Vistas de página en total

lunes, 2 de noviembre de 2009

Mictlán

La vida es un jardín, pero plagado de ortigas e hiedras venenosas. Su camino es sinuoso y confuso, pero su destino siempre es el mismo, el beso dulce del fin de la existencia.

Entonces el sueño lo abraza todo, lo sublima y lo conduce a lugares nuevos y diferentes, donde el abrazo de la muerte es placentero y sus colores de oscuridad lo llenan todo.

Ahí las almas se abrazan desnudas, se unen en coros de lamentos y añoranzas, que después se confundirán en los vientos del negro mundo del Mictlán, y como esos vientos juegan con las voces, así jugarán con los restos, con las almas que despedazadas y vueltas a formar continuarán su vereda mortuoria en busca de la paz.

Las oraciones se pierden sin escucharse entre las negras montañas que custodian el más allá, los pies etéreos se dirigen con prisa a su final destino, pues ya han cruzado el río que evita que alguien quiera volver a devorar la vida, pues su platillo es tan raro y delicioso, que nunca habrá de consumirse dos veces.

La sangre ya no existe y el peso es relativo, el dolor sin embargo permanece, pues es el último obstáculo para los distantes espíritus que nacieron con él y deberán morir aún conservándolo.

En la muerte ya no hay amor, solo queda el recuerdo, el gozo que una vez existió y fue desperdiciado en las arenas del tiempo, la esperanza que fue bebida por ávidas alegrías y tristezas que conformaron la vida misma.

La respiración es una memoria sutil de algo que ya no será, por eso las almas apenas pueden distinguir el agua del viento, pues navegan entre sus corrientes filosas y quemantes, aún falta que sean despedazadas y devoradas por las bestias que representan el apego a lo que se queda atrás, esos rostros, pasiones, y objetos que hacen tan difícil el camino hacia el inframundo.

Por fin los últimos lograrán atravesar la tempestad de espinas y agujas de las sombras y habrán de llegar ante el dios del Mictlán quien les otorgará su eterno destino, el cual esperan sea un nuevo renacimiento.

No hay comentarios: