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sábado, 20 de mayo de 2017

Gamble D

El viento se escurría por todas partes dentro del restaurante, sus improvisadas lonas parecían alas de cometas rústicos, los meseros trataban de contener las servilletas traviesas que emprendían el vuelo cual palomas despavoridas.
-          No soy la mejor fuente para dar esta clase de consejos, pero siempre estaré de parte del débil y del justo, así soy yo, y aunque yo misma no siga mis consejos siempre, los seguiré dando, sobre todo a los que me importan.
Observándola de frente me era difícil pensar que ella sufriera por cosas del corazón, porque ¿en qué parte de su ser cabría un ápice de debilidad o duda? Una mujer en toda la extensión de la palabra, que dejaba huella de su caminar por la vida, que tenía voz de mando, que era firme en la exigencia de lo suyo, y feroz en la defensa de sus ideales,  cuyo atractivo era total, interno y externamente, y que dejaba con la boca abierta a cualquiera que se cruzaba en su camino,  no era compatible con mis propios males, con los problemas de un sujeto que a todas luces había tomado la decisión de apocarse a lo que viniera, de fluir con la corriente a base de no querer seguir remando, no cabía en mi mente esa posibilidad, no me imaginaba un escenario en el que ella y yo pudiéramos ir de los mismas vicisitudes; en eso estaba, cuando  de repente interrumpió mis cavilaciones sentenciando:
-          Lo que tú tienes es confusión, no has definido lo que sientes o lo que quieres, estas en un momento sumamente vulnerable y no es propicio para que tomes esta o aquella decisión precipitada, necesitas un tiempo para ti, necesitas regresar a lo básico que te define.
La plática parecía ya un monólogo al que yo había dado pauta con mis silencios, ahora me sorprendía lo mucho que me conocía en tan poco tiempo, y debo reconocer que no era lo único que me sorprendía, desde mucho antes de llegar mis ojos parecían platos con su sola presencia.
-          En fin, tú sabrás si tomas en cuenta lo que te digo o no; ¿te gusta este lugar?,  es de mis favoritos, la comida es increíble.
Por fin me apresure a asentir y una respuesta llegó a mi mente, claro que era posible que ella tuviera  similares conflictos, sobre todo del corazón, ella y yo teníamos un punto de convergencia, ambos comulgábamos con una imagen de integridad, y buscábamos parecernos a ella en todas nuestras decisiones, por eso tropezábamos con personas que se aprovechaban, por eso podíamos coincidir en males del sentimiento, pero de eso se trata ser humano, de ser soñador  e  incongruente, de equivocarse y volverse a equivocar, de arriesgarse sin saber si vas a ganar o  a  perder,  y ya estábamos más maduros para caer en idealizaciones, en visiones monocromáticas de la existencia, sobre todo yo, que desde el primer momento al verla la idealicé, la vislumbré sólo por su físico, y la puse en un pedestal, del que  inmediatamente me apresuré a huir, a quitarme de la idea de acercarme y sólo me topé con la oportunidad de hablarle, de lejos, como siempre que encontraba alguien “fuera de mi liga”, de casualidad, como me permitía llegar a conocer gente tan interesante, pero nada de eso importaba ya, porque ella me había enseñado una buena lección, y me había quitado con sus duras palabras un estigma, ayudándome a construir una idea más adecuada de lo que vivía y dejándome la esperanza de encontrar alguna vez a alguien así, tan hermosamente humana como ella.
-          ¿Sabes? Creo que vendré más seguido a este lugar, a mí nunca me gustaron los mariscos, pero curiosamente era, porque nunca me permití probarlos…
Le dije mientras ella esbozaba una sonrisa y el viento cómplice por fin se marchaba.