Vistas de página en total

lunes, 30 de agosto de 2010

Carta a Raúl Ruiz, un hombre de sueños de opio

No quiero imaginar lo que debes sentir en este momento, quizás yo tenga ese efecto siempre, no lo se, pero las personas que me conocen terminan despreciándome tarde o temprano; hubo un tiempo en que eso me molestaba, me sentía indignada de que la gente a la que le abría un espacio en mi vida resultara ser completamente incapaz de entenderme y se alejaran dejándome sola y frustrada, por eso es que ahora tomo la iniciativa y me largo antes de que se vayan, así no hay dolor ni decepción.




No se ni me importa si ese sería también tu caso en un momento dado, y ahora en la lejanía y la bendita impunidad puedo hacerte una confesión importante. Tú fuiste distinto, no escapé de ti por que lo merecieras, ni anticipándome a un futuro incierto, me fui por que no somos compatibles, tú no te ubicas en la realidad, siempre aspiras a cosas ridículamente imposibles, y después cuando te topas con el muro de acero que es la realidad, te deprimes patéticamente; eso me da mucha pena de ti, porque no has crecido y sigues dedicándote a soñar demasiado, si alguna vez logras comprender lo que eres y el límite de tus alcances, entonces dejarás de estar traumado esperando metas de opio que lleguen del cielo o de los perdedores que te rodean.



Me dio risa cuando hicieron su primera reunión, tantas ilusiones juntas y ninguna posibilidad, solo palabras huecas pretendiendo ser ideales, solo balbuceos infantiles y ninguna opción concreta, todo un espectáculo destinado al fracaso, entonces, justo entonces, me di cuenta de la gran diferencia entre tú y yo, pues yo sí que conozco mis posibilidades, y no desperdicio mi tiempo en caridades altruistas y estúpidas, yo puedo utilizar lo que tengo para ganar lo que tú no tienes ni tendrás, usaré mi cuerpo, mi labia y mi inteligencia para hacerme rica, ganaré mucho dinero y tendré lo que se me antoje, y cada oportunidad escaparé para no dejar huellas, para no atarme, para seguir siendo una diosa viento, como tu divertidamente me llamabas, compraré mi libertad en cada aparador, y no habrá más sufrimiento.



Sin embargo para empezar mi nueva vida necesito un poco de tu ayuda, tomaré lo que tienes ahorrado, y que solo se iría por la coladera en tus manos, yo lo haré multiplicarse y ser la base de mis aspiraciones, así que supongo que debo agradecerte, por que después de todo en algo ayudarás a mi viaje y algunas cosas he aprendido de ti o más bien de como no ser como tú.



Solo resta despedirme Raúl, procura que el odio que nazca de estas líneas te ayude a situarte en tu realidad, en la que siempre serás un pobre diablo fracasado, pero vamos, hasta los de tu tipo tienen oportunidad de encontrar la felicidad...



P.D. Anticipándome a la pregunta que debe estar corriendo por tu mente te responderé. Sí, alguna vez te quise, como se quiere a un instrumento que te sirve para conseguir algo que realmente deseas.



Hasta nunca Raúl Ruiz.

No hay comentarios: