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lunes, 3 de noviembre de 2008

Capítulo 5 La amistad de Herson

Herson y Octavio se dirigían también a diversos lugares después de la reunión matutina, a pesar de sus claras diferencias ambos se llevaban bien, pero esa mañana los comentarios de Raúl los habían dejado pensativos y ambos iban serios hacia el estacionamiento.

Al llegar a sus vehículos los dos se despidieron y Herson se dirigió a una de las empresas que alimentaban la Comunidad, tenía que ver al Jefe de Personal quien le había indicado que ya estaban listas las audiciones para los grupos que llevarían a cabo una presentación musical para el décimo aniversario de dicha compañía.

A Herson esa empresa le traía gratos recuerdos, pues había sido la primera que habían logrado abrir cuando aún eran solo tres pilares y Raúl y representaba todo un logro, en especial por que se dedicaban a vender alimentos como salsas y especias, en un principio hechas artesanalmente, con recetas que todos ellos habían ido recolectando de familiares y amigos y por ende era el espíritu más puro de esa unión, un trabajo en equipo que tenía un montón de sueños envasados en botellitas de vidrio.

Ya entrado en añoranzas, todavía recordaba el día en que conoció a Ruiz, ambos asistían a la misma preparatoria y él iba caminando por las jardineras que estaban enfrente de los edificios, extensiones de césped y algunos árboles con el encanto de ofrecer plácidas horas de unión con la naturaleza y lecciones de anatomía para los más aventurados, pasando por exploración y recolección de insectos y simples siestas estudiantiles de alguno que otro asesino de clases, cuando de repente vio a un joven con los ojos casi grises observando fijamente a la nada, aprovechando la sombra de un pino y con una montaña en miniatura de medicinas y libros a su lado, cosa que le pareció llamativa pues a su edad no había visto a personas que necesitasen tantísimos medicamentos, así que satisfaciendo su curiosidad se acerco a él para interrogarlo.

- Hola, todos esos medicamentos son tuyos o quieres abrir una farmacia- le dijo Valdés en tono juguetón
- Afortunadamente no preguntaste si acababa de atracar una de esas – le dijo Ruiz más serio- sí son mías, son pequeños placebos para una enfermedad que desconocen, pero alégrate no se contagiosa por burlarte de mí.
- ¡Vaya! No hay necesidad de ser agresivo, solo es curiosidad amigo, soy Herson, tu como te llamas- le dijo Valdés tratando de conciliar.
- Me llamo Raúl – le dijo secamente Ruiz
- Raúl, quizás entonces me digas como es eso de que n sabes que tienes, ya has visto a varios médicos me imagino.
- Sí, pero igual no atinan, hay cosas que aún no están escritas ni descubiertas, y de vez en vez a alguien le toca ser precisamente el parteaguas para que alguien más las patente y les ponga nombres. Te preguntaría por que tu curiosidad, pero no le veo el caso, en vez de eso te pregunto, ¿has pensado en tu muerte Herson?
- Ehr… ¿a qué debo esa pregunta?
- Hoy en la mañana fui al hospital y vi a un joven como de mi edad entrar ahí de pie y salir cubierto con una sábana, y me pregunté que le habría pasado, unas personas que también se percataron dijeron que vivía en la calle y que unos vagos lo habían golpeado en la cabeza para quitarle algo de comida. ¿Te imaginas Herson? Morir por algo de comida, después de haber vivido en la calle, de ser miserable, de ser tan joven, ¿crees que su muerte sirva de algo? O solo se perderá en la nada, en el tiempo que sigue y sigue sin importar cuantos mueran, cuantos sean pobres, cuanta violencia y cuanta desazón haya y siga habiendo aquí, ¿tu que crees?
Herson se quedó mudo y solo atinó a llevarse las manos al rostro, mientras que Ruiz continuó.
- En todo caso no será en vano, por que yo me di cuenta, y quizás yo mismo no sepa como hacerlo, o me tachen de un niño jugando a pensar diferente, pero igual me di cuenta y no lo dejaré así… No se ni por que te digo esto, probablemente solo querías jugar un rato y ya te fastidié el día, pero velo por el lado amable, al menos te he dado que pensar. Mira estos son un montón de libros que alguien escribió hace muchos años- dijo Raúl señalando el montón de publicaciones- a mi me gustan por que son mágicos, los que los hicieron fueron capaces de crear un mundo, una realidad, su realidad que es distinta a lo que nosotros vemos y en algunos casos sus ideas trascendieron en los demás y dejaron huellas aún después de su muerte, eso me gustaría, pero aún no se como, pienso que ya lo sabré…
- ¿Y no le tienes miedo a tu enfermedad?- interrumpió súbitamente Valdés-¿ No te preocupa que te pase lo mismo que al muchacho que dices de un momento a otro y no puedas hacer nada de lo que dices?
- Aprendí a admitir mi situación y mi enfermedad, me quejé mucho tiempo para lograrlo, maldije y me cerré a todo, pero a fin de cuentas yo estoy aquí y ese joven no, y mientras siga aquí, no quiero vivir de prisa, sino bien y para mi vivir bien es precisamente lograr eso que te digo, no perderme únicamente en lo que comúnmente se dice que hacemos los de nuestra edad, puede ser que eso sea lo que me mantenga con ánimos para seguir- le contesto Ruiz con un brillo en esa mirada gris, que aunque por corto tiempo llamó la atención de Herson.
- Así que es eso, bueno, mientras tengas esa meta y ese montón de libros seguro que lograrás algo, solo procura no ser tan agresivo con la gente, no todos vamos a molestarte, señor seriecito- le dijo Herson con una sonrisa que invitaba a reír que aunada a sus ojos casi miel y sus cabellos alborotados daban una imagen entre lisonjería y confianza que extrañamente hicieron soltar una carcajada a Raúl. Pero no una carcajada de burla, sino una de fraternidad que nunca había sentido y que contagió a Valdés de una forma casi mágica.

