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viernes, 23 de julio de 2010

Señales

Las huellas que desaparecen sobre las arenas plateadas no le dicen mucho, al parecer son suyas, pero en verdad no podría diferenciarlas de cualquiera otras, la playa que hasta pocos momentos atrás era virgen de él, ahora le parece conocida por completo, solo es una gran masa de suelo brilloso. Su hastío es comprensible, lleva semanas sin noticias de su viaje, la jornada que sin rumbo parece no dejarle más que ensueños difusos, como las fotografías en papel mate que por viejas suelen traer recuerdos borrados, apelmazados unos sobre otros, con muchas versiones de los desconocidos que hace años dejaron una huella en el tiempo, igual de frágil que las que sus pies marcan sobre el piso.


Más y más olas se estrellan contra su cabeza, y su cuerpo yace extendido completamente reflexionando el motivo que lo hace alejarse tanto de todo lo que conoce, las hojas de su libro se han vuelto amarillentas, el filo de su espada se llena de óxido provocado por la salinidad del ambiente, pulgas fosforescentes pelean a muerte entre sus dedos que sin piedad alguna las lanzan a su suerte entre océanos de viento fugaz, su mente ha guardado imágenes tras imágenes de excelsa belleza y pristinidad pero no sabe si esto realmente vale la pena en pos de las cosas que ha dejado de hacer en su aldea tranquila donde las palabras de su padre condenan y alientan a la vez su camino.

Extraña, añora, desea; las tardes soleadas y tranquilas viendo como los gallos brincaban hacia las ramas, como rememorando un estado salvaje, prehistórico, envuelto en décadas de sumisa existencia, viendo como los árboles recibían con los dedos abiertos los últimos rayos del astro protector que de tanto iluminarlos solía quemar sus hojas verde-azules. Hasta los platos sencillos en comparación con las extravagancias de los lugares que ha visto, le parecen sumamente mas deseables y amables con su estómago pero sabe en el fondo que todo se debe al tiempo, a la falta de noticias, a la falta de señales que se acumulan en su corazón y le hieren con el sutil filo de las agujas que conoció en uno de los pueblos que han quedado atrás.

Busca en su interior, vuelve a buscar, y encuentra pequeñas cosas que pudiesen ser interpretadas con mucha imaginación como señales, pero incluso su imaginación ha renunciado, así que deja que las aguas le mojen los cabellos, que las pulgas y los cangrejos se turnen para invadir su espacio y que las noticias se tarden para alterarlo más.

De pronto se pierde en un sueño pesado, a pesar de la frescura del mar deja que el cansancio haga estragos en su resistencia sueña con todo y con nada , hasta en sus sueños esta hastiado, tiene sabor de derrota en los labios y mueca de preocupación, ¡ya basta! se repite, ¿por que seguir un viaje donde lo único cierto es esta incertidumbre? Así que a regañadientes despierta con lentitud para notar que los cangrejos y las pulgas se han ido, que la marea ha bajado y que las arenas ya no contienen ninguna señal de su intromisión, solo y tan solo miles de metros de playa virgen que de alguna manera se han encargado de borrarlo del mapa como insinuando que ni siquiera merece su desdén.

Él piensa que aquello es el acabose y siente que es tiempo de mirar atrás , pero justo cuando lo hace, algo le instiga a voltear hacia el cielo, algo que antes no había sentido y lo llena de una pasión especial. Se trata de la Luna que se había escondido tanto tiempo y así como si nada se vuelve a mostrar. Su corazón palpita alegre y entonces le queda claro, lo que buscaba, era precisamente esa señal.

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