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jueves, 21 de enero de 2010

Capítulo 26 Tentación I

Un vértigo incontrolable de meses lapidarios se colgaba de sus hombros cual si estuviera enganchado a su piel, lacerándola a cada instante; días sin descanso, noches inciertas, medicinas para engañar el alma, que de cualquier forma yacía enferma; manos invisibles apretando sin piedad su cabeza, murmullos imparables de voces hambrientas, exigiendo, rogando, quejándose sin descanso y reinando sin control en sus pensamientos.




Rostros fugaces, sonrisas ajenas, fragancias esfumándose más rápido de lo que aparecían.



Solo, irremediablemente, aún entre sus Pilares, aún entre la gente que le admiraba y perseguía para hacerle un comentario, brindarle un saludo o hasta una rabieta; solo, aún con las reuniones, los viajes, la Cámara, el Consejo, las visitas, las peleas, los debates, los clientes, la gente, los encuentros; solo, aún cuando debía compartir su espacio con el “Emperador” la figura intocable que había creado para presentarse al mundo, y que ahora cual monstruo rebelde, le exigía más y más tiempo de vida a costa de su propia existencia.



En ocasiones como las que atravesaba, se atormentaba pensando que quizás su careta fuera más importante que él mismo, por que la gente prefería al “Emperador” sobre el hombre, por que si dejaba de serlo, sería afrentado por todos aquellos a quienes había acostumbrado a ser el que no era, sin embargo mantener dos vidas en un solo cuerpo era agobiante y tremendo.



Julia tenía razón en sugerirle un descanso, llevaba mucho tiempo requiriéndolo, pero ahora menos que nunca tenía la convicción de hacerlo, necesitaba algo más que amenazas médicas para detenerse y cambiar de vida, necesitaba una mano estrechada que le dibujara un camino, una sendera distinta a la que las cosas actuales le establecían, una alternativa que lo llevara a escapar, al límite de los comunitarios, de los detractores y de su deber, por una vía extrema y lejana que lo condenara a huir por entre luces y voces sin sentido, un brazo de apoyo perteneciente a una mujer, una compañera capaz de quebrantar la realidad y hacer que ésta pareciera solo una proyección ambigua y borrosa, pero a falta ella sólo le quedaba seguir aguantando intentando mantenerse firme ante tanto mareo.



Lía no era una opción, era simplemente la mayor de sus calamidades, por eso debía desechar la idea de ella de su mente, pero un esfuerzo tan grande solo lograría debilitarlo aún más, así que sin poder acercarse ni apartarse de ella, solo se mantenía parado sobre la estrecha línea de la indiferencia, esperando el más mínimo roce del viento que lo arrojase a uno u otro lado.



Por lo que aún cansado y confundido debería continuar su faena; primero escoltando la ambulancia que salía del sanatorio llevando Grosso y dirigiéndola con rumbo a la Comunidad, y después decidiendo que hacer para convencer al Consejo General de dejarlo seguir tomando decisiones fundamentales y alejándose de la propuesta de los Grandes, aunque para poder convencer a ese Consejo, primero tenía que encontrar en su interior razones que lo convencieran a él mismo.



En otra parte, Herson, que aún se mantenía en la empresa que había ido a inspeccionar, revisando documentos para la nueva inspección que se avecinaba, había recibido una nueva llamada de Julia avisándole del traslado de Grosso, por lo que tendría todavía unas horas libres ya de presiones, hasta regresar a la Comunidad, sin embargo quería ocuparse antes de la llamada a Bareshka, por lo que tomando con nerviosismo su móvil, marcó los números tan impersonales y fríos que resultaban ser los de esa persona tan especial que guardaba en su mente y que lo alejaba gratamente de los conflictos de la Comunidad y esperó como un niño asustado mientras los monótonos sonidos de un timbre llamando se sucedían uno tras otro. Herson se imaginaba la conversación, de alguna forma ella le haría notar con su tono trémulo un interés más allá de los negocios y así todo empezaría, una historia magnífica, fuera de serie, que le indicaría la pauta del inicio de lo que tan anheladamente esperaba un amor “virtuoso”.