Desde entonces Herson lo había acompañado, pues sus ideales eran muy parecidos, él también disgustaba de ver las injusticias, el hambre y la indiferencia, pero difiriendo de Ruiz, él se pasaba los días soñando y pensando profundamente; desde niño siempre se inventaba historias fantásticas y a veces cuentos tristes, todos ellos donde él era el protagonista y emprendía épicas acciones para salvar el día, o a sus padres que siempre estaban trabajando y pocas veces tenían tiempo para él.

Apreciaba mucho la amistad y siempre trataba de hacer las cosas de la manera más correcta que pudiera.

En el amor, a pesar de haber tenido muchas parejas desde su adolescencia, él esperaba a la adecuada, a una que lo hiciera sentir enamorado solo con verla, que fuera a la vez inteligente y tierna, que pudiera rebatir todo lo que él dijera, pero también apoyarlo en los momentos duros, una mujer bella más que físicamente en los aspectos de su ser no visibles. Y aunque esa mujer tardaba en llegar, él se ocupaba de la Comunidad, de su trabajo, de sus amigos y esperaba pacientemente su momento, personalidad que lo hacía muy carismático y a vista de todos, mucho más accesible y “humano” que el Emperador.

Al llegar a la empresa notó que muchos grupos habían llegado respondiendo la solicitud y se preguntó cual de ellos sería mejor elegir así que sentándose pacientemente con el Director del Personal vio uno por uno, hasta que de repente una visión apareció frente a sus ojos, era una mujer vestida de manera poco común, una blusa bordada con motivos autóctonos, una falda larga y sandalias, dos pequeñas trenzas que brillaban como un pequeño sol, donde su cabello rubio se dejaba caer como un caudal caprichoso, tez blanca y los labios más rojos y bonitos que hubiese visto junto con unos ojos miel que dejaban muy atrás al color de los suyos propios, pero todo esto contrastaba con el aspecto de las demás personas que estaban en ese lugar tocando música popular, así que le llamó para preguntarle con quien venía y que música tocaba.

-Oye - le llamó él asombrándose de lo nervioso que se había puesto ante la muchacha- ¿vienes a la audición?, ¿cuál es tu banda?, ¿qué tocas?- le preguntó rápidamente mientras hacía un esfuerzo por que la voz no le temblara.
-Yo no pertenezco a ninguna banda, quiero ver al encargado del lugar- le dijo ella en un tono más serio.
-Pues aquí lo tiene, soy Herson Valdés y soy el administrador de esta empresa- le dijo él algo más seguro que en un principio.
-¡Disculpe!- le dijo ella sonrojándose- no pensé que usted fuera, no parece… perdone, no es que no se vea… yo solo…- contestó ella poniendo aún más rubor en sus mejillas, cosa que le provocó mucha ternura a Valdés.
-No se preocupe señorita dígame que se le ofrece- le dijo él, pensando que después de todo su aspecto algo desaliñado quizás no fuere inconveniente en todos los casos.
- Quiero ofrecer mis servicios, yo soy artista plástica y como se que tienen una gran presentación, yo podría pintar algo para su escenario o hacer algún modelo…

Valdés se quedó pensativo, su carrera había sido muy próspera entre otras cosas por cuidar finamente los gastos que se realizaban y ese seguro sería un gasto excesivo, sin embargo, era el décimo aniversario de su primera empresa y no quería reparar en eso, por otro lado no podía dejar pasar desapercibido que sería la perfecta ocasión para llegar a conocer a aquella muchacha y no se le hizo insano solo intentarlo como una cosa curiosa, así que le dijo a ella que le interesaba la idea y que lo discutirían después de las audiciones si quería, ella accedió y entonces él le preguntó su nombre.

-Ah no se lo he dicho- dijo ella- soy Bareshka Bazzel.

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