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lunes, 7 de diciembre de 2009

Capítulo 24 Liliana Lara

Liliana atendió de prisa la llamada de los comunitarios que esperaban por su ayuda, bajó desde la habitación de Grosso por ambos, y los encontró en la sala de espera con rostros desencajados, su primera impresión al ver al Emperador fue que no se veía tan atractivo como Octavio y tampoco llamaba tanto la atención, tal vez hasta podía pasar desapercibido ante la gente, si no fuera por esos ojos casi grises tan extravagantes, mientras que Julia le pareció una mujer bella a secas, pero no le dio mayor importancia, pues estaba preocupada por la salud de su falso marido y ella era la clave para que todos pudieran pasar a verlo.




- El apareció en el bar en donde trabajo y me invitó a salir, yo accedí y después de acabar mi turno fuimos a divertirnos por la Ciudad – contestó Liliana Lara ante las preguntas de Raúl- habíamos visitado dos bares y le pedí a Octavio que paráramos, después de todo el médico le había indicado que dejara de beber, al menos por un tiempo…

- ¿Quieres decir que ya había visitado a un médico? – Increpó Ruiz extrañado- No nos hemos enterado, es decir, ni siquiera me dijo nada- comentó en voz baja a manera de excusa, mientras analizaba que en realidad el tampoco le había dado tiempo Grosso para que se lo dijera, al estar muy ocupado entre Lía y su propia y decadente salud.

- Bueno, él es muy renuente e imagine que lo sería más ante esa clase de indicaciones –dijo Liliana observando a Raúl con pena, como si le hubiera confiado un secreto que él no debería saber y entreabriendo sus verdes ojos nerviosamente- pero yo creí que ustedes lo sabían, bueno, no los conozco, pero son los mejores amigos de “Tavo”, él me ha hablado mucho de ustedes.



Lara decía la verdad, no conocía a esas personas que estaba conduciendo a la habitación de Grosso, pero tenía la seguridad que eran lo más cercano a parientes que él tenía y por tanto eran los indicados para cuidar de él, además de que ella había faltado al trabajo y estaría en riesgo de perderlo si continuaba en el sanatorio y aunque Octavio le importaba mucho más, no tenía otra fuente de ingresos y era peligroso perder el empleo.



Raúl inquirió que Liliana era una de las conquistas de Grosso, pero el hecho de quedarse con él tanto tiempo, hablaba de que ella lo quería mucho o al menos realmente estaba interesada en su Pilar, lo que le hizo tomarle simpatía al instante. A la vista de Raúl, Liliana era completamente el tipo de mujer que gustaba a “Tavo”, pero él sabía que nunca se tomaba las relaciones con seriedad y probablemente no debería hacer una amistad estrecha con Lara, pues seguramente dejaría de verla pronto.



- Comprendo, pero ¿Cuál es su estado? – Inquirió Raúl-.

- El médico dijo que es el hígado, sufre de una enfermedad llamada cirrosis y aunque no entendí muy bien, él me dijo que era aún tratable, pero que si “Tavo” continúa bebiendo, podría llegar a complicarse enormemente y hasta podría morir – dijo Lara con un tono angustiado y lloroso- yo no quiero que le pase nada malo, ustedes tienen que hacer algo, a mí no me escuchará, ¡Por favor señor Ruiz, señorita Jaimes, ayúdenlo!

- Haremos lo que esté en nuestras manos señorita Liliana – dijo Ruiz meditabundo-

- Yo puedo tratarlo también, darle indicaciones, dietas, todo para evitar que necesite trasplante – comentó Julia rápidamente.



Al llegar a la habitación, ambos Comunitarios se impresionaron viendo a Grosso en tan deplorable estado, su piel se veía muy pálida, había sangre en las comisuras de su boca y su vientre se veía hinchado, tenía suero conectado a las venas de la muñeca y dormía con un gesto de dolor.



- Despierta a ratos, pero no habla mucho, creo que está muy cansado para hacerlo, yo he estado a su lado cuanto he podido, pero, aunque me duela tengo que volver al trabajo, mi turno de hoy es nocturno y salgo en la madrugada, me gustaría que me permitieran seguir viéndolo – comentó Liliana entre sollozos, mientras sus manos se entrelazaban fuertemente y sus rodillas se flexionaban hacia delante – por favor, si es que se lo llevan de aquí, díganme donde puedo verlo, no causaré muchas molestias.



- No se preocupe Liliana, una persona que se interesa tanto por uno de nuestros Pilares y le brinda tales cuidados y cariños, siempre tendrá el derecho de estar con nosotros en la mansión – dijo Ruiz con tono paternal – Julia, por favor acompáñala y procuren revisar cuáles son los trámites para trasladarlo a nuestra Clínica, como ella se ostentó como su esposa, seguro que requeriremos de su consentimiento…



- Perdónenme por decir que era su esposa –dijo Liliana abriendo mucho sus exóticos ojos- es que si no lo hacía… ¡Ellos me iban a impedir quedarme a cuidarlo!



