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martes, 30 de agosto de 2011

Gamble II

Esa noche cálida él observaba a través de la ventana hacia el mar, mientras sostenía un puro sabor vainilla al que le hacía los honores. ¿Por qué era tan difícil ser él mismo?  Compenetrarse con los demás, que le parecían tan diferentes, a pesar de compartir un mismo plano en sus existencias.
El oleaje le recordaba lo pequeño que era en comparación con el océano rugiente de almas que constituye la vida misma y entre tantas ellas, parecía que ninguna lo comprendía plenamente, ni siquiera sus camaradas que lo acompañaban a cada una de sus aventuras  parecían entender, cuando llegado el momento, se perdía en su abstracción para meditar acerca del porvenir, pero sobre todo, de sí mismo;  tampoco aquella con la que empezaba a compartir trozos de su alma le daba la seguridad de ir a su lado en aquel viaje incierto que le deparaba el futuro.
Sentirse extraño aún entre aquellos que parecían sus iguales  era constante en sus días, sin embargo,  por alguna razón entre los tres que compartían con él esa imagen, sentía confianza y por un breve instante, no se sentía solo en ese camino tan complejo que había decidido recorrer.
-          El camino que tú has elegido es el más difuso, porque decidiste hacerle frente a este gran muro de la “realidad”, quizás yo no pueda seguirte el paso, pero estaré apoyándote, los que te queremos, estaremos ahí ganes o pierdas.
-          ¿Y si no llego a ningún sitio?
-          Descubrirás que el camino en sí mismo es el verdadero reto.  
La conversación rondaba su mente y la noche seguía su paso, nuevamente el oleaje se hacía presente comenzando a arrullarlo, a pesar de haberlo llamado “viaje a ninguna parte” como una broma a las situaciones que vivían y a la música que escuchaban, lo cierto era que se convertiría en un parteaguas que los marcaría a todos… 

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