-“Otro día difícil”- se repite mientras conduce a casa por
la madrugada y una lluvia pertinaz amenaza con cerrar el ciclo de barbaridades.
Las cosas marchan mal desde que perdió el trabajo, nunca se
imaginó lo duro que sería encontrar uno que lo hiciera sentirse realizado o al
menos estable que ya es ganancia.
En su mente se repite su pasado, primero estudiar y estudiar como un medio para
ser feliz y después toparse con que la realidad se dedica a destruir sueños, y
situar a las personas en el mundo de los suelos.
Encontrar un trabajo que no tiene nada que ver con lo
estudiado pero al menos ofrece un sueldo básico tan urgente en los días de
casado que recién comienzan, esforzarse sin lograr ascender, dar cada día un
poquito más de juventud para recibir a cambio supervivencia, apenas
supervivencia.
Despertar un día con la noticia del recorte del personal,
pues la economía es volátil, el patrón
inestable, el fisco voraz y la inseguridad perpetua.
Tocar puertas, llenar formularios, hacer exámenes, observar
como la mañana se marcha a medida en que la desesperación llega, saber que en
casa estarán tres bocas para alimentar y hojas de papel que en sus grifos contienen
deudas que crecen con el simple trascurso del tiempo, y mirar que el currículum
siempre adolece de algo que jamás se hubiera anticipado.
Estos son sus días actuales, pues lejos quedaron los tiempos
de la fiesta, la nave que compró papá, la novia que ves un día si y otro
descansas, los amigos que te acompañan en las buenas, la escuela que es aburrida y limita la
imaginación y el futuro que está tan lejos que no hay que pensar demasiado en él.
Pero de repente y sin saber como, esa lejanía le ha alcanzado, y ha quemado
cada una de las esperanzas que el adolescente le hubiera deseado al adulto en
su interior.
Llega a casa a las cinco y media A.M., no sabe si reír o llorar, pues por fin ha encontrado un trabajo, uno que
comienza a las ocho de la noche y lo deja llegar cuando todos recién se marchan
ante el alba que va naciendo, uno que le impedirá disfrutar a sus hijas tan
pequeñas, uno que irá mermando sus fuerzas poco a poco, uno que le causará
disgustos con su esposa y, si se deja vencer por el cansancio,
algún que otro susto en la carretera; pero ya es algo, al fin vuelve a contar con
algo, así que respira tranquilamente y piensa en el otro futuro, el de sus
hijas, el de su legado y se ilusiona nuevamente, quizás la vida misma es un
medio, una herramienta para que alguien que queremos algún día sea feliz y eso
para él, ya es algo para dibujarle una sonrisa ante el reino de la desesperanza.
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