- No tenga cuidado, nosotros no juzgamos su actitud, solo he hecho un juicio acerca de lo que será necesario para llevarnos a Octavio, o “Tavo”, como usted le dice.



Liliana se sonrojó e hizo un gesto de deferencia mientras salía del cuarto, Julia la acompañaba pensando en que aquella mujer expresaba corporalmente todo lo que no decía con los labios; sus manos, sus ojos y en ocasiones hasta sus piernas actuaban de forma armónica manifestando una emoción, y todo esto lo había podido ver en el poco tiempo que llevaba de conocerla. Jaimes asimiló la cortesía del Emperador como un coqueteo y se sintió un tanto molesta, pero desechó la idea rápidamente, pues necesitaba trabajar en equipo con Lara si querían llevarse a Octavio de aquel lugar.



- En verdad lamento si he causado una molestia, quise comunicarme con el Emperador antes pero…

- ¿Incluso sabes que le decimos así? ¿Qué tantas cosas te dijo Octavio Grosso?

- Pues él me comentó que Raúl Ruiz es conocido por sus trabajadores como el Emperador, pero que a él le causaba un tanto de gracia ese apodo, sin embargo siempre esta diciendo que es una persona muy especial y yo me lo imaginaba… no se, algo diferente…

- ¿En que aspecto? ¿Creíste que sería alto y muy blanco quizás? O a lo mejor pensaste que tendría los ojos de color azul o verde como los tuyos – dijo Julia en un tono de profunda irritación que no podía disimular-

- No, simplemente lo imaginé distinto, disculpa si te he ofendido…

- No, discúlpame a mí, estoy muy nerviosa – Julia tenía un mar de sentimientos encontrados y muy poco espacio para organizarlos, pero su reacción contra Liliana sobrepasaba el límite de lo que se podía permitir, ella no entendía por que trataba de esa forma a una mujer trabajadora que había arriesgado su empleo y se había privado seguramente del sueño durante largo tiempo, por un mujeriego incorregible, como lo era su co-Pilar, pero sabía que contrariamente a su actuar, debía estarle muy agradecida y hasta admirada por su sacrificio- hoy en día no se ven personas tan amables como tú, -le manifestó Julia más tranquila- te agradezco también profundamente, él es una persona muy apreciada e importante para nosotros y no has hecho más que cuidarlo.

- No ha sido nada, él también es importante para mí, pero no quisiera que se lo dijeras, cuando despierte totalmente seguramente estará confundido, si no sabe que me he quedado todo el tiempo con él cuidándolo será mejor para mí, aunque después quiero visitarlo de todos modos…

- Pues es algo complicado Liliana, si no quieres que se entere de tu estancia, quizás no deberías ir a verlo después, pero ¿por qué no quieres que se entere? – Dijo Julia inquisitiva-.

- No quiero que se entere de que… en verdad lo quiero – contestó Lara agachando la cabeza y volviendo a estrechar sus manos a la altura de su regazo- es que cuando salimos… el siempre me aclara que no quiere estar con nadie en serio, y que solo estamos juntos para pasarlo bien, pero yo no pude seguir con su ritmo y me enamoré, aun sabiendo que no estaba bien…



Julia comenzaba a exasperarse con las prolongadas pausas y gestos de su interlocutora, pero esta última confesión le había causado empatía, por lo que se tranquilizó y le contestó a Liliana:



- Vaya y si te has equivocado, él es mi socio, compañero y amigo, pero no por eso soy inconsciente de su forma de ser, soy su doctora y había notado sus nefastos hábitos desde antes, pero Raúl me ha prohibió obligar a nadie a someterse a tratamiento, por que supone que es parte de la libertad de las personas curarse o no, claro, siempre y cuando no afecten a los demás, quizás tenga razón, pero lo que es indudable es que ya no podremos quedarnos de brazos cruzados, asimismo sé de su inestabilidad emocional y lamento decirte esto, pero yo no me quedo callada y menos con alguien que merece mi gratitud, de ser posible trata de controlar tus sentimientos alejándote, pues podrías llevarte una cruel desilusión, si por otro lado persistes, te deseo mucha suerte y te pido que te fortalezcas anímicamente.

- Eres tal y como dijo “Tavo” – contestó Liliana con una sonrisa desdibujada en el rostro- una doctora sincera y apasionada, te confieso que nunca antes me habían regañado desconocidos, pero siento como si ya los conociera, así que no resulta tan extraño, después de todo conozco sus formas de ser muy bien por lo que he escuchado. Yo también lamento decirte que aunque se que puedo sufrir mucho, no puedo alejarme de él, ya no… - Lara hizo una larga pausa y una lágrima nació en sus prístinos ojos- ¡Yo quiero estar con él ahora! ¡No quiero que se muera, entiendes!



Julia se asombró nuevamente ante la pureza de sentimientos de la benefactora de Grosso, estaba claro que ella no hacía miramientos en cuanto a decir lo que sentía, pero le faltaba constatar una cosa antes de dar su brazo a torcer y considerar a Liliana como una persona viable para el proyecto.



- Liliana dime una cosa, ¿Te ha contado Grosso en que trabaja exactamente?

- Pues, él me dijo que es Comunicólogo y que hace la publicidad y relaciones públicas para una o varias empresas, pero no me ha dicho muy bien los detalles de las mismas, solo sé que trabaja con ustedes y que los estima mucho aunque no les diga, que admira a su Emperador puesto que es una persona muy noble y ha sido caritativo, y que su meta es trabajar unidos como si fueran una unión o algo así; a mi me gusta mucho eso de que sean unidos, pero no le he preguntado más.

- Y ¿A que lugares van cuándo salen?

- A él le gustan mucho los bares, como yo trabajo en uno no me gustan tanto, siempre le digo que cuide su dinero, pero no me escucha, gasta mucho, cuando puedo yo le ayudo con lo mío o a pagar algo de lo que consumimos, pero si esta consciente de ello se enoja, a mí no me gusta ser abusiva con lo del dinero, por eso le propongo que vayamos a otra clase de lugares, pero pocas veces acepta. Una ocasión me llevó a un lugar que llamó “El bosque de la soledad” o algo por el estilo, eso me encantó, fue tan bello y romántico…



Julia había saciado su curiosidad, la muchacha que tenía al lado no tenía idea de las percepciones de Grosso, pues de otra forma jamás le hubiese ayudado a pagar nada ni aconsejado que no gastara tanto, también le agradaba el proyecto y no le gustaban los bares, así que todo parecía ser perfecto para que fuera una sana y recomendable pareja para su compañero, a pesar de que era algo joven para su gusto, el único inconveniente era precisamente Octavio, pues era el quien podía simplemente desecharla como a todas las demás, posibilidad que enojó un tanto a Julia, quien ya había descansado al saber que la enfermedad de su compañero aún tenía tratamiento y por lo tanto que no habían llegado demasiado tarde.



- Ya veo Liliana, no creas que no comprendo tu situación, yo también comienzo a saber algo de lo que significa querer a una persona con la que no tienes posibilidades, y aunque suene cursi, te apoyaré en lo que se pueda…



En la habitación de Octavio, Raúl yacía al lado de la cama de su Pilar y lo miraba pacientemente, pensando que quizás esto no estaría sucediendo si se hubiere dado tiempo para escucharlo antes, en forma privada, dándole la atención que se merecía como una de sus prioridades, entonces sintió que se estaba equivocando mucho y eso era peligroso, a lo mejor era tiempo de retirarse por un periodo y quizás debía dejar las decisiones importantes al Consejo General… pero no, él debía sacar a la Comunidad de cualquier aprieto, pues era su obligación, por eso era el Emperador y ahora más que antes, tenía que confiar en sus habilidades para salir del obstáculo.



De pronto su amigo abrió los ojos, Octavio tenía la mirada apagada y un gesto triste, su rostro era toda una oda a la depresión e invitaba a sumirse en la misma a Raúl, quien jamás lo había visto sin una sonrisa, aunque fuera leve, en la boca.



- Octavio, estas fuera de peligro y ya estoy aquí, junto con Julia, pronto te sacaremos y te cuidaremos en la Clínica de la Comunidad, saldrás con bien de ésta amigo – le soltó Ruiz con voz queda-.

- No digas mentiras R-Raúl, me siento muy mal – balbuceó Grosso- además, si vivo, seguramente me quitarán mi estilo, mi propia vida, ¿qué puedo hacer sin ser yo mismo Ruiz?

- No digas eso, el cambiar de hábitos no hará que dejes de ser tu, por que tú no eres solo un estilo de vida, eres más, mucho más.

- Solo se que no quiero una vida así…



Octavio volvió a sumirse en el sueño, Ruiz volvió a bajar la cabeza, era la segunda vez en ese día que se sentía tan débil y no solo por su afección, sino por tener que aceptar que la cirrosis era solo una enfermedad secundaria, y que la que ponía en riesgo de muerte a su Pilar, era una cuya cura sería igual o incluso más complicada que la de la secundaria, el alcoholismo.

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