Sin embargo mientras sus ensoñaciones crecían, de repente y como si nada, una dulce voz femenina llegaba para quedarse en vez de los tonos de espera de la llamada.



- ¿Diga?

- Mmm… Quiero hablar con la señorita, con la artista Bareshka Bazzel – alcanzó a decir Herson mientras las palabras se le amontonaban en los labios con timidez, en aras del comienzo de esa situación tan especial-.

- Ella habla. ¿Quién me busca, se trata de un cliente?

- Soy Herson Valdés, tuvimos una entrevista en días pasados, para un evento de aniversario de una empresa perteneciente al Emporio denominado “La Comunidad”, usted me dio sus datos y por eso le llamo.

- ¡Ah! Lo recuerdo, es usted el joven administrador del otro día, claro, quiero saber si ya ha pensado si necesita mis servicios, esto para poder comenzar de una vez los trabajos.

- Considero que si, pero necesito verla… ver su trabajo – corrigió rápidamente Valdés intentando no descubrirse- ¿Dónde puede ser esto?

- Asista a mi taller, si gusta puede hacerlo en este momento, me encuentro en el, le enviaré la dirección por mensaje al móvil si así le conviene – dijo secamente Bareshka-

- Iré entonces señorita – finalizó Valdés dándose cuenta que su interlocutora había cortado ya la llamada-



Herson se mantuvo unos instantes con el teléfono en la mano, su mirada se postraba en ninguna parte, mientras meditaba lo seco y frío de la voz de Bareshka, después de todo él se había hecho tantas ilusiones, tantas perspectivas, y resultaba que a final de cuentas, ella simplemente lo recordaba como un posible cliente más. ¿Es que ella no había sentido lo mismo? Para un hombre tan romántico como Valdés, una respuesta de esta naturaleza no podía más que desmoralizarlo, pues se resistía a pensar que la verdadera dueña de sus sentimientos se comportara de esa forma, y aunque era pronto para hacer cualquier juicio, incluso para él, esperaba que las cosas, ya sea por el destino o por el amor, sucedieran de distinta manera; después de todo el buscaba señales, pautas que le dijeran en su misterio, que iba por el camino correcto para encontrar a la mujer que buscaba, pero esta actitud pasiva no estaba haciendo más que acabar con sus ilusiones poco a poco.



- ¿Y si he estado equivocado todo este tiempo? –Se preguntaba constantemente a sí mismo. Quizás solo he estado buscando algo ficticio, un engaño, como me dijeron tanto, una concepción televisada de lo que debería ser el verdadero romance y amor, por que a final de cuentas, a mi edad, pocos hombres podrían darse el lujo de darle un lugar tan grande a sus sentimientos en su vida…



Fuera la razón que fuera, él se sentía abatido con esa pregunta, pero no se daría por vencido tan pronto, pues si se había ilusionado tanto con Bareshka, era seguro que merecía la pena esforzarse al máximo para llegar a conocerla, para encontrar de alguna manera esas pistas que la delataran como aquella mujer que estaba buscando.



Cerca de ahí, sin que Valdés sospechara si quiera, en el estacionamiento cubierto de esa empresa, dos siluetas platicaban entre las sombras en espera de la salida de el propio Herson, pues uno de ellos lo abordaría, echando a andar el plan del otro, ambos listos para poner otro obstáculo en el camino de la Comunidad.



Herson recibió el mensaje de Bazzel y se dispuso a buscarla de inmediato, así que preparó sus últimos pendientes y descendió por los elevadores al estacionamiento de empleados que se encontraba en el subterráneo del edificio, cuando acercándose a su vehículo, notó que un hombre recargado en el le esperaba, se trataba de Enrique Hernández quien vestía con una camisa azul deslavada, unos pantalones cafés mal acomodados, botas industriales y el cabello largo y chino cayéndole en los hombros y por la frente, al grado de casi cubrir sus ojos castaños.



- ¡Pero si se trata de Herson Valdés en persona! El esbirro más leal del mal llamado “Emperador” – dijo en tono burlón y haciendo una mueca incomprensible Hernández-

- A mi también me sorprende encontrarte aquí Enrique Hernández – dijo seriamente Valdés- aunque supe que el líder de los disidentes había sido nombrado asesor del Gerente de esta empresa, pero creí que se trataba de algún gesto piadoso de mal gusto al que no se le debía prestar tanta atención, después de todo tu permanencia en cualquier trabajo solo radica en tu estabilidad emocional y siendo honestos, yo no te daría más que unos meses nuevamente.

- El único gesto de mal gusto es tu automóvil Valdés – dijo sarcásticamente Hernández- me fascinan estos momentos, en que su ridículo “Manifiesto” les impide hacerme algo, puedes aseverar por ejemplo que no duraré mucho tiempo en este puesto, pero la realidad es que ya llevo lo suficiente, lo suficiente para saber que ustedes solo posan, fingen ser quienes no son, pero me gustaría más que mostraran los dientes para que todos pudieran verlos como son de veras, en realidad solo yo pude ver a tu ambicioso Jefe usando su psicología torcida para salvarse el pellejo durante su juicio en la gran crisis, es increíble que los jueces de ese entonces hayan sido tan estúpidos y crédulos, pero yo no soy así; los disidentes de entonces debimos ganar, pero el fanatismo de sus empleados y las influencias del propio Ruiz cambiaron la balanza a su favor.

- Me incomodan las personas como tu que solo viven del rencor y del pasado Hernández – contestó firmemente Valdés- y si bien es cierto que nuestro Manifiesto te permite seguir trabajando con nosotros, también lo es que si te metes conmigo en un tono personal no estoy obligado a contenerme y mucho menos a soportarte, así que si tu asunto no es laboral yo…

- Pero sí que es un asunto laboral Herson, de eso quería hablarte –contestó Enrique interrumpiéndolo- todos sabemos ya de la intervención del Consejo General, otro Leviatán jurídico creado para contener la soberbia de tu jefe, pero lo que no sabemos con certeza es quien va a ser el que dirija el Consejo General, pues es de todos sabido que aunque se compone de todos los miembros del Consejo común y de los Gerentes regionales, además de otros representantes de los Comunitarios, lo que no sabemos es quien será quien dirija sus trabajos, ahora que Ruiz será motivo de la reunión y resulta obvio que no podrá ser juez y parte; por eso la gente murmura Valdés, se dice que ustedes quieren poner al más neutral de los gerentes regionales dirigiendo esa escena, pero créeme, no tendría la capacidad ni el poder para hacerlo, lo se por que ese Gerente es mi Jefe y por eso conozco de antemano su falta de carácter.

- Ve al grano Hernández, tengo cosas importantes que atender, como para escuchar esas pretensiones tuyas; debes saber que el Gerente de esta empresa es de la total confianza de Raúl, por eso no intervenimos cuando quiso ponerte como su asesor externo, por que precisamente lo hizo por tus habilidades, sin comprometerse a que tu locura pudiera poner en riesgo la empresa, aunque yo pienso que lo hizo para tenerte cerca y vigilado.

- Ya veo, ustedes se creen que pueden hacer eso, pero la realidad es que me necesitan, yo no hice nada ilegal, solo defendía los derechos de los míos, es por eso que aunque dirigí la disidencia durante la crisis, ustedes en base a su Consejo y Manifiesto, no encontraron razones justificables para echarme, sin cometer una grave arbitrariedad, sin embargo ya que te quejas por tus múltiples ocupaciones, y ya que seguramente tu Jefe supremo te ha ordenado otra tontería improductiva como siempre, iré al grano como quieres. Si deseas salir bien librado del Consejo General, tú debes ser quien lo dirija en la sesión que tratará sobre las capacidades de Ruiz – dijo Hernández mirando fijamente a los ojos de Valdés, con un énfasis y una seriedad nunca antes escuchado en su persona - ya que tú eres el Administrador, se supone que tu deberías ser el líder y hasta la fecha desconocemos como es que tu llevas el segundo encargo, a pesar de que toda empresa y más aún un emporio, debería ser dirigido por un administrador precisamente y no por una persona de otra área como sucede en este caso. A pesar de que no te tolero como persona, te respeto como administrador, eres el único capaz de hacerlo, y estoy seguro que mi jefe apoyaría esa moción. ¿No lo entiendes Valdés? Ahora es tiempo de que tomes lo que te pertenece justamente, tu eres el verdadero líder detrás del “Emperador”, son tus facultades de administración las que han llevado a las alturas a este proyecto, solo debes tomar el cargo de dirigente del Consejo General y entonces yo conseguiré el apoyo de mi jefe y éste a su vez, el de los demás Gerentes regionales, de ese modo tus decisiones serán supremas, por que nadie se te opondrá. ¡Podrías incluso retirar a Raúl Ruiz! Solo necesitas decidirlo Herson, yo puedo conseguirte la llave de acceso a la dirigencia absoluta de la Comunidad.



Herson se detuvo a pensar antes de responder, meditaba sobre lo sencillo que es para un hombre perderse, y uno de los caminos, quizás uno de los caminos más seductores y fáciles para dejar la propia ideología y personalidad, es la soberbia, la materialización de un ego hambriento que no se cansa de alimentarse por medio de los halagos de otros, de las falsedades, que en ese instante da igual si son o no creíbles, un hombre soberbio toma todo de esas adulaciones y siente que esta más allá de los otros de su especie.



- Pongámoslo al revés Enrique, ¿Qué ganas tu en todo esto? Es irrisorio pensar que lo haces por la Comunidad, cuando tu mismo la intentaste desmoronar desde adentro, ¿Qué me pides a cambio de tu apoyo en mi postulación como dirigente del Consejo? – Inquirió Herson a su interlocutor, sin dejar de sostenerle la mirada.

- Quiero ser uno de los socios mayoritarios, uno de los Pilares, Valdés, yo también quiero gozar de sus beneficios, yo también quiero un retiro futuro tranquilo y lleno de comodidades, una vida como las de ustedes, que además de que se la pueden permitir, se jactan de imaginar que aún con sus lujos están haciendo un bien a los demás, eso deseo a cambio.

- Ya comprendo –dijo Valdés mientras se llevaba una mano a la frente- Supongo que muchos nos ven así, a los Pilares, supongo que a muchos el Manifiesto y el Consejo les parece una reverenda estupidez, y supongo que a muchos les mueve la ambición pura; lo que es difícil aún de suponer, es si uno de nosotros mismos, es decir los Pilares, piensa precisamente de la manera que tu piensas, por que si así fuera, sería completamente indigno de ser llamado Pilar. Me niego Enrique Hernández, tú eres una persona muy capaz, muy inteligente, muy práctica y muy útil, pero jamás podrás ser “virtuosa”, por que solo hay personas que logran eso. Un hombre capaz de dirigir a muchas personas “virtuosas” es sin duda el más especial para ello. Esa capacidad, para que la gente lo siga, para que en base a sus decisiones todas esas vidas los secunden, es una habilidad única que desgraciadamente yo no poseo. Pero hay un hombre que sí la posee. Ese hombre es Raúl Ruiz y será mejor que entiendas esto: ¡YO SOY UNO DE SUS PILARES!



El auto de Valdés se alejó con velocidad y se perdió en la lejanía, en el estacionamiento, cuatro puños se apretaban con fuerza, mientras que la ambición y el rencor dominaban a sus dueños, Mindell Quintana y su aliado Enrique Hernández, no habían podido tentar a uno de los Pilares, pero aún quedaban dos más, para intentarlo, para destruir a la Comunidad desde adentro.

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