Vistas de página en total

sábado, 28 de agosto de 2010

Carta a Lía, una mujer de tres letras

Cuando la noche avanza y mi soledad se recrudece, sólo mis recuerdos tristes me hacen compañía y no puedo evitar que miles de instantes se reflejen ante los ojos de mi memoria, en la que recuerdo incesantemente tus miradas, tus palabras, tus gestos y hasta esos infantiles desplantes que tanto te alababa y que ahora me hacen sentir nostálgico; entonces reprimo a mi corazón y busco que la ira me domine, pues quizás si eso sucede el sentimiento ambiguo que se niega a morir en mi interior, sea superado por el resentimiento.




Lía es solo un nombre de tres letras, pero esas tres letras guardan un profundo significado para mí, son expresión de un dolor agudo que no termina por definirse, son, o más bien, deberían ser el conjunto más detestado por mí. Entonces ¿Por qué aun debo cuidar que los recuerdos que me lleguen sean siempre agrios? Acaso es preferible envenenarme de odio antes que permitirme aceptar que aún queda su sentimiento opuesto en mi sistema. Se supone que en mi cerebro tengo miles de razones para detestarte, para intentar con todas mis fuerzas olvidarte o al menos superarte; pero a pesar de que conozco esos motivos y de que muchas veces llegan como oleadas brutales y frías las pistas de tus engaños y traiciones, a pesar de todas esas pruebas incriminantes contra tu persona, no puedo, por más que me esfuerzo, odiarte.



Es patético pensar que ahora estarás con otros, que ahora compartes los besos que me diste a mí con muchas bocas, ensalivando con lascivia lo que para mí era sagrado, manchando la fuente de la que yo creí que emanaba amor, entregando tu cuerpo que hace algún tiempo yo besé con respeto y cariño a cualquier imbécil disfrazado de redentor; pero a pesar de que es odioso y estúpido hacerme a esas ideas, hay una que me asusta más, la de que estés con un solo hombre, un tipo al que ames realmente y que te haya dado lo que buscabas, llenando tu ser de un hipotético cariño que en ese caso yo no pude darte, es enfermizo imaginarte así: buena, noble y entregada, por que es más fácil creer que eres una cualquiera disfrazada de “libre e independiente”; es menos doloroso creer que me traicionaste y abandonaste por tu vacío, por tu ridículo deseo de ser una femme fatale capaz de automanejarse, todo es mejor a imaginar siquiera que he sido yo el insuficiente, el triste perdedor que con sus amores no pudo retenerte a mi lado, por que eso sería tanto como admitir que soy un hombre incompleto, uno que no pudo llenar tus expectativas y que solo te sirvió temporalmente hasta que encontraras a tu verdadero y soñado amor.



Pero a pesar de todo, el rencor solo dura unos pocos minutos y se disuelve, se va a un lugar tan lejano como quizás en el que ahora te encuentras con esos (o ese) por el que me cambiaste y únicamente queda la confusión, la incertidumbre acerca de que es lo que aún siento por ti; sin embargo la noche sigue avanzando y con ella el deseo de confrontarte, y aunque sé que jamás leerás estas líneas Lía, me gustaría que supieras que si soy el infeliz pobre diablo que tu crees, un pobre diablo es capaz de superarte, y hasta de comprenderte.



Hasta nunca Lía Alarcón.

Cimientos de la Comunidad a ....

Raúl Ruiz

No hay comentarios: