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viernes, 2 de noviembre de 2018

Capítulo 41 El momento álgido de la Comunidad


La madrugaba avanzaba vertiginosamente y el insomnio hacía mella en Julia, sobre todo ahora que había visto la angustia y la duda dibujada en el rostro de Herson, justo cuando faltaban pocas horas para la reunión del Consejo que ponía en riesgo las mismas bases de la Comunidad.
Los recuerdos de Quetsaí  volvieron a situarse profundo en la mente de Julia y no pudo imaginar un momento más álgido para la Comunidad que ese, con el Emperador en coma, Mindell propugnando por acabar con la imagen de Ruiz y asumir el control absoluto, Grosso internado y Herson dudando de sus propias creencias.
En esos pensamientos estaba cuando una mano  la tomó por el hombro, haciéndola brincar de su silla.
-¿Quién eres? ¿Qué pretendes entrando aquí y sorprendiéndome así? -dijo Julia enfadada.
-Doctora, no sea tan ruidosa, sus nervios de acero no son lo que eran antes, usted y yo hemos estado en circunstancias de verdad peores- dijo una mujer bien conocida de Julia Jaimes.
-Pero si eres Zyan, hace cuánto tiempo que no te veía- preguntó Julia incrédula.
- El suficiente para cumplir las encomiendas del Emperador, contestó Zyan- ha llegado la hora sentenciada por Ruiz, y  más que nunca, quiero estar segura de que usted recuerda sus palabras Doctora,  me pregunto si haría lo necesario por la Comunidad. ¿Tendrá usted el mismo valor ahora, que el que mostró en mi Pueblo hace tantos años?
- Zyan, no te entiendo. ¿Dónde estuviste todo este tiempo, de qué valor hablas?  
- Hice todo lo necesario para prepararme, me convertí en el brazo oculto del Emperador, y al mismo tiempo me he especializado con miras a alguna vez recuperar lo que es nuestro, pero aún no estoy aquí por ello, sino por Raúl- dijo fríamente Zyan.
- Vienes a verlo por su estado de salud, o acaso te enteraste de la reunión de mañana, contéstame Zyan- increpó Julia.
-Antes de revelarte el motivo de mi  visita, quiero contarte algo, después de la destrucción de mi pueblo, Ruiz me mandó llamar a parte, sólo él sabía que soy la hija del Orador de Quetsaí, hermana de la mujer que nos salvó la vida aquella noche nefasta.
Julia se impresionó al saber ese hecho, no tenía idea de que ella era la siguiente en la línea de mando de aquél extinto pueblo.
-Raúl sabía que yo no podía quedarme esperando a ver cumplida su promesa Doctora, como la nueva Oradora de mi gente, mi principal deber es devolverles lo que les arrebataron, pero hacer guerra contra todo un sistema era imposible entonces, y lo es todavía, por algo más de tiempo al menos…
Julia volvió a sentarse junto a Raúl, por algún motivo el tono de Zyan la asustaba.
-En todos estos  años me he especializado en las materias que son útiles para obtener dinero, adeptos y recursos, he estado  aprendiendo las artes necesarias para mi guerra, la que el Emperador me prometió pelear conmigo, sin embargo, él mejor que nadie conocía su estado de salud, y también sabía que los enemigos de la Comunidad se irían multiplicando poco a poco con el triunfo de su modelo, quizás algún día serían tantos, que los encontraríamos incluso entre nuestras filas. A pesar de lo que siempre decía de las personas, Ruiz no es un tipo que dejara todo a la suerte, o que se creyera laxamente las intenciones de los ajenos que de repente se interesaran en ingresar a sus filas, tampoco es un ingenuo que premia a sus detractores, como aparentemente hizo con el grupo de disidentes y su líder luego de la Gran Crisis, ese tal Enrique, al contrario, al tiempo que patrocinaba mis estudios y proyectos, me pidió que vigilara secretamente a esa facción  y que si alguna vez alguien perteneciente al Refugio principal tenía tratos con ellos, comenzara a seguirle de cerca y a analizar todos sus pasos, eso ocurrió unos meses después de la llegada de Mindell Quintana, y precisamente fue él quien comenzó a aliarse en secreto con ese grupo, yo seguí sus pasos lo mejor que pude, pero no por nada ese sujeto tiene el mote de amo de las finanzas, me costó muchísimo trabajo descubrir que ha estado desviando recursos financieros hacia una cuenta privada en el extranjero, el problema mayor es que esa cuenta está a nombre de Ruiz, por eso cuando se lo informé a Raúl le advertí de los graves problemas que nos costaría demostrar que él no estaba involucrado en el fraude, Quintana sabe muy bien como borrar sus huellas, así que todo está fabricado para apuntar al Emperador como principal defraudador, lo que vino a complicarse aún más con la llegada de Lía Alarcón, una delincuente muy bien conocida por ser una maestra de la estafa.
Cuando Lía apareció, Raúl me contactó secretamente, no se lo podía contar a nadie, pues en todo este tiempo Quintana había extendido sus tentáculos a más y más miembros de nuestro grupo, Raúl pensaba utilizar a Lía para exponer a Mindell, pero al final fue débil y sus sentimientos por ella le impidieron actuar a tiempo, si me lo preguntas fue una estupidez anteponer su historia con esa mujer al objetivo de desenmascarar al traidor, pero en el fondo su duda  quizás se debió a que no podía creer tal vileza de parte de uno de sus Pilares y seguía esperando tontamente que cambiara de opinión.
