenas de tantos matices y colores como el más vasto arcoíris, sufrimos y soñamos, reímos mucho, pero hay quien dice que venimos al mundo solo a llorar y a ver como nuestras lágrimas se secan al sol, así como nuestros cuerpos se secarán al paso de los años. En verdad que la complejidad de los humanos radica en esos extremos, en su corta vida y en su extenso legado, por que si bien es cierto que solo algunos grandes personajes han sobrevivido al paso de los siglos, ya sea por su genio, su creatividad, su dedicación, su amor al prójimo y hasta por su odio, también es cierto que si sus hazañas permanecen, se debe a los demás que las preservaron en el tiempo, pues nada serían esas ilustres personas, si no hubieran otras muchas, sin nombre aparente, hacia quienes esos logros fueron dirigidos, buenos o malos, y que cuentan sus logros para poder usarlos o aprender de ellos para el porvenir. Ahora es natural que temas por lo que sucede en nuestras vidas, es una consecuencia del grave desequilibrio de nuestro estado común, pero tu estas aquí, los Comunitarios estamos aquí, yo estoy aquí, y de alguna manera podremos apoyarnos entre todos para salir adelante, por que es imposible acabar con el miedo, pero podemos aprender de él, convivir con él, para no ser sus esclavos. Ahora mismo eres parte de un proyecto, que más que eso es una realidad, tu función es primordial, como la de cada uno de sus miembros, por eso no desfallezcamos ante el miedo, no seamos rehenes de los que lo infunden, de los que lo usan como arma y estandarte  y no nos unamos a los que con su derrota permiten que aquellos puedan seguir dominando, seamos libres en nosotros mismos, aceptando el nuestro, pero apoyándonos los unos en los otros, para de ese modo darnos valor, para poder hacer una diferencia, que es nuestra máxima meta,  para que todos juntos logremos que nuestro valor sea la pauta que marque el final de la dictadura del miedo. Ahora es natural que temas por Octavio y hasta por la actitud de Mindell, pero te recomiendo que seas fuerte y no dudes en apoyarte en mí y en los demás, por que tu esfuerzo individual tendrá frutos en lo colectivo, ya lo verás, saldremos adelante.

- Aunque se que tienes razón – contestó Julia con voz baja- hay algo en mi que no deja de inquietarme. Pocas veces hemos hablado sobre ello y la verdad es que no se cual sea tu opinión al respecto, o si tu crees, como muchos, que estoy loca o que solo soy una excéntrica, quizás las veces anteriores que lo hemos hablado, solo te has limitado a darme por mi lado sin decirme en realidad cuales son tus sentimientos al respecto, y naturalmente que hablo de lo que yo llamo mi “don”.

- Ya veo – contestó Raúl sin dejar de observar a la carretera- a ese respecto puedo decirte dos cosas, la primera es que no me cierro a posibilidades, gusto de analizar las cosas y de llegar a últimas consecuencias que mi capacidad permita, por eso se que en esta vida hay muchos misterios para los que la humanidad no ha encontrado una explicación que se ate a su lógica, y hasta podría decir que he llegado a la conclusión de que las personas usan el escepticismo como un arma de protección a su disposición, para defenderse de todo aquello que obviamente escapa a su conocimiento y por tanto a su control; sin embargo yo he decidido no utilizar dicha arma, sino que permitir que las cosas se desentrañen ante mi visión para poder emitir algún juicio personal. La segunda cosa que puedo decirte es que yo te respeto en todas tus facetas, como persona, como mujer, como doctora, como Pilar, y por ese motivo, también respeto tu faceta “mística” si puedo llamarle así sin causarte una ofensa.

- Puedes llamarle como desees, por que entiendo que lo haces con respeto Raúl- contestó Julia mientras entrecruzaba sus dedos nerviosamente.

- Pues por esas dos razones, puedo asegurarte que creo en tu “don”, en la medida en que creo en ti y por eso me gustaría que me contaras lo que sientes sin empachos- dijo Raúl con un tono casi paternal que le disgustó un poco a él mismo.

Julia continuó cabizbaja jugando con sus dedos, hasta que alzó sus bellos ojos para mirar a Raúl que continuaba cuidando la marcha del automóvil.

- Desde que mencionaste ante los Pilares el asunto de la mujer que habías dejado estar en tu casa, he sentido una opresión angustiosa en el pecho, y he tenido un par de sueños raros, además de repente tengo la impresión de que una percepción profunda en mí, me advierte de un gran peligro que se cierne sobre nosotros.

Raúl abrió los ojos en señal de sorpresa y por primera vez distrajo totalmente su mirada de la carretera para ver por unos segundos a Julia, quien continuó relatando.

- En mis sueños suelo verme en una pequeña barca, que se encuentra en medio de un mar oscuro y es sacudida sin cesar por un viento helado, sin embargo la pequeña embarcación resiste los embates de la marea y a pesar de que la poderosa agua del océano parece batirse cada vez con más vigor, mi barca salvadora sigue inamovible. Entonces yo intuyo que esa barca sobrevivirá hasta que pueda salir de ese mar rugiente y por unos momentos me tranquilizo, pero entonces un relámpago de color rojo cae de los negros cielos y golpea la embarcación y esta comienza a inundarse rápidamente, entonces de la nada apareces tú y comienzas a ayudarme a vaciar la inundación que amenaza con hundirnos, pero cuando recién comenzamos a controlar el desastre, de las negras olas surgen cuatro brazos que te toman y te atrapan, para finalmente llevarte con ellos al mar y hundirte, a pesar de mis esfuerzos y de mis uñas que te desgarran en su vano intento por asirte a mí, en ese momento se que también mi barca pronto te hará compañía en las profundidades, pero despierto y el llanto de mis ojos brota tan copiosamente, como lo hace un sudor frío que recorre mi espalda, y si acaso consigo volver a dormir, el sueño se repite.

Después de oír el relato de Julia, Raúl agradeció a las circunstancias el haber llegado ya al "Bosque de la Soledad" y poder reflexionar sin distracciones acerca de lo que su Pilar le decía. En su mente racional la respuesta más lógica era negar alguna relevancia en el sueño recurrente de Julia y quizás hasta buscar un motivo psicológico implícito, pero como había dicho a su interlocutora antes, él si se daba la posibilidad de creer y analizar las cosas antes de desmentirlas inmediatamente, así que le solicitó a Julia que pensara en los detalles más marcados de su sueño, para intentar darle alguna relación con los problemas actuales, aunque tomando con reservas la importancia que deberían darle ambos a ese aspecto, sobre todo en un momento en el que deberían centrar su atención a la localización de Grosso.

Por ese motivo Julia continuó diciendo- Pues una de las cosas que más me llaman la atención de mi sueño es el rayo rojo, por que yo no miro al cielo en ningún momento hasta que aparece, es decir, estoy esperando el ataque del mar embravecido, pero no me espero que ese ataque llegue de las alturas, es algo completamente inesperado…

En ese momento un timbre fuerte sonó de entre las ropas de Julia y ambos se sobresaltaron, se trataba del teléfono celular de Raúl, que Julia traía por si él lo necesitara, mismo que hacía la advertencia de tener la batería baja y estar próximo a apagarse. De repente también Raúl recordó la llamada a las tres de la mañana de días anteriores y su fracaso de comunicarse con el número al que le pertenecía dicha llamada, así que haciendo una relación en tiempos y hechos, pensó que quizás Grosso estuviera detrás de eso.

- Julia, dame el teléfono antes de que se le acabe la batería – dijo Raúl nervioso- debo devolver una llamada que quizás nos de alguna pista.

Julia le dio el teléfono y Raúl se dio cuenta de que el número en cuestión le había marcado nuevamente, tan unos minutos después de que él se había tratado de comunicar, solo  que ya no pudo contestar, por que perdió el sentido en esos momentos, y Ruiz pensó que eran muchas casualidades, y que seguramente Octavio le había hablado por estar en algún problema.

Raúl marcó rápidamente y en el tercer timbrazo del teléfono una voz de mujer que se notaba angustiada le contestó.

- ¿Bueno?
- ¿Bueno? ¿Con quién hablo?, soy Raúl Ruiz, tengo varias llamadas perdidas de ese número…

- Soy Liliana Lara – le dijo la voz de mujer llorosa- debe venir rápido a la Central Médica Norte, Octavio está…

Raúl se quedó impávido, la mujer no pudo terminar la frase, en ese momento su celular se había apagado por falta de batería, dejando en su dueño una gran duda y una opresión angustiosa, como seguramente la que había sentido Julia en días pasados.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Capítulo 20 La sombra del caos

Los ojos de Raúl se abrieron lentamente, otra vez despertaba en un lugar distinto de su morada. Esta vez no se encontraba en ninguna casa, estaba en la Clínica privada de la Comunidad y a su lado nuevamente, aguardaba con un gesto de ternura infinita, la mujer en quien más confiaba, Julia Jaimes, quien al notar que él despertaba, cambió el dibujo de su rostro por una sonrisa fresca y sincera.

- Por fin regresas con nosotros, luego de tres larguísimos días, no tienes idea de lo feliz que me hace tenerte consciente- dijo ella con sincera alegría y un ligero rubor en sus mejillas.

- No recuerdo nada ¿Qué ha pasado Julia? ¿Me enfermé muy fuerte otra vez? Me siento muy cansado- contestó Raúl con un tono tan bajo que costaba trabajo oírle.

- Yo estaba en lo cierto, tu cuerpo estaba al límite cuando te hablé esa noche, pero quizás tardé demasiado en prevenirte, no importa ya, tendrás que descansar forzadamente y de seguro mejorarás- replicó Julia todavía con tono alegre, sin embargo al decir eso, tomó la mano del Emperador suavemente y puso una expresión de mucha seriedad para continuar hablándole- No volveré a descuidarte de ese modo y aunque suene contradictorio, se que no me perdonarías si callara lo que tengo que decirte. Se que cada vez que despiertas no hago más que hablarte de forma lúgubre, pero la Comunidad tiene problemas, Herson y yo tuvimos que decirle a Mindell de tu estado actual, y aunque esperábamos que reaccionara diferente, ha insistido en que ya no es suficiente el Consejo de Pilares, quiere que actúe el Consejo General Organizacional, tu sabes que solo se había planteado después de los problemas posteriores a la Gran Crisis, pero él insistió en que era necesaria su intervención ante tu precario estado, y al parecer, con respecto a tu hermetismo total sobre tu reunión en la Cámara; francamente Herson se disgustó mucho con él, le recriminó el hecho de que ni siquiera habías tenido tiempo de tratar con nosotros esa reunión, por que enfermaste casi inmediatamente, pero Mindell arremetió de una forma inexplicable con el tema de la mujer que has traído a tu casa sin presentarla abiertamente al Consejo de Pilares. Es un hecho que Mindell Quintana esta irreconocible, pero también es un hecho de que tiene razón acerca de que estipulamos la intervención del Consejo General en tu ausencia y en otros casos en que fuera meritorio, por eso no hemos podido negarle su petición, por más que lo deseáramos.

- Quizás desde un principio el pensaba eso… -dijo Raúl quedamente- No, no debo pensar así, lo que debe estar pasando es que el hecho de que Mindell esté así nos muestra que es un pilar confiable, por que se preocupa más por la Comunidad que por mi estado, pero en verdad me inquieta que el Consejo General tome una decisión peligrosa por que …

- Basta Raúl – interrumpió Julia con voz fuerte- tu no vas a hacer nada, ni siquiera quieras insinuarlo, solo descansarás, debes hacerlo- dijo Julia bajando la voz gradualmente, para después darle la espalda a Raúl y llevarse una mano a la frente, mientras apretaba la otra a la altura de su vientre- fui muy tonta al haberte dicho esto, pero era mi deber después de todo, yo también soy tu pilar y no por eso simplemente ignoro tu salud Raúl. Debiste verlo, ni siquiera preguntó más por ti, solo se limitó a escupir su propuesta de la intervención del CGO, al oírlo sentí algo tan extraño…- nuevamente Julia se detuvo un momento en su conversación, mientras cambiaba su mano de su frente a cubrir su boca, para después de unos breves momentos continuar- De cualquier forma, aunque sea cierto lo que dices y él solo actúa de forma profesional, o aunque se trate de alguna otra cosa, debes dejar esto en manos de Herson y mías, nosotros llevaremos tu voz al Consejo General y veremos por el bien de la Comunidad.

- Dijiste solamente los nombres de Herson y el tuyo, ¿Es acaso que Groso ya ha tomado partido por Mindell? – preguntó Ruiz mientras trataba pesadamente de incorporar su torso- ¿Qué dice él de todo esto?

- Octavio esta desaparecido desde que te enfermaste bajo la lluvia – dijo Julia aún dándole la espalda a Raúl- Nadie lo ha visto, ni hemos podido contactar con él, no sabemos si está bien, y aunque algunos comunitarios han empezado a buscarle por los lugares que frecuenta y hoy por la mañana dimos aviso a la policía, aún no tenemos nada.

- No puede ser- dijo Raúl con voz desesperada y dejándose caer nuevamente en la cama del nosocomio- todo esto, ¿por qué pasa ahora? Primero esa mujer y ahora esto…

- ¿A que te refieres Raúl? – preguntó ansiosa Julia al momento en que volteaba rápidamente a ver al Emperador, dejando ver sus hermosos ojos llenos de lágrimas- ¿Quién es esa mujer? No entiendo su presencia con nosotros.

- Mmm…- farfulló Raúl, mientras pensaba la manera en que explicaría la presencia de Lía- Ella es la única persona que me puede hacer dudar de la filosofía de la Comunidad, de hecho, es esa duda la que me impidió presentarla formalmente al Consejo de Pilares y abogar por que se quede con nosotros.

- La filosofía de la Comunidad es que no se le cierran sus puertas a nadie- dijo intrigada Julia- para que esa mujer te haga dudar de eso, tiene que ser una persona detestable.

Raúl sintió un golpe de ira dentro de sí mismo, pero pronto recuperó la razón y tranquilizó su corazón, pues simplemente no podía creer que esa ira se debiera a las palabras de Julia, ya que sabía que esas palabras eran poco menos que la verdad, y sin embargo, en alguna parte de su estúpido corazón, aún seguía defendiendo a Lía y eso dolía más que cualquier palabra hiriente.

- Quizás lo haya sido en el pasado, pero sería irresponsable de mi parte, además de hipócrita claro, estigmatizar a alguien por su pasado, prejuzgar su presente por sus acciones pasadas sería contrario a mi rol en la Comunidad, así que espero que entiendas que no debes expresarte así de nadie nuevamente.

Ahora fue Julia quien sintió una opresión en el pecho, ella sabía que no era consecuencia del pequeño regaño que había sufrido, sino del darse cuenta que Raúl estaba defendiendo a Lía, a pesar de lo que le había contado Herson, pero lo que le preocupaba realmente, era ese malestar tan grande que experimentaba al hacerse a esa idea, pues esa opresión solo podía traducirse en el más despreciable de los sentimientos después del odio y la lástima: los celos. Quizás por eso descuidó las demás labores de la Clínica mientras cuidaba a Raúl, quizás por eso, ni siquiera ella se creyó la excusa de que estaba cuidándolo tan fervientemente por ser el líder de la Comunidad y nada más por esa razón, quizás por eso el solo nombre de Lía Alarcón comenzaba a serle tan desagradable.

- No olvidaré lo que dices Raúl- le contestó en un tono firme Julia- pero merezco que me cuentes más acerca de ella.
- No es tiempo para eso Julia- replicó Raúl con más fuerza- ni es tiempo de quedarme a descansar mientras todo se cae a pedazos, debo ir ante el CGO, debo encontrar a Octavio y quizás hasta deba investigar a Mindell después de todo.
- He dicho que no lo harás Raúl, no quiero verte empeorar hasta morir, ¡ni quiero perderte! – Gritó Julia mientras nuevamente rompía en llanto.

Raúl se impactó un momento ante ese grito, pero rápidamente desechó la idea que cruzó su cabeza y se convenció a si mismo de que Julia era su mejor amiga y que por esa razón era por lo que lloraba, aunado a la desaparición de Octavio y al caos que imperaba en la Comunidad. Por lo que lentamente se incorporó de la cama y se dirigió a Julia, quien seguía sollozando y tomándola de la cintura le dijo:

- Julia, mi vida es la Comunidad, mi vida son los miembros y los pilares, esa es mi verdadera vida, yo no tengo otra ilusión, ni otro amor, es mi deber y como pilar, tu deber también es olvidar tus preocupaciones estrictamente personales hacia mi persona y verme como lo que soy, el dirigente de la Comunidad, ambos debemos cumplir con nuestro deber y resolver esto, Herson es valiente y valioso pero no podrá solo, quiero seguir confiando en Mindell, pero hay muchas cosas que no encajan con su actitud, debo cuidarlos a todos y lo que ahora urge es encontrar al miembro perdido del Consejo de Pilares, cerciorarnos de que esté bien y auxiliarlo en cualquiera que sea su situación, para después que él también nos acompañe ante el Consejo General Organizacional y defienda a los Comunitarios, debes venir conmigo en su búsqueda y aceptar que ese es tu deber primordial ahora.

Julia miró dentro de los ojos grises del Emperador durante largo tiempo, mientras su respiración se hacia lenta y su cuerpo temblaba trémulamente y después de ese tiempo mordió su labio y abrazó a Raúl diciéndole:

- Soy un Pilar de la Comunidad y he de cumplir mi propósito Raúl, vamos pues, debemos encontrar a Octavio Grosso, donde quiera que él esté.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mictlán

La vida es un jardín, pero plagado de ortigas e hiedras venenosas. Su camino es sinuoso y confuso, pero su destino siempre es el mismo, el beso dulce del fin de la existencia.

Entonces el sueño lo abraza todo, lo sublima y lo conduce a lugares nuevos y diferentes, donde el abrazo de la muerte es placentero y sus colores de oscuridad lo llenan todo.

Ahí las almas se abrazan desnudas, se unen en coros de lamentos y añoranzas, que después se confundirán en los vientos del negro mundo del Mictlán, y como esos vientos juegan con las voces, así jugarán con los restos, con las almas que despedazadas y vueltas a formar continuarán su vereda mortuoria en busca de la paz.

Las oraciones se pierden sin escucharse entre las negras montañas que custodian el más allá, los pies etéreos se dirigen con prisa a su final destino, pues ya han cruzado el río que evita que alguien quiera volver a devorar la vida, pues su platillo es tan raro y delicioso, que nunca habrá de consumirse dos veces.

La sangre ya no existe y el peso es relativo, el dolor sin embargo permanece, pues es el último obstáculo para los distantes espíritus que nacieron con él y deberán morir aún conservándolo.

En la muerte ya no hay amor, solo queda el recuerdo, el gozo que una vez existió y fue desperdiciado en las arenas del tiempo, la esperanza que fue bebida por ávidas alegrías y tristezas que conformaron la vida misma.

La respiración es una memoria sutil de algo que ya no será, por eso las almas apenas pueden distinguir el agua del viento, pues navegan entre sus corrientes filosas y quemantes, aún falta que sean despedazadas y devoradas por las bestias que representan el apego a lo que se queda atrás, esos rostros, pasiones, y objetos que hacen tan difícil el camino hacia el inframundo.

Por fin los últimos lograrán atravesar la tempestad de espinas y agujas de las sombras y habrán de llegar ante el dios del Mictlán quien les otorgará su eterno destino, el cual esperan sea un nuevo renacimiento.

Capítulo 19 Vieja Melodía

Despertar es un ejercicio difícil cuando no se encuentran motivos para hacerlo, o quizás un sentido que defina la razón por la que nos empeñamos en vivir, en realidad pocos saben por que lo hacen, por que se levantan todos los días y se aferran a una existencia que en muchas ocasiones, se encuentra plagada de carencias, temores y traiciones.

Es por eso que Ruiz halló un motivo mayúsculo que le obligaba a despertar y moverse cada día, a hacer a un lado sus dolencias y enfermedades para poder hacerse cargo de ese motivo, la Comunidad, un ser ficticio que le reclamaba alimento y atención, que como si fuera un vástago, le exigía su tiempo y a cambio le otorgaba la maravillosa capacidad de hacer a un lado la soledad y la duda permanente del sentido que tenía su propia vida.

Sin embargo, esa mañana, que más bien podría ser medio día o aún más tarde, su malestar era tan grande que no podía ignorarlo como en otras ocasiones, quizás la advertencia de Julia había llegado tarde y esta vez los excesos le cobrarían factura, y en esa situación lo que más le molestaba es que todo se debiera a un descuido bajo la lluvia, pero detrás de ese supuesto descuido, la mano de Lía nuevamente en su vida, otra vez causando daño, a pesar de lo poco que deseaba permitírselo.

En su mente una viejísima canción resonaba, y él se hacía las mismas preguntas que esa antigua melodía: “¿Por qué volviste a mí?, siendo tan grande el mundo, habiendo tantos hombres, después de aquél ayer, que tu lo maldijiste y luego lo destruiste ¿a que quieres volver? ¿Por qué volviste a mí, buscando compasión? En mí ya no hay amor, en mi alma ya no hay nada, mi vida aventurera contigo se acabó…” Esas notas resonaban en su cabeza como el primer día en que la escuchó, en su ya lejana niñez, cuando se aburría oyendo la canción que al parecer tenía un significado especial para los adultos que la escuchaban, sin poder descifrar que significaría para él mismo en el futuro.

Que curiosa es la vida que de repente le pone sentido a las cosas que en ella se transitan, haciendo que aquél que se burló de un sentimiento, se vuelva el burlado por el destino, por el tiempo y por la misma gente- pensó mientras intentaba incorporarse pesadamente.

Cansado de autocompadecerse se puso de pie y recorrió el cuarto de Julia en busca de su ropa y sus pertenencias, sin embargo, al llegar a la ventana de la habitación, pudo observar que su ropa se secaba en la terraza contigua, por lo que, aunque no quisiera, debería quedarse ahí por un rato más, ya que no sería bien visto si salía solo en toalla o en ropa interior, así que se acomodó en un sofá de la estancia de Julia y se dio cuenta de que su teléfono celular se encontraba en la mesa de centro de la estancia y estaba encendido, a pesar de que seguramente se había empapado como él en su tropelía nocturna, y al revisarlo se percató que tenía una llamada perdida de un número desconocido justamente a las tres de la mañana, lo que dejó intrigado a Raúl, por lo que marcó dicho número, pero sin obtener respuesta alguna.

Dejando de lado su teléfono, vio varios periódicos apilados a un lado de la entrada principal, pues al parecer Julia los había recibido como cada uno de los pilares diariamente, pero no les había dado importancia y los había dejado simplemente apilándose indefinidamente, situación que irritó un poco al Emperador, pues les había pedido a todos los Pilares que se informaran constantemente de las situaciones del mundo que los rodeaba, aunque la verdad, él mismo había dejado a un lado los periódicos últimamente sumido en las ocupaciones del diario acontecer, y en ese sentido se sintió incapaz de darle algún reproche a Julia, quien además de todo lo había cuidado muy esmeradamente y si no se encontraba en ese momento, se debía a que ella era muy responsable con su trabajo en la Clínica de la Comunidad.

Así pues Ruiz comenzó a leer los periódicos en orden ascendente, pues disfrutaba ver como las especulaciones de los cronistas eran confirmadas o negadas en los días posteriores a su publicación, y completamente dedicado a esa labor, pudo darse cuenta de diversos acontecimientos aparentemente aislados, pero que en su mente vivaz, tenían una clara correlación y le decían muchas cosas entre líneas, quizás una de ellas, el profundo motivo del interés de los Grandes en hacerse de la Comunidad, así que leyendo cuidadosamente esas notas periodísticas, decidió que en la reunión de la noche con los Pilares, se las haría saber de la forma en que él lo contemplaba y quizás de esta manera comprenderían el por qué se oponía rotundamente a la alianza con los Cuatro Grandes, y con un poco de persuasión, hasta obtendría su votación en el Consejo.

Excitado por la idea se dirigió a la terraza para descolgar sus ropas y ponerse en activo, ignorando las indicaciones que Julia le había dado más temprano y que apenas recordaba entre sueños, que consistían en quedarse recostado al menos un día más para saber como iba evolucionando con las medicinas, sin embargo y casi al llegar a la terraza, sintió como su cuerpo se debilitaba y un escalofrío lo recorría, al tiempo que todo se iba poniendo oscuro y él caía de bruces en el piso completamente inconsciente, mientras a lo lejos escuchaba como sonaba su teléfono desde la estancia, y como en su mente confundida, las notas de la canción se iban callando poco a poco, hasta terminar con la frase más importante de toda la melodía: ¿Por qué volviste a mí buscando compasión? Sabiendo que en la vida, le estoy poniendo letra a mi última canción…

lunes, 26 de octubre de 2009

Capítulo 18 El descubrimiento de Herson

La mañana siguiente a la visita de Raúl a la Cámara y a su extraña incursión bajo la lluvia, Herson se dirigió a la reunión matutina, para dar algunas explicaciones por la ausencia del Emperador y la de Julia, quien se había quedado cuidándolo un poco más para después irse a la Clínica de la Comunidad, pero la única persona que se encontraba en espera de la reunión era Mindell Quintana quien leía algunos diarios en apariencia concentrada.

-¿Dónde esta Grosso Mindell?- Inquirió Valdés

- No tengo idea, soy el primero en llegar, pero ya es tarde, lo más seguro es que no venga, ¿Tu sabes donde están los demás Valdés?- contestó Quintana.

- Raúl y Julia atienden otros asuntos- mintió Valdés, aunque la verdad es que no le gustaba hacer esto, pero deseaba darle tiempo a Ruiz para que él mismo explicara al Consejo sus acciones y cualquier otra cosa que pudiera aclarar el por que de su comportamiento de la noche anterior y de esta manera no lo metiera en dificultades que pudiesen agrandar el problema.

- Vaya, pues yo únicamente me presenté para saber que nuevas traía Raúl de la Cámara, hay unos rumores muy infundados y hasta estúpidos acerca de una nueva crisis, la verdad es que me gustaría saber si los Grandes y su camarilla tienen alguna respuesta a esto, en este medio es muy importante la imagen que se proyecta ¿no crees Valdés? Una imagen fuerte y despreocupada del porvenir es lo que se necesita para no generar desconfianza entre los socios, colaboradores y filiales, y espero que nuestro Emperador, tenga en mente eso, ¿es muy importante que sea conciente verdad?- Farfulló Quintana con una voz metálica y muy baja, como si quisiera poner a prueba a Valdés, o incitarlo a algún comentario.

Herson sintió un sabor amargo en la boca, entre ambos, Quintana y él, jamás había existido la mejor de las relaciones, pero se llevaban estrictamente en lo profesional, honrando su papel de pilares, pues Herson estaba consciente de que ser amigos entre los propios pilares, o entre todos ellos, quizás no era la forma correcta de conducir un monstruo tan grande como la Comunidad, así que se las arreglaba para respetar a sus compañeros por sus habilidades y aunque no ponía en tela de duda ni un segundo la “magia” de Mindell con las finanzas, esta ocasión, él si creía en los rumores “estúpidos” de los que se hablaba y no estaba dispuesto a asumir una actitud tan falsaria en esos momentos, lo que aunado a su irritación por los comentarios que asimiló como en contra de Ruiz, le contestó a Mindell de una forma más a la defensiva.

- Estará consciente como siempre lo está Mindell, pero no creo que esté de acuerdo con tu postura, él es un hombre íntegro y sabe cuando debe tener precauciones y cuando los rumores “estúpidos”, lo son únicamente por ignorarlos, tu no estabas aquí todavía cuando la Gran Crisis se avecinaba, pero los rumores eran parecidos, y tristemente las actitudes de los líderes hacia ellos fueron las mismas que las que tu planteas, fue por eso que tantas y tantas nuevas promesas desaparecieron y muchísimas personas entraron a la miseria total, en cambio nosotros sobrevivimos, tomamos una actitud desconfiada hacia los que nada hicieron y previmos las eventualidades, aún así fuimos casi consumidos, pero no dudo que hubiéramos desaparecido totalmente de haber actuado como ahora sugieres.

- Me parece Herson que estas generalizando, y una persona que sabe…- titubeó un segundo Quintana, rojo de ira, pero se contuvo- que sabe de su área, que es la economía, se da cuenta que ninguna ocasión es igual y que lo importante es saber leer las señales, en esa ocasión, aunque no estaba aún entre sus filas, si supe leer esos signos y le previne a mis entonces patrones, quienes fueron necios e imbéciles para escucharme y fueron arrastrados con la crisis, por lo que yo considero que merecían su destino…

- ¡No infieras que el quedar en la miseria y perderlo todo pueda ser cosa de “merecer” o no un evento!- interrumpió enérgicamente Valdés- la justicia es lo que menos existe en esta clase de crisis, quizás tuvieron responsabilidad por no preocuparse y actuar, en vez de quedarse aparentando estabilidad, pero ¿cómo puedes juzgarlos si propones lo mismo ahora Quintana?

- Te repito compañero que no es lo mismo, simplemente por que en esta ocasión, no existen de ninguna manera señales que pongan en evidencia la proximidad de una crisis tan grande o aún más, como dicen los exagerados rumores entre el medio, la mayor parte de las empresas utilizan el modelo de los Cuatro Grandes y ese modelo pudo superar la crisis también, no olvides que incluso ellos se afianzaron en sus posiciones en la Cámara empresarial después de la crisis…

- ¡Claro que la afianzaron! Ellos fueron avisados de las devaluaciones antes de que ocurrieran por los esclavos que tienen en el Congreso del País, los mismos inconscientes, corruptos y ladrones que provocaron la crisis de aquel tiempo, fueron apoyados por el Gobierno, quien volvió sus deudas particulares en deuda pública para todos los habitantes y hasta nosotros les pagamos para que pudieran mantener sus lujos. Claro que se afianzaron, por que ellos mismos vieron que nadie sobreviviera además de los que se les unieron sumisamente, de esa manera y al no tener competidores fuertes, ellos quedaron como los “estoicos triunfadores de la crisis” y claro, quien podría poner en duda su modelo económico, si éste les fue otorgado por sus compinches en el poder y hasta la fecha les ha servido a costa del país. Pero las señales sí están ahí Mindell, quizás no sean evidentes en números y especulaciones, pero si lo son en factores reales, como la pobreza en aumento, la degradación de las instituciones, la ignorancia en que nos sumen los medios, el continuo malestar de la clase obrera y de los grupos marginales y el obvio desgaste del modelo que actualmente sustenta todas esas abominaciones- dijo fuerte y confiadamente Herson interrumpiendo nuevamente a Mindell-.

- Todo lo que dices no es más que una vaga apreciación subjetiva tuya Valdés, pobres siempre ha habido y habrá, inconformes siempre ha habido y habrá, corrupción siempre habrá habido y habrá, además de que no puedes demostrar de ninguna manera que en verdad los Grandes estén coludidos con el Gobierno y éste les sirva de apoyo para sustentar su modelo, esos son solo dichos de gente rojilla que cree en fantasías para pasar su ocio, el modelo de los Grandes va en aumento y el nuestro puede ir en declive total si no nos actualizamos Valdés, te digo que lo nuevo es la emisión de acciones que propongo, lo que nos dará la solvencia para el porvenir, y no permitiré que el Emperador sea tan necio como los otros que han desaparecido, por que precisamente para eso me contrató, para suplir sus deficiencias, que claro que tiene, y si no soy capaz de hacer mi trabajo, no tiene caso que estuviera aquí, así que sugiero que dejes las cosas económicas en mis manos y te dediques a tu área, yo convenceré finalmente al Consejo y al Emperador de lo que es conveniente y yo tomaré las riendas de… -Calló Quintana por un momento titubeante- la sección económica de la Comunidad, ya que ese es mi trabajo, esa es mi área y no interfiero ni espero que interfieran de las demás áreas.

Mindell se levantó y se marchó apresuradamente, Herson se quedó impávido ante lo que había dicho Quintana, la ira iba pasando poco a poco, pero en su lugar se quedaba la incertidumbre y desconfianza, pues Herson casi podía asegurar que Quintana estaba equivocado, y que además de eso, sus intereses eran contrarios a la Comunidad, pero no podría demostrarlo fácilmente, después de todo solo él había escuchado lo que había dicho, y a pesar de que hubiera podido decirle a Raúl, la intervención de Raúl de forma arbitraria, únicamente fundada en el dicho de Herson, lo haría ver nuevamente visceral, despótico y totalitario, y eso era lo menos que necesitaba, así que se encontraba en un problema difícil. En esos pensamientos se encontraba cuando una silueta se proyectó frente a él, una silueta de mujer que poco a poco fue reconociendo, se trataba de Lía Alarcón.

- ¡Herson Valdés! Que novedad es verte, aunque no sorpresa, pues estaba segura que serías uno de los socios de Raúl, tu siempre estuviste apoyándolo y eras su mano derecha, así que debes ser muy importante para su proyecto- dijo alegremente Lía mientras lo miraba escrutándolo-.

- La única sorpresa, y por cierto, indigna, es verte aquí Lía, creía que hasta tú podías ser capaz de tener algo de integridad y dignidad, pero no sería de un caballero decirte las demás cosas que opino de tu presencia y no sería útil para mí quedarme en tu compañía para seguir tu juego, cualquiera que este sea, así que te demostraré tu importancia largándome de este lugar y pidiéndote que mientras no estés aquí por la aprobación del Consejo, te constriñas al lugar que Raúl te dio como posada, y ahí le esperes- dijo muy contrariado Valdés, quien no soportaba el hecho de tener que pasar por dos momentos agrios tan próximos y decidió marcharse.

Lía ni siquiera se inmutó, sabía que Valdés sería un obstáculo, pero no insalvable, así que le divirtió su ira y pensó en desobedecerlo y dar una vuelta por la extensa Comunidad, mientras averiguaba el paradero de Raúl.

jueves, 22 de octubre de 2009

Capítulo 17 Redención

Octavio pasó varias horas relegando trabajo, su malestar no desaparecía y aunque quería distraerse de él, solo podía enfocar más su atención en ello, por esa razón sabía que no rendiría lo mismo en sus labores y se encontraba deseoso de que sus colaboradores lo hicieran.

Mientras tanto, acudió a su oficina, cosa rara en él, se quitó los zapatos y el saco sport, y se reclinó en el sofá que se encontraba en un rincón de la misma, con vista a una pantalla plana de tamaño considerable, que a pesar de su lujo era pocas veces usada por alguien, solamente por él en días raros como ese, o por algún secretario furtivamente, en busca del resultado de algún juego deportivo, o una serie de novedad, pero ese día Grosso se acomodó plácidamente, o al menos lo más que le permitían sus dolencias y comenzó a ver ociosamente algo que pudiese distraerlo al menos un poco del molesto hormigueo punzante de su abdomen.

En medio de las patéticas programaciones de la televisión, que naturalmente no conseguían distraerle de su molestia y por el contrario le provocaban más nauseas, lo único que le quedó era fijarse en la publicidad, su área, su pasión, y extrañamente también su disgusto más grande, cuando como en ese momento, veía comerciales basura, un desperdicio de dinero y minutos al aire que seguramente resultaría en una campaña fracasada para la marca que los había comprado; asimismo se fijaba en algunos comerciales de cerveza y otros embriagantes, y además de la sensación de un picor excitante y sediento en su paladar, también éstos le allegaban memorias más alegres, cuando, como en la publicidad que veía, él también estaba en bulliciosos bares y fiestas madrugales, bebiendo y sintiéndose tan libre, como nadie más podía serlo, tan grande y tan joven como cualquier actor de los comerciales, o quizás más, tan poderoso como el mismo Ruiz, o quizás aún como los Cuatro Grandes.

El alcohol en su vida era más que una bebida o un pasatiempo, era un amigo, un apoyo, una burbuja que le mantenía lejos de los problemas y a veces de él mismo; así que pensando en sus diarias tropelías acompañado de su “amigo”, su memoria se remontaba más y más atrás en el tiempo, y de esa forma pudo ver los días de su niñez, cuando su padre era tan importante, tan rico, tan grande, tan ausente, tan voraz, tan frío, tan extraño, y tan irreal, quizás tan irreal como las pinturas con las que engalanaba su hogar, cuadros de autores renombrados, que aunque para un niño de la edad de Octavio, eran sumamente difíciles de apreciar, si eran capaces de infringirle miedo como para tocarlos, bajarlos, o hacerles alguna maldad, pues su madrastra siempre le amenazaba con el latente “no lo hagas o te las verás con tu padre”, entonces para Grosso esa amenaza hacía que su sangre se helara y que sus pequeñas piernas temblaran por horas buscando reprimirse en una necesidad de tranquilizarse y dejar eso atrás, para continuar con sus andanzas de niño.

La madrastra de Octavio era una mujer joven y muy bella, se había casado con su padre unos pocos años después de su nacimiento y muerte de su verdadera madre, y la comunicación que mantenía con el entonces niño Octavio, era básicamente para reprenderle, atemorizarle y correrle de su vista.

Así las cosas y mientras los años pasaban y los juegos iban haciéndose más escasos, Grosso se preguntaba lo que sería tener un padre, uno como los que tenían varios de sus compañeros de colegio, esos que a pesar de ser considerablemente ricos también, dedicaban horas y hasta días importantes de sus vidas con sus familias, paseando a sus hijos, comprándoles juguetes, jugando con ellos, en fin, todas esas cosas que empezaban a causarle una añorancia importante, a pesar de que se repetía a sí mismo que eran tonterías que no necesitaba, pues después de todo, a pesar de que jamás había estado para compartir una comida con él, su padre era el más respetado de los patriarcas del colegio al que asistía; a pesar de que nunca le había acariciado el cabello por las noches de tormenta, su padre era “la persona que más te quiere en este mundo y hace todo por ti, así que debes dejarlo hacer sus cosas y no molestarlo”, esto a concepto de su madrastra; a pesar de que solo lo conocía como una imagen vaga en su mente, como un hombre gigante que estaba siempre de paso y corriendo por las habitaciones, diciendo maldiciones a la servidumbre y apartándolo si osaba estorbar en las cosas de adultos, él era la imagen de muchos cuadros de su mansión y eso, según su madrastra, debía serle suficiente para respetar su efige.

Octavio se preguntó entonces como era capaz de extrañar a un hombre que no conocía, y se hizo el firme propósito de no necesitarlo, o de necesitarlo lo menos posible, y aunque lo más natural era que buscase el cariño faltante en su madrastra, le resultó peor, pues ella siempre estaba con otra gente, sí en la casa, sí a su vista, sí cerca de él, pero siempre ocupada, siempre en pláticas, en juegos de canasta, en la televisión, en la cancha de tenis con el instructor o en la alberca pero sola, para aliviar sus tensiones.

Octavio entonces no tenía con quien ir, pero seguía convenciéndose de que no hacía falta, después de todo le iba bien, en el colegio sus amigos le envidiaban y respetaban, los maestros no se metían con él, pues las donaciones de parte de su padre, eran un salvoconducto para cualquier reprimenda, todo lo que deseara de objetos materiales estaba a su alcance, y si tenía hambre, sed, frío o alguna dolencia, solo tenía que mandar llamar a la criada para que ella fuera quien le resolviera el problema. Sin embargo, a pesar de que parecía que todas las dificultades se rebajaban a poder llamarle a la servidumbre, había otra que no se podía quitar de encima, la molesta y odiosa soledad, por que ya no era divertido jugar solo, comer solo, salir solo, ya no era divertido fijarse como sus amigos se iban acompañados de sus madres o padres, mientras él caminaba al auto, donde el chofer parecía ser mudo y los demás empleados estaban penados por su madrastra para que no hablaran con él, ya que le parecía que podían maleducarlo con sus bajezas. Entonces, aunque se sentía mal por hacerlo, comenzó a espiar a su madrastra, a verla desde el barandal, mientras ella charlaba con otras mujeres, a observarla mientras jugaba tenis, a quedarse dormido viéndola, cuando ella miraba televisión y a vigilarla desde su ventana mientras ella se asoleaba en la piscina, pues así al menos podía hacerse a la idea de que se acompañaban, de que su madrastra y él alejaban a sus mutuas soledades, y esto lo pensaba, por que en sus furtivas visiones había observado a su madrastra beber y maldecir, beber y quejarse de su suerte, beber y abrazar al maestro de tenis para que se quedara al menos una hora mas, con muy poca suerte; así que Octavio pensaba que ella también se sentía sola, solo que de una forma diferente, de una forma que no podía comprender, pues aún era un niño, y no se imaginaba la terrible soledad que da cuando te rodeas de tanta gente, personas sin rostro, sin voz, que son aún peores que la más cruda ausencia. Pero cuando quiso decirle a su madrastra que no estaba sola, que él también se sentía así y que ambos podían estar mejor juntos, solo recibió una bofetada y un insulto: “niño estúpido, no intentes meterte en el mundo de los adultos, no me estorbes, aprende y haz tus cosas, tus deberes y tus obligaciones, por que eso le debes a tu padre que nos da todo, no vengas con tonterías a verme, estoy realmente ocupada, así como tu también deberías estarlo con tus deberes del colegio”.

Octavio se sintió traicionado, herido, y más jodidamente solo que nunca, y así termino su niñez, para entrar en la adolescencia, y el recuerdo del valor que su madrastra se daba con la bebida, pues era obvio que el alcohol era lo que la incitaba a hablar tan fuerte, a quejarse, a encerrarse con el maestro de tenis, a correr a las sirvientas casi todas las semanas, fue retomado por él, así que empezó a utilizarlo, y efectivamente, con su ayuda las cosas no parecían tan tristes, con su ayuda su madrastra le importaba un comino, y su padre aún más, con su ayuda sentía que podía botar la casa y los bienes de papá para irse a buscar vida solo y feliz, cuando a él le placiera hacerlo, con su ayuda, no volvió a sentirse solo, ni siquiera cuando todo el emporio de su padre se vino abajo y la persona que antes veía gigante e irreal, por fin se quedó en casa muchas horas, pero no fue posible verlo, no fue posible hablarle, no fue posible conocerlo, porque su padre, ya más viejo que en las pinturas, ya más humano que en los pensamientos del infantil Octavio, ya más acabado, sin respeto, molestado, y agobiado por los cobradores, solo atinó a encerrarse en su despacho por horas que se hicieron días, hasta que una mañana, cuando su madrastra se quejaba amargamente con Octavio en el comedor, y se preguntaba cual sería su triste destino, una detonación acabó con la cháchara de la mujer y también puso punto final en la historia de el padre de Octavio Grosso.

Por eso, ahí acostado rememorando una historia que quizás debería de olvidarse, renegó del imbécil matasanos que lo había atendido, pues el alcohol no lo iba a traicionar como su madrastra, ni lo haría ser un fracasado como resultó su padre a fin de cuentas, el alcohol alejaría la tristeza como siempre lo había hecho, pues su salud no estaba minada, él no era débil, él seguiría siendo el mismo hasta la muerte, y aún la muerte era un concepto lejano en el que no se debía ni se necesitaba pensar. Ignoraría al médico, ignoraría el dolor y se iría a su bar preferido, conquistaría una mujer y la tendría toda la noche, probándose de ese modo que estaba completamente saludable, y si Raúl requería su presencia para contarle de la Junta en la Cámara, inventaría una excusa, lo que fuera en pos de su noche de redención, y del final de ese paréntesis tan innecesario, lo que fuera, con tal de volver a la libertad de siempre.

martes, 20 de octubre de 2009

Capítulo 16 Preocupación

Dando pasos débiles se alejaba de su propia morada, no quería preocuparse de a donde iría, solo pensaba en tomar distancia, en adentrarse en las penumbras y volverse uno con los paisajes de la noche, después de todo su corazón estaba frío como aquella tenebrosidad, y para cerrar el círculo del ambiente parecido con su humor, una leve lluvia comenzaba a tomar fuerza, haciendo que cada gota emulara alfileres centellantes golpeando su cabeza.

Debía pensar que hacer, debía olvidarse de Lía, al menos un momento y comenzar a idear una estrategia para defenderse de los Cuatro Grandes y aunque normalmente se apoyaría en sus pilares, pensaba que no estarían de acuerdo del todo con su frívola decisión de que Lía se quedara, aunque fuera quizás solo por un tiempo, pues sentía que nuevamente había excedido los límites y que abusaba de su autoridad sobre ellos, convirtiéndose poco a poco en el Emperador completamente, y es que, ya no podía delimitar en que momento actuaba y en que momento era rebasado por su personaje, una careta que él mismo había diseñado para poder controlar y manejar su creación, pero que parecía estar controlándolo a él.

Sus pasos no lo habían llevado muy lejos cuando la lluvia se volvió en tormenta y el frío avasallador hizo que se detuviera en un claro en medio del camino de su casa hasta la estancia común, entonces decidió que acudiría con los pilares, al menos con uno de ellos y que le compartiría sus pensamientos y penalidades, sin embargo su cuerpo aún resentía su juvenil enfermedad y precaria condición así que el frío, la lluvia y la oscuridad hicieron mella en él y lo vencieron, dejándolo tirado en medio del camino y con el agua subiendo lentamente, amenazando con ahogarlo.

En su delirio vio muchos rostros, todos reclamándole algo, todos hinchándose y exigiéndole cosas más allá de su capacidad, cada uno rogando y gritando, llenando el ambiente con gruñidos, quejas, lamentos y órdenes, todos deseaban algo de su persona y lo obligaban a huir, a transformarse, a deshumanizarse, a colorear sus ojos de gris y a forzar su cuerpo que le dolía por entero, entonces de entre todas esas caras, una surgía, pero esta vez acompañada con un cuerpo, unos brazos que parecían ser los más hermosos y firmes que hubiese visto en su vida y que le ofrecían el calor y el refugio que tanto necesitaba, esos brazos, ese cuerpo de mujer lo conducía lejos a un lugar en que los colores discurrían en formas familiares, cálidas, amorosas, a un sitio donde podía andar desnudo, alejado del traje negro, de los documentos, de las máscaras, del mundo que había creado para poder encerrarse en él, y ese sitio se sentía bien, tan bien que no hubiese dudado en dejarlo todo para quedarse ahí y sentir como su sangre se llenaba de sensaciones placenteras y su cuerpo vibraba en sincronía con tanta felicidad, pero de pronto un trueno desgarrador venido de las lejanas penumbras lo desgarraba todo y lo que antes era claro y bello se volvía en una tormenta de llamas y calor abrazantes, y ese rostro de mujer revelaba su verdadera naturaleza, se trataba de Lía, quien nuevamente le traicionaba, le arrojaba a las tinieblas, le dejaba sin ilusiones y vagando perdido nuevamente en mundos que cortaban sus sueños y le obligaban a despertar.

Sus ojos le dolían y la luz de la habitación lo molestaba, poco a poco pudo distinguir correctamente y se percató que estaba en alguna de las casas de los pilares, solo que no sabía bien en cual, aun no podía pensar claramente y sentía mucho calor a pesar de que seguramente estaría helando debido a la noche y la tormenta; de pronto sintió algo más a parte del dolor y la sofocación, una suave mano en su cabello le acariciaba tímidamente, y una dulce voz comenzaba a hablarle.

- No se por que estabas fuera en semejante tormenta, ni se por que te dirigías justamente al lado contrario de nuestros hogares, pero quiero que recuerdes que nosotros somos tus pilares y que nuestro gusto, más que nuestra obligación, es apoyarte y complementarte, sin importar cual sea la crisis, por que por eso nos hiciste pilares, por que querías volver a confiar, creer en alguien más que en ti mismo, y descargar aunque sea un poco de tu peso en alguien de tu entera confianza.
- J… ul ..ia, Juliaa – balbuceo Ruiz de manera muy queda.
- No tienes nada que agradecerme Raúl, soy tu doctora, el Pilar médico de tu comunidad, lo recuerdas, además no solo yo te ayudé, Herson te trajo aquí, se fue hace poco cuando le dije que lo más conveniente era dejarte descansar, pero dijo que estaría pendiente y que mañana te supliría con todo gusto en tus pendientes.
- Mmmm … yo….
- No te canses, al contrario, duerme, la fiebre va cediendo poco a poco, ya te suministre tus medicinas, aunque, la verdad hay algo que me preocupa, y ya que parece que esta valiosa oportunidad de que me escuches atentamente sin poder escapar de tu doctor no se repetirá, aprovecharé la ocasión para contarte. No me gusta que te extenúes tanto, y no lo digo por esto que ocurre ahora, lo digo por que en los últimos meses pareces haber tomado por completo tu papel y te extralimitas en tus actividades, estas enfermo y no te cuidas, solo vas aumentando la presión para ti mismo y te haces más y más dependiente a la medicina, tus análisis no están saliendo nada bien y pareces más demacrado inclusive; se que sientes el peso de la Comunidad en tus hombros, pero creo que deberías dejarlo al menos un tiempo, para que puedas reponerte y de ese modo no sigas acortando tu esperanza de vida, se que suena muy difícil en tu posición, pero te repito que no estas solo, el problema de muchos hombres que detentan poderes y responsabilidades, es el miedo que tienen el relegarlas, se vuelven autómatas creyendo que ellos lo pueden y lo deben hacer por sí mismos, pero eso contradice el espíritu de la Comunidad, con sus miembros que son como piezas de una maquinaria armónica; es por eso que como tu doctora, tu amiga y tu pilar te recomiendo que te vayas por un tiempo al menos de vacaciones. Quizás creas que éste es el peor de los momentos, pues ni siquiera me has dicho que novedades hubo en la Cámara, ni lo que se planea para nuestras nuevas empresas jóvenes, que al parecer, y por lo que ha comentado Mindell, parecen estar causándonos problemas graves en cuanto a su mantenimiento, pero si dejas esperar más tiempo, vendrán otras ocupaciones, otras crisis, otros pendientes, y sentirás que nunca es el momento adecuado para tu descanso. Por otra parte me preocupa un poco lo que nos dijiste sobre la persona que tendrás en tu casa por un tiempo, ya que, aunque pudiese parecer trivial, le diste una importancia suprema al hablarlo al Consejo de Pilares y eso me sonó a que intentas reivindicar tu decisión de “Noboa Han” y los problemas que trajo, pero quizás pudiera resultar contraproducente. Escucha Raúl, necesitas ese descanso, nosotros, al menos Herson y yo, no te juzgamos en el ámbito personal, pero todo el Consejo esta preocupado de que por alguna razón ese ámbito pudiese rebasar sus límites y llegar al profesional y entonces tendríamos problemas, no te juzgo por lo de “Noboa Han”, ni lo haré por la persona que está contigo, aún si, como me temo, quizás tuvo algo que ver con lo de ésta noche, pero sí te pido que seas tu mismo, y que nos confíes lo que te atormenta, para evitar otro problema, otro que pudiese causar otro “grupo disidente”. Descansa por ahora, yo volveré en la mañana, solo piénsalo Raúl.

Raúl hizo un esfuerzo por escuchar toda la conversación de Julia y no pudo evitar recordar el incidente del que ella hablaba.

Después de la Gran Crisis, el Emperador decidió tomar fuerzas, para evitar que el “grupo disidente” tomara adeptos nuevamente, ya que consideraba que esto pondría en riesgo el proyecto de manera grave, sin embargo, para tomar fuerza Ruiz, debía ser más fuerte que los Pilares y también más severo, debía fortalecer la imagen de icono que precisamente lo había salvado de la Crisis, ya que pensaba que entre más fuerte fuera la figura del Emperador, más cohesión habría entre los comunitarios, que se encontrarían agradecidos e identificados con él y con el proyecto y que se esmerarían más aún para que éste subsistiera.

Por esa razón Ruiz sobrepasó sus límites y actuó sobre el Consejo, admitiendo el riesgo de volverse despótico por el poder que se aumentaba, pensando que ese riesgo era valedero en pos de lo que iba a obtener, por esa razón durante algunos meses, tomó decisiones él solo como un administrador único, si se pudiera llamar así, y adquirió una empresa llamada “Noboa Han”, a pesar de que los Pilares le habían informado del riesgo que esto conllevaba, al estar la empresa prácticamente en fase de extinción, y los costos que suponía volver a inyectarle vida a una industria casi muerta. Sin embargo Ruiz adujo que dicha empresa tenía muchos empleados intermedios de la Comunidad, es decir, aquellos que trabajaban en las empresas de la Comunidad pero que no vivían en ella y por tanto no podían considerarse comunitarios, sino que solo laboraban un turno, y que habían declinado unirse por completo a Ruiz, y que entonces comprando “Noboa Han” pudiera esta vez convencer a los trabajadores intermedios para que se volviesen comunitarios, aprovechando sus aportaciones y fuerza de trabajo para solventar el proyecto durante el lapso de recuperación que había dejado como resultado la crisis.

Así las cosas, ante la decisión inamovible de Ruiz el Consejo tuvo que resignarse y solamente persistió la oposición de Quintana y Grosso, quienes al final de cuentas tuvieron razón, pues la compra fue un completo fracaso y muchos empleados intermedios perdieron una de sus fuentes de trabajo, volviéndose disidentes completamente de Ruiz y teniendo que ser expulsados por sus diversas tropelías contra la Comunidad.

Naturalmente un error tan grande no podía ser perdonado, ni aún al Emperador, quien, si no fue amonestado o sancionado por el Consejo, si lo fue por los Comunitarios en general, quienes dudaron por un tiempo de la capacidad de su líder, hasta que la intervención de los Pilares y el tiempo mismo, volvieron a darle a Ruiz la devoción de su gente. Por esta razón, era natural que Julia estuviera preocupada por su actitud de traer a alguien sin haberlo puesto antes en consideración, pues prácticamente solo había informado al Consejo y no le había pedido su deliberación, lo cual era estrictamente necesario, aún si solo era de forma temporal, aún si Grosso había dicho ante todos que no habría problema alguno; aunque esa mera acción era de notarse, Ruiz dudaba que Julia supiera quién estaba viviendo en su casa, y por ende toda la historia detrás de este hecho, y por lo tanto, no podría estar preocupada por Lía, quien como Raúl sabía, también era una amenaza latente.

Julia salió de la habitación y se dirigió a su estancia, donde Herson la esperaba sentado en un sofá.
- ¿Cómo está? Oí que despertó, pero no me has dicho nada más- dijo Valdés preocupado-.

- Estará mejor, te lo garantizo, pero al menos pude decirle lo que pienso respecto a esta clase de situaciones, y tal como querías, le he dicho que no estabas aquí, pero ¿puedo preguntar la razón?

- Él sigue dentro de su papel de “Emperador” aunque le desagrade el mote, cualquier cosa pudiera interpretarla como un gesto de debilidad, y no quiero eso, además, si lo hubiera visto, me hubiera forzado a mi mismo a preguntarle quién esta en su hogar, aunque por las circunstancias, casi estoy seguro de la identidad de la mujer que esta morando ahí.

- ¿De veras lo sabes? Dímelo entonces, me gustaría saberlo, ¿No será que ha vuelto María del Mar?

- No, ya he descartado esa teoría, María del Mar se fue por el proyecto, por la Comunidad, ella no volvería aquí, y mucho menos pretendería unirse a nosotros, quizás nos odie de hecho. No vi a una mujer tan despechada en mi vida, así que seguramente no es el caso.

- ¿Entonces quien más podría ser? Notaste también la importancia que le dio él a ese asunto, además el guardia me dijo que Raúl fue acompañado por ella a su reunión de la Cámara.

- ¡Vaya! A los comunitarios, como a todo el mundo les gusta hablar, a veces de más, pero eso es una parte inevitable de la condición humana. De acuerdo, te diré que estoy seguro que la persona que esta con Ruiz es Lía Alarcón, y como no sabes mucho de ella, te diré también, amparado por mi condición de humano, que no conocí a una mujer tan vil antes, y que su regreso me parece lo más indicado para sellar su forma de ser tan rastrera, pero también te aclaro que no permitiré que se quede en este recinto y tampoco puedo permitir que Raúl vuelva a equivocarse, como en el caso de “Noboa”, así que aunque me duela intervendré ante el Consejo para echar a esa mujer y quizás de ese modo evitemos que el “Emperador” se trague a nuestro amigo y simplemente vuelva a ser él, Raúl.

- Me impresiona oírte hablar así de alguien, así que te creeré en cuanto a la descripción que me das y a la determinación que tienes, pero tal vez, deberías pensarlo mejor, además me gustaría saber que es lo que me dijiste que tenías que exponer ante el Consejo y pronto.

- Es algo que puede ser terrible, pues aunque no estoy seguro y Mindell sostiene lo contrario, creo que se avecina una crisis que dejará en ridículo a la Grande que ya hemos pasado, y si no tenemos cohesión, unidad y solidaridad, estaremos tan acabados, como el resto de promesas que borró la crisis anterior.