Ahora es tarde, dentro de pocas horas Mindell revelará sus fraudes y culpará a Ruiz, seguramente dirá que Lía le confesó su contubernio, y quién sabe que más mentiras use para tener credibilidad, después se expondrá como el gran salvador de todos y los miembros de su grupo lo apoyarán, al igual que los externos de la Cámara que se benefician con la apertura de la Comunidad a la inversión privada; con Grosso fuera por incompetencia, solo tú y Valdés podrían votar en contra de que él asuma el control total, pero Valdés es incluso más inmaduro e infantil que cualquier versión de Raúl, no es confiable ya, su cabeza está metida en sus ridículas historias de amores y su código moral fantasioso.         
En conclusión, al ver que su salud desmerecía y estar tan perdido en cuanto a posibilidades, Raúl Ruiz me pidió que si se encontraba en una situación así, terminara con su vida, pues sólo muriendo podría frustrar los planes de Quintana, la gente de la Comunidad se volcaría en luto, homenajes y  buenas remembranzas,  y no aceptarían cualquier descrédito que inventara Mindell, además él se descubriría  como el infame depredador que es, tratando de mancillar la memoria de un muerto; por último en su testamento, del cual tengo una copia notariada en mi poder, Ruiz me designó el total de sus acciones y justo como hizo mi padre con mi hermana en su último momento, también me ha dejado su lugar en el Consejo, así tendré voz y voto para poder revelar ante todos las pistas que tengo contra Mindell y defender a Raúl si es necesario. Mi presencia y todo lo que he reunido en su contra, quizás pueda invertir el resultado de la Asamblea.    
Raúl me dijo que tú como su médico personal te interpondrías en su voluntad, pero que si te contaba toda la situación entenderías y asimilarías lo que se debe de hacer,  ahora quiero saber si me dejarás cumplir con  mi misión o tratarás de detenerme Doctora Julia.
Julia sintió que moría al escuchar a Zyan hablando de esa manera, nada había quedado de la jovencita dulce que conoció, es como si hubiera fallecido aquella noche junto con Quetsaí y ahora sólo quedara  venganza y odio en su mirada.
-Por Dios Zyan, qué estás diciendo, este hombre salvó tu vida y la de las últimas familias de tu pueblo, ahora viven con nosotros, son parte de nosotros, cómo te atreves a querer acabar con él, ¿acaso bromeas?- dijo Julia desesperada.
-No es posible que digas eso Julia, el Emperador te lo dijo también esa noche, y todos estos años te lo repitió, él no importa como persona para la Comunidad, sólo como un ícono, una leyenda capaz de unir a los comunitarios contra la adversidad, sirve mucho más como un mártir que como un comatoso inerte.
No tendría ni siquiera que contarte todo lo que te conté para que accedieras,  si no obramos conforme a su deseo, todo se perderá. Estás ciega por tus emociones hacia él y los demás Pilares, por eso  te tardaste tanto en descubrir al traidor del grupo, y aún ahora lo subestimas, te niegas a tomar medidas reales en su contra, en verdad te digo que Quintana no matará físicamente a Ruiz, pero acabará con su legado que es mucho peor para todos, si hacemos lo necesario ahora  lo elevarán a la altura de un mito y la Comunidad prevalecerá, y todo depende de ti Julia, si sabes cómo manejar  la pérdida del Emperador,  podremos sobrevivir a esto,  así que llegada la hora de la verdad dime qué harás, estarás a la altura o lloraras de miedo y sentimientos inútiles.    
Perder a Raúl siempre había sido una probabilidad cercana debido a su salud, era una constante que como su médico conocía muy bien, pero aun así, quitarle la vida a ese hombre que tanto admiraba, que estimaba tanto, era completamente desquiciado, aunque estuviera en coma, aunque seguramente estando en otra situación hubiera podido respetar el deseo de la familia de desconectarlo, si hubiere esa familia, pero ahora ella era de quien dependía la decisión, y todo su pensamiento racional se nublaba en oleadas de angustia.
-No puedo permitir que lo mates- dijo sollozando Julia- no me importa si es lo mejor, si él así lo quería, como Doctora no puedo…
-¡Al diablo tus excusas! – gritó  Zyan colérica- no me vengas con el maldito código hipocrático, ni siquiera en estos momentos puedes ser sincera, no te escondas tras tu profesión, tras tu calidad de Pilar,  si lo quieres dilo, si te encariñaste con él dilo, si te obsesionaste con Ruiz dilo,  no interesa de todas maneras, me dan igual tus motivos, no permitiré que todo se vaya al diablo por una niña cursi, no dejaré que Raúl falte a su promesa por tu debilidad y tu hipocresía, porque viste morir a mi gente y aunque supuestamente sufriste por ellos, ahora pretendes hacer que sus muertes sean en vano, pretendes dejarlo todo por un hombre que ni siquiera te ama como tú lo amas, entiéndelo, no importa cuántas mujeres haya tenido, su corazón siempre fue de Lía Alarcón, ama a una despreciable delincuente, por eso no la usó para acabar con Mindell, por eso no la entregó conociendo sus crímenes, por eso ni siquiera en su muerte la dañaría.
-¡No me importa que no me ame! Yo sí lo amo, y moriré antes de dejar que lo mates, no me interesa lo que creas de mí, no lo dejaré morir  Zyan- decía Julia mientras empujaba  con todas sus fuerzas a la otrora muchacha dulce de Quetsaí a la puerta de la habitación.
-Crece Julia, madura, se la mujer que estás destinada a ser, deja atrás a la niña cursi con el “don”, vuélvete la poderosa mujer que controla su destino, vuélvete la heredera del legado del Emperador- replicó Zyan doblegando a Julia con su fuerza y su destreza antes de ser expulsada de la habitación.

-¡Ya basta! Aún nos queda otra manera- interrumpió una débil voz desde el fondo de la habitación.           

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